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Un estudio aporta nueva luz sobre la desconfianza de los ciudadanos hacia la política y, al mismo tiempo, sobre sus dudas ante la llamada revolución industrial 4.0. Así, el 26% de los españoles verían con buenos ojos dejar en manos de una inteligencia artificial importantes decisiones sobre la marcha del país. Este es uno de los datos obtenidos en una encuesta realizada por el European Tech Insights 2019 de IE University sobre ciudadanos de ocho países europeos (Francia, Alemania, Irlanda, Italia, España, Portugal, Países Bajos y el Reino Unido). Este porcentaje resulta paradójico si tenemos en cuenta que, por otro lado, los españoles y europeos se muestran temerosos ante los avances en robótica y automatización. Aun así, si tienen que elegir entre un político de carne y hueso y uno de metal, muchos europeos se quedan con la segunda opción.
¿un robot en campaña electoral?
En países como los Países Bajos, Alemania y el Reino Unido, el porcentaje es aún mayor que en España: uno de cada tres ciudadanos de estos países estaría dispuesto a acatar decisiones de gobierno tomadas por una inteligencia artificial. Así, parece que la desilusión ante fenómenos como el Brexit, la corrupción o los nuevos populismos, pesa más que el miedo a los robots. Por ello, a muchos europeos parecería no importarles que un robot participara en la campaña electoral.
Aunque pueda parecerlo, esto no sería tan novedoso: en 2016, se propuso a Watson, de IBM, como candidato a la presidencia de EEUU y, en Tokio, un robot fue candidato a la alcaldía.
Diego Rubio, director ejecutivo del CGC de IE University, señala que “esta actitud, seguramente relacionada con el aumento de la desconfianza entre los ciudadanos hacia sus gobiernos y representantes políticos, cuestiona el modelo europeo de democracia representativa y pone en
tela de juicio el concepto de soberanía popular”.
Y eso que el recelo ante los continuos avances en robótica y automatización no es menor. Así, el 56% de los ciudadanos expresa su temor ante un mundo donde las máquinas puedan realizar la mayoría de las tareas que actualmente realizan los humanos. Este nivel de preocupación, que aumenta significativamente a medida que las personas envejecen, es casi el doble frente al 30% de los ciudadanos que están entusiasmados con la perspectiva. Según se señala en el informe, esto puede tener implicaciones de gran alcance para aquellas empresas que trabajan para automatizar sus procesos de producción.
incertidumbre ante la economía 4.0
Y es que, por lo que parece a la luz de esta investigación, la cuarta revolución industrial está produciendo un sentimiento creciente de inseguridad e incertidumbre entre nuestros conciudadanos. Más de dos tercios de los europeos de todas las edades creen que, si no se controlan adecuadamente, las nuevas tecnologías causarán más daño que bien a la sociedad en la próxima década. Y es curioso que esta necesidad de control del avance tecnológico por parte de administraciones y reguladores se manifieste al mismo tiempo que un importante porcentaje de los ciudadanos muestra desconfianza ante estas instituciones.
Como resultado, la mayoría de los ciudadanos de la UE están a favor de que los gobiernos promuevan medidas políticas para frenar la automatización que las empresas pueden introducir en sus negocios. Las medidas menos intervencionistas, como proponer impuestos adicionales para las empresas que eliminan empleos debido a la automatización (67%) o brindar apoyo adicional a los afectados a través de la pérdida de empleos (71%) reciben mucho apoyo.
¿se hablá en la campaña electoral de cómo afrontar la automatización?
Sin embargo, las intervenciones gubernamentales más radicales tienen niveles aún mayores de apoyo: el 72% de las personas encuestadas piensa que los gobiernos deberían establecer límites en el número de puestos de trabajo que las empresas pueden reemplazar con máquinas. El 74% piensa que a las empresas solo se les debe permitir sustituir trabajos que son peligrosos o poco saludables.
Además, cuatro de cada diez empleados de la UE piensan que las empresas para las que trabajan probablemente desaparecerán en la próxima década, a menos que apliquen cambios importantes y rápidos a sus sistemas productivos y modelos de negocios.
Este sentimiento de fragilidad es particularmente agudo entre los millennials de 18 a 34 años (54%), quienes parecen tener una visión bastante pesimista sobre el futuro de sus compañías. Por el contrario, los empleados mayores de 65 años tienen bastante confianza y solo el 22% cuestiona la continuidad de sus empresas.
Por todo ello, la gran mayoría de los europeos encuestados espera que sus gobiernos establezcan nuevas leyes e impuestos para limitar la automatización y evitar el desplazamiento de empleos, incluso si eso significa detener el progreso tecnológico. Estos resultados son consistentes en todos los países, grupos de edad, géneros y tendencias ideológicas.
¿dejaremos de conversar cara a cara?
La encuesta también sugiere que las personas no solo se preocupan por la transición tecnológica entrante, sino que también sienten que las instituciones encargadas de este proceso están fallando. La mayoría de las personas encuestadas (60%) consideraron que el sistema educativo no los está capacitando para enfrentar los desafíos planteados por las nuevas tecnologías.
Pero los europeos no solo están preocupados por los desafíos que enfrentarán en el mercado laboral, sino también por lo que esto significará para sus costumbres sociales: más de dos tercios de los europeos consideran que las personas pasarán más tiempo socializando en línea que cara a cara en el futuro.