En las ciudades vivimos más de la mitad de la población mundial. Este número crecerá exponencialmente en los próximos treinta años. Se espera que la población urbana aumente otros 2 500 millones de personas para 2050.
En las urbes se consumen dos tercios de la energía mundial producida. Además, se genera más del 70 % de las emisiones anuales de CO? a nivel mundial. Estas provienen principalmente del consumo de energía de servicios públicos, vivienda, transporte, suministro de alimentos, etc.
Tres de cada cuatro ciudades de todo el mundo experimentarán un cambio dramático en las condiciones climáticas en las 3 próximas décadas, debido al calentamiento global.
¿Cómo afectará el cambio climático a las ciudades?
Algunas consecuencias del cambio climático serán menos días de precipitación anual y episodios de lluvias intensas más frecuentes. Esto se traduce en periodos más graves y duraderos de sequías e inundaciones causadas por lluvias torrenciales. Los cambios afectarán a ciudades de todo el mundo, tanto de países ricos como de países en vías de desarrollo. Pero se verán más afectadas aquellas que no estén preparadas para soportar estas consecuencias.
La alteración de los periodos de lluvia representa una seria amenaza para el funcionamiento de las ciudades. Puede afectar tanto a las infraestructuras urbanas como a la calidad de vida de sus habitantes.
Ahora más que nunca, las ciudades deben llevar a cabo grandes cambios para reducir el consumo de energía y la emisión de contaminantes. A este giro hacia sistemas de producción y consumo sostenibles lo conocemos como transición urbana.
Algunas estrategias que podrían generar cambios significativos y a gran escala para impulsar esta transición urbana son la implementación de soluciones tecnológicas basadas en el uso eficiente de la naturaleza, más conocidas como soluciones basadas en la naturaleza (SBN).
A nivel mundial, uno los mayores esfuerzos para que los gobiernos actúen ante el cambio climático e inicien la transformación de las ciudades hacia modelos más sostenibles son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) acordados por Naciones Unidas el 25 de septiembre de 2015.
El ODS 6 busca garantizar el acceso a agua potable y saneamiento universal. Se centra en la gestión sostenible de los recursos hídricos, las aguas residuales, los ecosistemas y reconoce la importancia de unas condiciones adecuadas para lograrlo.
El estado actual del ODS 6 indica que alrededor del 71 % de la población mundial utiliza un servicio de agua potable administrado de manera segura, mientras que únicamente el 49 % cuenta con una gestión integrada de recursos hídricos.
Considerando estas cifras y contrastándolas con las previsiones climáticas hasta 2050, es posible deducir que la gestión del agua de manera global será fundamental. Y especialmente importante en las ciudades para evitar el desabastecimiento en periodos de sequías y los destrozos por inundaciones en episodios de lluvias torrenciales.
En entornos naturales, la lluvia cae sobre superficies permeables y penetra en el suelo mediante un proceso llamado infiltración. Pero en las ciudades, donde la mayor parte de la superficie es pavimento y asfalto, la infiltración natural es limitada. Ante episodios de lluvias torrenciales, las redes de drenaje urbano pueden llegar a ser insuficientes.
En el mejor de los casos, estos sistemas pueden desviar las aguas superficiales a ríos o arroyos cercanos y deteriorar la calidad del agua de los acuíferos. En el peor de los casos, pueden ocasionar inundaciones devastadoras, como las ocasionadas por la denominada depresión aislada en niveles altos (DANA), más conocida como gota fría, cada vez más frecuente en nuestro país.
Una soluciones basadas en la naturaleza para afrontar este problema son los sistemas urbanos de drenaje sostenibles (SUDS), que tienen como objetivo disminuir la cantidad de agua que llega a la red pública de drenaje, reduciendo la posibilidad de inundaciones. Además, permiten almacenar y/o reutilizar el agua superficial dentro de los entornos urbanos, mejorando la calidad del agua que llega a los acuíferos.
¿Cómo funcionan los SUDS?
Los SUDS están integrados por diferentes técnicas que derivan el flujo del agua hacia zonas de retención e infiltración. A medida que el agua superficial fluye a través del sistema, se controla la velocidad del flujo y se eliminan los contaminantes.
Al conjunto de estas técnicas las denominamos procesos de gestión y puede incluir las siguientes etapas:
1) Gestión en origen. Disminuye el volumen de líquido que ingresa a la red de drenaje o río. Intercepta el agua de lluvia acumulada en los techos de los edificios para su reutilización (por ejemplo, para riego) o para el almacenamiento y posterior evapotranspiración a través de las plantas (por ejemplo, instalando techos verdes).
2) Gestión en entorno urbano. Incluye áreas de pretratamiento, como superficies permeables, zanjas filtrantes, drenes filtrantes, pozos y zanjas de infiltración, etc. Estas imitan la recarga natural, permitiendo que el agua penetre en el suelo, y eliminan los contaminantes de las aguas superficiales.
3) Gestión en cuencas. Estos sistemas de retención retrasan la descarga de agua superficial a los cursos de agua al proporcionar almacenamiento en estanques, cuencas de retención y humedales.
¿Dónde se han probado?
En Europa hay muchos casos de éxito de SUDS. Entre ellos podemos destacar el sistema Bluebloqs implementado en un barrio de Rotterdam (Países Bajos). Permite la recolección, tratamiento, infiltración, almacenamiento y reutilización del agua de lluvia. Se utiliza para evitar inundaciones, además de proporcionar el agua para regar el césped del estadio del equipo de fútbol Sparta.
Otro ejemplo de SUDS son los depósitos o tanques de tormenta para almacenar las primeras aguas de lluvia (que son las más contaminadas) y conducirlas posteriormente a estaciones de depuración. Madrid tiene instalados más de 60 en toda la Comunidad. Los más grandes a nivel mundial son los ubicados en Arroyofresno y Butarque.
Sin embargo, en estos casos, a diferencia del ejemplo de Rotterdam, el agua recuperada no es tratada, almacenada ni reutilizada in situ, sino que es reconducida a plantas de depuración.
Sin duda alguna, las soluciones basadas en la naturaleza como los sistemas urbanos de drenaje sostenible serán trascendentales para la adaptación de las ciudades al cambio climático.
Estas estrategias permiten generar recursos hídricos dentro de las propias ciudades para ser reutilizados durante los periodos de sequías prolongadas. Además, sirven para mitigar los efectos negativos del cambio climático como las olas de calor y las lluvias torrenciales.
Jorge Adán Sánchez Reséndiz, Doctor Arquitecto, Investigador del Centro itdUPM, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.