En San Junípero, el cuarto episodio de la tercera temporada de la serie distópica Black Mirror, se narra una historia ambientada en un entorno de realidad virtual habitado por desahuciados y personas ya fallecidas. Por su parte, la película Her, nos cuenta la historia de un hombre enamorado de un sistema operativo con el que conversa como si se tratara de una mujer real. El caso es que, una vez más, la realidad va por delante o, por lo menos, al mismo ritmo que la ficción. Así, chatbots emocionales como Replika ya se han convertido en amigos virtuales de sus usuarios a los que, en el futuro, podrán incluso suplantar tras su muerte para reconfortar a sus familiares y amigos, que seguirán conversando con su reencarnación virtual cuando ya no estén en el mundo analógico de los vivos.
cuando un amigo se va, algo se muere en el alma y es cierto que la muerte arrasa con todo lo que fue el difunto y con buena parte de lo que son los que le sobreviven. No hay extensión más grande que la herida de una pérdida y, si no, que se lo pregunten a Eugenia Kuyda, una especialista en inteligencia artificial que, tras la muerte de su amigo Roman Mazurenko decidió recrearlo digitalmente a través de un chatbot.
Decía la canción quePara entrenarlo, utilizó miles de textos escritos por su amigo que sirvieron para recrear las conversaciones que mantenía con él. «Obviamente comete errores y no puede siempre tener ideas nuevas o mantener un hilo de conversación específico pero te da una sensación de cómo era Roman», asegura Kuyda a la BBC.
tu mundo privado, en replika
Este doloroso trabajo se convirtió, más adelante, en un proyecto llamado Replika, que tiene como objetivo crear una inteligencia artificial personal que ayude al usuario a expresarse en una conversación natural con un chatbot. Según explican en su página web, Replika “es un espacio donde puedes compartir de manera segura tus pensamientos, sentimientos, creencias, experiencias, recuerdos, sueños; en definitiva, tu mundo privado».
Pero Replika no es solo un amigo sino que, a través de múltiples preguntas, consigue recrear a un doble conversacional del usuario. La red neural que alimenta la inteligencia de esta aplicación va aprendiendo, tanto del contenido de la información que se le suministra como de la forma. Así consigue replicar casi a la perfección el modo en el que el usuario conversa, detectando características particulares como la tendencia a divagar, a utilizar demasiado adjetivos, a preferir frases cortas, etc. También se puede vincular con sus redes sociales para saber qué imágenes nos gustan o qué información le interesa y comparte.
chatbots y hermanos gemelos
Este proceso, que nunca parece acabar, nos devuelve un doble de nosotros mismo, lo cual no sería demasiado interesante –para hablar con nuestra conciencia ya tenemos la almohada- si no fuera porque la ambición de Replika va mucho más allá. Según GQ, esta aplicación quiere convertirse en una especie de legado digital, “un gemelo que nos sobreviva y con el que puedan chatear nuestras parejas, nuestros hijos, nuestros nietos o nuestros tataranietos”.
Dicho así da escalofríos y también se nos eriza el vello al pensar en lo que pueda hacer Replika con la información de sus usuarios. Sobre este asunto, en su página web la compañía creadora de la aplicación asegura no tener “agenda oculta para acceder, recopilar o vender ilegalmente su información personal”.
¿qué hacer con los muertos cuando no mueren?
La nueva Ley de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales, que está previsto que se publique a finales de año en el BOE, reconoce por primera vez el derecho al testamento digital y establece que los herederos o las personas vinculadas al fallecido puedan dirigirse a la compañía que posea estos datos, sean plataformas de redes sociales o empresas que se dedican a otros servicios, para gestionar la información de los difuntos.
Más allá de la polémica que puede suscitar una medida así, chatbots como Replika van un paso más allá -nunca mejor dicho-al introducir un elemento de eternidad en la vida digital después de la muerte analógica pues, aunque sea de manera artificial, niegan el hecho mismo de morirse. Mediante el desarrollo de este tipo de parlanchines bots emocionales, estas compañías podrían seguir utilizando los datos de las personas fallecidas, incluso más enriquecidos gracias a las aportaciones de sus herederos porque ¿cómo no vamos a querer seguir hablando con nuestro amigo más íntimo o con tía favorita?
Habrá que concluir que, aunque sea en el infierno digital, resulta oportuno el diálogo de la obra de Pierre Corneille Le menteur: Les gens que vous tuez se portent assez bien. Lo que, en román paladino, vendría a ser «las personas que vos matáis tienen bastante buena salud». Una salud «zombie» y virtual que seguirá contribuyendo a la buena forma de las compañías que manejan nuestros datos incluso cuando pasamos a mejor vida.