El verano siempre ha sido una época marcada por el calor, el descanso, el ocio y los romances ¿pero es cierto que cuando llega el calor es más probable que nos enamoremos? Hay una base científica detrás de esta idea.
Verano y romance son dos conceptos que muchas veces se ven involucrados en la misma frase. Todos hemos vivido un amor de verano que duró lo mismo que dura el periodo estival y esto no se debe a una serie de casualidades sino que existe una base científica capaz de explicar el por qué los seres humanos son más propensos a ‘enamorarse’ cuando llega el calor.
El calor de una pareja
Durante la época más calurosa del año (y más ahora que no dejan de subir las temperaturas), hay varios factores ambientales, psicológicos y hormonales que hacen que la predisposición a encontrar una pareja sea mayor. Más horas de luz solar, tiempo libre y de ocio e incluso el factor estético juegan un papel clave a la hora de hacer que dos personas se unan durante este periodo del año. A pesar de ello, esto suele durar poco y tan rápido como estos factores causan efecto, dicho efecto desaparece al retomar una rutina convencional.
Varios psicólogos han podido analizar este tipo de comportamientos y como la canción de Sonia y Selena bien supo anticipar, el calor sí hace que nos enamoremos. El calor refiriéndonos al sol y a la mayor exposición a la luz que recibimos a medida que se acerca el verano. Más horas de luz, equivalen a más horas en las que nuestro cuerpo genera dopamina y endorfinas, hormonas clave a la hora de enamorarnos y entablar relaciones.
Y si combinamos las horas de luz con un periodo en el que tendemos a disfrutar de vacaciones en lugares agradables, tener más tiempo libre y llevar a cabo actividades de ocio de nuestro interés, las ‘hormonas de la felicidad’ se multiplican, haciendo que el amor fluya.
‘Es la brisa y el sol’
Una mente feliz y en calma promueve las relaciones, pero el factor estético que marca muchas veces el verano juega también un papel clave a la hora de enamorarse.
Los cánones estéticos actuales en nuestro país nos marcan que un cuerpo bronceado resulta, por lo general, más atractivo. Esta característica, casualmente, es más fácil de obtener en verano. Además, el sol en su justa medida, el ambiente cálido y la brisa marina combinados con los baños frecuentes favorecen también al buen estado de la piel por lo que mejora la estética general de nuestras caras. Esto deja claro que el factor estético también es clave para fomentar el ‘amor’ durante esta época.
Amor con punto final
Lo más característico de este tipo de relaciones, por lo general, es que igual de rápido que llegan, suelen irse. El verano recoge todas las condiciones favorables para que surjan relaciones de gran intensidad pero que se ven limitadas por un periodo de tiempo y una serie de características que duran poco tiempo.
Las rutinas de trabajo, la distancia entre los miembros de la pareja y la bajada de intensidad en la relación con respecto a su inicio son factores que afectan de forma directa a la misma y bloquean el estado de calma que dio inicio a la relación, dificultando que se cree el vínculo necesario para pasar a la siguiente fase de enamoramiento: la estabilidad.