Las cabinas están muriendo y ya nadie hace un alto en el camino para realizar una llamada a ese número que guarda con tesón en la memoria. Ahora, la gente camina mirando las pantallas de sus smartphones, obviando que cada vez son menos los teléfonos públicos que decoran las aceras.
Para frenar la agonía, en Nueva York se ha impulsado el plan LinkNYC, un programa para reemplazar las cabinas por kioskos con WiFi. Una vez rescatadas, tres teléfonos públicos instalados en Duffy Square han vuelto a sonar, pues son parte de la reciente instalación Time Square Arts, que forma parte del proyecto ‘Once Upon a Place’, de Aman Mojadidi, y que ha tomado las calles hasta el próximo 5 de septiembre.
Este programa trata de dar voz a los inmigrantes, a través de relatos transmitidos como conversaciones telefónicas en los que se narra la crudeza de sus experiencia y desplazamientos, tal como hemos podido leer en ‘The New York Times’.
El responsable del proyecto considera que su ubicación es simbólica debido a que Time Square es un lugar muy internacional y visible. Por ello, confía en que los visitantes se interesen por conocer la realidad de la inmigración, huyendo de los estereotipos.
Dentro de la cabina hay un directorio telefónico falso, que contiene información sobre las comunidades de Nueva York donde viven los narradores de las 70 historias que se pueden escuchar. Pero las cabinas guardan toda su esencia, así como sus grafitis.
Mojadidi reconoce que conseguir los audios fue un auténtico reto pero, finalmente, ciudadanos neoyorquinos originales de una gran variedad de países, como el Tíbet o Nigeria, compartieron sus vivencias personales. Las historias duran desde dos hasta 15 minutos y están narradas en diferentes idiomas.
la desaparición de las cabinas en nuestro país
Las cabinas desaparecen y, como ya contamos en Nobbot, surgen nuevos usos para ellas, que van desde las instalaciones artísticas a discotecas diminutas o librerías. Un informe de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) advertía el pasado mes de agosto de que estamos ante el fin de los teléfonos públicos. De hecho, aconsejaba al Ministerio de Industria, Energía y Turismo que revise la conveniencia de mantener la cabinas dentro de las obligaciones del servicio universal de las telecomunicaciones, tal como publicamos en nobbot. Apenas sobreviven unas 18.000 de las más de 100.000 que quedaban en el año 2000, con una caída interanual del 40% en los últimos años.
Además, recientemente El País publicaba un interesante artículo sobre la situación de las cabinas de la capital. La ciudad de Madrid aún dispone de 1.000 cabinas, que se sumadas a las del resto de la región llegan a ser 2.000, lo que supone un 11% de los teléfonos públicos que quedan en nuestro país. Una cifra muy lejana a los 55.000 terminales que ocupaban las calles a finales de los 90.
¿una segunda oportunidad para las cabinas?
Pero lo más dramático es que las que quedan, viven un continuo letargo, pues la mayoría de las cabinas registra una media de poco más de una llamada al día, según los datos de Telefónica. Vivimos en la era móvil y el futuro de los teléfonos públicos tiene los días contados.
Pero al igual que Nueva York, Madrid tiene una larga relación con las cabinas. La primera se instaló en el año 1928 en Viana Park, dentro del Retiro. Llegamos a encontrar 10.000 teléfonos repartidos por la región y si se incluyen las instaladas en lugares privados la cifra ascendería hasta los 100.000. Pero desde su momento álgido, en 1999, han ido muriendo a un ritmo vertiginoso. Y quizá aún es posible buscar una segunda oportunidad para estos terminales tan emblemáticos, al igual que para los neoyorkinos.
Fuente: The New York Times y El País
En nobbot | La cabina telefónica ha muerto: ¡Viva la cabina!