En los últimos meses, el turismo ha estado de cuarentena. En total, 156 países de todo el mundo cerraron sus fronteras por completo al turismo internacional. Y absolutamente todos (de los 217 que cuenta ahora el mundo) impusieron restricciones de algún tipo a los viajes.
Ahora que la situación sanitaria está más controlada en algunas zonas, y coincidiendo con la temporada de verano en el hemisferio norte, muchos estados barajan la idea de levantar las restricciones, aunque con prudencia.
La Organización Mundial del Turismo (OMT) recomienda vigilancia, responsabilidad y cooperación internacional, y entre las respuestas suenan ideas como las burbujas de viaje o la equipación tecnológica de los aeropuertos.
Burbujas de viaje
La idea detrás de las burbujas de viaje (también denominadas corredores seguros) es abrir las fronteras entre países que se encuentran en una situación similar en cuanto al control de la pandemia de COVID-19. Es decir, que cuentan con un porcentaje de contagios equiparable y una situación epidemiológica similar (en términos de la capacidad de los hospitales, vigilancia y control, etc.). Esto permitiría el tránsito de turistas, trabajadores u otros viajeros entre ambas zonas sin generar un riesgo muy elevado.
“Observamos a otros países y decimos: ¿el riesgo de enfermedad en su país es similar al mío y su respuesta es integral como la mía? Entonces, si intercambiamos ciudadanos o turistas, no hay diferencia si ambos estamos manejando bien el riesgo y la respuesta. No agrega riesgo adicional mover a nuestros ciudadanos entre países”, explica Mike Ryan, director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La idea ha sido analizada y considerada por numerosas naciones, sobre todo después de que la OMS afirmase que soluciones como estas podrían pasar a ser parte de la nueva normalidad. Entre estos países están Singapur y China, que han abierto oficialmente una burbuja de viajes. Esta permite a los ciudadanos de ambos países realizar oficiales y de negocios esenciales (aunque solo entre la ciudad-estado y seis ciudades de China).
En Europa, Estonia, Letonia y Lituania han creado la que se ha dado en llamar “burbuja de viaje del Báltico”, y no son los únicos que han estudiado esta posibilidad. El objetivo: reactivar la economía del turismo, según la OMS la más afectada por la pandemia, que representa el 10% de la economía total de la Unión Europea.
Prohibido tocar nada
En los últimos meses, el mundo se ha vuelto un lugar mucho más protocolario. Hemos aceptado muchas normas que hasta ahora parecían innecesarias: tocar lo menos posible los objetos en comercios y espacios públicos o guardar distancias de seguridad entre personas, por ejemplo. Estas reglas serán también las protagonistas de nuevos protocolos que preparan organismos internacionales como la OMT o la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA).
A la hora de reducir el riesgo de contagio al viajar, la tecnología estará muy presente. Por un lado, por su capacidad para reducir el contacto entre personas y, por otro, por su la de reestablecer la confianza de los viajeros.
Entre todas las opciones que ofrece la tecnología, una de las más demandadas es la contactless. Es decir, la que permite realizar acciones en dispositivos sin necesidad de tocar pantallas o botones. Por ejemplo, mediante sistemas biométricos o de reconocimiento facial.
Entre los consejos de la OMT para reabrir el turismo, destaca la utilización de tecnología contactless desde que el viajero sale de su casa hasta que llega a su destino, pasando por trámites como usar el transporte público, realizar el check-in en aeropuertos o estaciones y superar los controles de seguridad.
Aunque cada vez más personas están acostumbradas a llevar consigo billetes electrónicos en sus viajes, estas limitaciones pueden cambiar en gran medida la experiencia del viajero. Se contempla, por ejemplo, limitar la capacidad de movimiento dentro de las cabinas del avión o establecer nuevas normas para mantener la distancia de seguridad mínima en los embarques y desembarques.
Más tecnología: detección térmica
Otra de las medidas que se contemplan es la de tomar la temperatura de los pasajeros antes de comenzar el viaje. Sobre todo, cuando realizan trayectos largos, en los que se multiplica el riesgo de contagio.
En el aeropuerto de Heathrow (Londres) se está probando un sistema de detección térmica. Gracias a unas cámaras capaces de monitorizar la temperatura de las personas que se mueven por la sala de inmigración de la Terminal 2, el personal del aeropuerto puede identificar a aquellos viajeros que puedan suponer riesgo de contagio. Si el testeo es satisfactorio, el aeropuerto instalará este sistema en otras zonas, como las de salida.
Lo cierto es que los cambios no se limitan a los trayectos y los medios de transporte. Hoteles, restaurantes, bares y museos, entre tantos otros, harán uso de la tecnología y la imaginación para adaptarse a la nueva situación sanitaria este verano.
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Imágenes | Unsplash/Chuttersnat, Unsplash/Oskar Kadaksoo, Unsplash/Magdeleine Ragsdale, Aeropuerto de Heathrow