Aproximadamente, el 40% del Ejército estadounidense duerme menos de cinco horas. Aunque, según cualquier organismo de salud, un adulto debería disfrutar de entre siete y nueve horas de sueño de calidad. Es decir, sueño no interrumpido y cómodo. Solo cuando estos soldados vuelven a casa descansan el tiempo recomendado.
Para más inri, en mitad de un conflicto pueden llegar a dormir esas cinco horas repartidas en fragmentos durante más de dos días. Para aguantar maratonianas jornadas de vigilia se recurre a bebidas energéticas, sin supervisar cuál es la tasa o dosis de cafeína necesaria para mantenerse activos. Paradigmático es el abuso con la bebida Rip It.
No obstante, al café se le han atribuido muchas ventajas milagrosas: mayor producción de jugos gástricos, lo que redunda en una mejor digestión, pero también reducir la propensión a diabetes tipo 2 (30%), enfermedades cardíacas (entre 2 y 5%), varios tipos de cáncer (hasta un 20%) e incluso párkinson (en hasta un 30%). Sus antioxidantes combaten los radicales libres y su aroma impregna el hogar.
Pero ¿de cuánto café estamos hablando?
FALTA DE SUEÑO Y CAFÉ
Durante décadas se ha estudiado la privación de sueño, concluyendo que esta carencia puede incluso dañar nuestro ADN. Especialmente en aquellas personas que rotan con frecuencia entre turnos diurnos y nocturnos, la expresión del gen de reparación del ADN disminuyó, aunque en un valor muy pequeño, mientras que las rupturas del ADN aumentaron, lo que puede conducir a efectos adversos e incluso enfermedades crónicas.
Nuestro núcleo supraquiasmático se encarga de regular los ritmos circadianos. Pero si nuestros ciclos de sueño son irregulares, es común que nos mostremos alerta cuando deberíamos tener sueño, y somnolencia cuando deberíamos estar trabajando.
Y el café siempre ha aparecido como salvavidas, como si de un power up digno de los videojuegos se tratase: otra taza salvará otras dos horas de vigilia, otro trabajo que entregar con urgencia. La bebida más popular de Occidente —o, como mínimo, la sustancia psicoactiva más consumida, pese a la predominancia del té— está asociada con el insomnio por una razón obvia: demasiado café nos mantendrá despiertos más tiempo del que nos gustaría. Lo que redundará en estrés negativo.
Con esta información sobre la mesa, un grupo de investigadores ha intentado dar con la fórmula exacta, aquella que determine la dosis precisa de cafeína que necesitamos en cada momento. Pero si aún se está determinando la permanencia del café en el sistema nervioso —hasta 12 horas, según WebMD—, ¿cómo podríamos obtener un dato tan preciso de la cafeína?
PRIVACIÓN CONTINUA DE SUEÑO
Según una investigación liderada por el científico Sridhar Ramakrishnan, en colaboración con distintos doctores como Jacques Reifman, no solo podemos predecir la cantidad de cafeína ideal según un algoritmo, también podemos estimar de cuánto sueño podemos ser privados sin sufrir consecuencias.
El Departamento de Defensa y el Ejército de EEUU están especialmente interesados en el proyecto. A través de sus resultados podrían determinar de forma efectiva cuánta cafeína es necesaria para mantener a sus tropas en el máximo estado de alerta, sin que esta, a su vez, nuble el juicio en mitad de un campo de batalla.
El futuro del café
Los resultados pueden beneficiar igualmente a la población civil. Es sabido que dependiendo de cómo hagamos un café, así es su rendimiento, de manera que una correcta elaboración podría ahorrarnos hasta un 25% de producción. Un factor determinante en un porvenir más sostenible, donde ya bregamos con una extinción masiva derivada del cambio climático, como ya explicamos en este artículo.
Dichos resultados, publicados en la revista ‘Sleep’, tomaron dos interrogantes como modelo para desarrollar un algoritmo que determine cuánta cafeína necesita una persona promedio privada de sueño. Es decir, cuánta cafeína mantendrá alerta a una persona de la misma forma que si hubiese dormido durante ocho horas.
Basándose en este modelo predictivo se podría extrapolar a un modelo específico, diferente para cada persona, que arrojase resultados en tiempo real sobre sus niveles de cafeína. Exacto, una calculadora de cafeína a través de una app móvil.
Ponme dos tazas (o tendré sueño)
Según la publicación, si alguien duerme solo cinco horas por la noche, «es probable que deba consumir el equivalente a dos tazas de café suave cuando despierte, seguido de otras dos tazas cuatro horas más tarde».
Otro ejemplo lo encontramos en las personas que trabajan en turno de noche. «Sería mejor que bebiera dos tazas de café suave justo al comienzo de su turno». Cuando hablamos de café débil, nos referimos a unos 100 miligramos de cafeína por taza. En este artículo hay más ejemplos.
El objetivo de esta investigación es exprimir el beneficio máximo obtenido por cafeína consumida, «mientras se asegura que la cafeína total en el torrente sanguíneo no exceda un umbral de 400 miligramos».
Aún se está trabajando en la aplicación futura de estos resultados —hay que tener en cuenta variables como la estimulación lumínica—. Pero de algo están seguros: tras el consumo de cafeína, en todos los escenarios posibles, la respuesta psicomotora mejora en hasta un 70%.
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