¿Fue la señorita Amapola con una cuerda en el salón? ¿O el coronel Rubio con un candelabro en el cuarto de baño? Para averiguarlo y alzarse como ganador al Cluedo, es necesario ir descartando a todos y cada uno de los sospechosos hasta dar con el verdadero culpable. El asesino que está detrás del misterioso crimen en la mansión.
Si llevásemos la ciencia del clima a una investigación criminal (o a una novela de Sherlock Holmes), nos encontraríamos también con un juego de descartes y muchas evidencias. Los científicos Andrew Dressler y Daniel Cohan invitan a pensar en el cambio climático como un whodunit (who has done it? o ¿Quién lo ha hecho?).
En esta novela de detectives, no nos libramos de los spoilers. Actualmente, hay consenso científico y los climatólogos lo tienen claro: no tendríamos más remedio que ‘detener’ al dióxido de carbono (CO2) por calentar el planeta.
¿Quién ha calentado la Tierra?
La Tierra lleva décadas calentándose. La temperatura media ha subido 1,1 °C desde la época preindustrial, y todo parece indicar que seguirá aumentando. Además, los últimos siete años han sido los más cálidos a nivel global desde 1850.
Esto tiene numerosas consecuencias: las olas de calor son más intensas y prolongadas, se dan más fenómenos meteorológicos extremos, cambian los patrones de las precipitaciones y aumentan las sequías y los incendios forestales. Todo esto impacta en los ecosistemas, en la agricultura, en el acceso a los recursos y en la salud de las personas, entre otros.
Tal y como señalan Andrew Dressler, director del Texas Center for Climate Studies, y Daniel Cohan, profesor de Ingeniería Civil y Ambiental en la Universidad de Rice, el clima no cambia por sí solo: existen diferentes mecanismos que pueden causar estos cambios. El primer paso es analizar todas las opciones posibles para poder encontrar al culpable.
Los cuatro sospechosos
El tablero del whodunit del cambio climático tiene diferentes personajes. Entre ellos, están el Sol, la propia órbita de la Tierra, los volcanes y los gases de efecto invernadero. Todos y cada uno de ellos levantan sospechas, y solo algunos tienen coartadas.
El primer agente que analizan Dressler y Cohan es el Sol. Lo cierto es que es el encargado de calentar nuestra atmósfera y, a lo largo de la historia, los cambios en su actividad han propiciado cambios climáticos. Sin embargo, el Sol está actualmente en una fase de poca actividad, por lo que no es posible que esté detrás del calentamiento. Podríamos decir que su coartada es infalible.
La segunda sospechosa es la órbita de la Tierra. Tal y como señalan Dressler y Cohan, pequeñas oscilaciones en esta órbita han marcado glaciaciones y otros cambios en el pasado. “Sin embargo, la órbita de la Tierra cambia demasiado lentamente y ahora se encuentra en una fase en la que las temperaturas deberían enfriarse. Otro sospechoso caído”, señalan.
Tan solo quedan dos. La siguiente en pasar por la lupa de los detectives es la actividad volcánica: sabemos que las grandes erupciones pueden enfriar la atmósfera. En 1815, las cenizas y los gases que lanzó el volcán Tambora en Indonesia crearon una gran nube negra que no dejaba pasar la luz del sol y provocó que las temperaturas bajaran varios grados en todo el hemisferio norte.
Este problema duró tres años. Sin embargo, la actividad volcánica no puede justificar décadas de calentamiento. Llegados a este punto, todas las miradas de los detectives se giran hacia el último posible culpable: los gases de efecto invernadero. Parece que el misterio está resuelto.
Tenemos al culpable
“Las historias de policías a veces presentan al ‘criminal más tonto del mundo’, aquel que no usa guantes, deja huellas dactilares por toda la casa, pierde su billetera en la escena del crimen, es grabado en vídeo, se jacta ante sus amigos de que cometió el delito y, cuando finalmente es arrestado, tiene evidencias del crimen en sus bolsillos. El dióxido de carbono es como el criminal más tonto del mundo: deja por todas partes pruebas de que es culpable”, señalan Dressler y Cohan.
Lo cierto es hay muchas pruebas que permiten incriminar al CO2, uno de los principales gases de efecto invernadero. En primer lugar, sabemos que al aumentar la cantidad de CO2 en la atmósfera se da un fenómeno de calentamiento. Ya en 1853, la científica Eunice Foote descubrió que el vapor de agua y el CO2 absorben mucho más calor que el resto de los principales gases que componen la atmósfera. Unas décadas después, el sueco Svante Arrhenius confirmó que los gases que se emitían por la quema de carbón incrementaban el efecto invernadero natural del planeta.
Además, sabemos que el ser humano ha aumentado las emisiones de estos gases de forma continuada desde la Revolución Industrial. De hecho, es fácil encontrar la relación entre el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y el aumento de la temperatura.
Una causa antropogénica
“Los científicos han examinado cada uno de estos ‘sospechosos naturales’ para ver si podrían ser la causa del calentamiento actual de la Tierra, y la respuesta es no”, explican desde Covering Climate Now en relación a los demás sospechosos de este whodunit climático. “Según los factores naturales, la Tierra debería estar enfriándose en este momento, muy gradualmente. En cambio, se está calentando rápidamente y las emisiones humanas de gases que atrapan el calor tienen toda la culpa”.
¿Y qué causa estas emisiones? De acuerdo con Covering Climate Now, la quema de combustibles fósiles representa aproximadamente tres cuartas partes del total. El resto proviene de la deforestación, la descomposición de los desechos orgánicos y la agricultura.
Hay una lista de evidencias que respaldan esta explicación y no hay sospechosos alternativos plausibles. En esta novela policíaca, señalan Dressler y Cohan, no tendrías más remedio que ‘detener’ al dióxido de carbono por calentar el planeta.
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