Carlos Otto tiene 36 años y es periodista freelance. Trabaja sobre todo para El Confidencial haciendo reportajes sobre economía y tecnología. Además, hace contenidos para empresas no periodísticas y es el creador del «El enemigo anónimo», la primera serie documental sobre ciberseguridad hecha en España.
Anteriormente trabajó para medios como El Mundo, La Vanguardia o 20 minutos.
Hablamos con Carlos de su serie pero también sobre asuntos como el periodismo freelance o el emprendimiento.
el enemigo anónimo, una aventura periodística
– ¿Cómo surgió la idea de «El enemigo anónimo»? ¿Antes de decidir aventurarte tú solo en este proyecto se lo ofreciste a algún medio?
La idea surge entre finales de 2019 y 2020. Ya llevaba 2-3 años publicando en El Confidencial reportajes sobre ciberdelitos que iban más allá de los ciberataques que todos conocemos. Siempre he pensado que la ciberseguridad es mucho más que eso: también es ciberacoso en redes sociales, estafas online, empresas que hacen negocio con tus datos, fake news… y pensé que todos estos contenidos podían ir en un formato mucho más amplio que el reportaje en texto. Soy freelance desde 2010 y ya habían hecho algunas series documentales (en 2012 hice una serie documental sobre emprendimiento, que vendí al ISDI, y en 2013 otra sobre startups españolas en Silicon Valley e Israel, que vendí a Caixa Capital Risc), así que pensé que ese era el formato perfecto.
En cuanto a si lo ofrecí a medios, sí, pero poco. Por lo general, seamos sinceros, a la hora de buscarle rentabilidad a un proyecto de vídeo online va a ser más fácil vendérselo a una empresa no periodística (que paga más si lo cuelga en algún blog suyo o dentro de su estrategia de marketing de contenidos) que a un medio de comunicación (que paga infinitamente menos). Mi primera intención era sacar el proyecto por mi cuenta y buscar patrocinadores, pero había tres posibles problemas:
- Trabajo como periodista desde los 22 años, ahora tengo 36 y siempre he sido un currito. ¿Qué quiero decir con esto? Que nunca he tenido un colchón económico familiar ni grandes ahorros para lanzar algo por mi cuenta asumiendo un coste inicial. Y eso juega a favor de que intentes vender tu proyecto a un tercero en vez de asumirlo por tu cuenta.
- Sacarlo por tu cuenta implica una labor comercial brutal, y eso alarga y dificulta de manera exponencial todo el trabajo.
- Si sacas algo por tu cuenta tienes que crear una audiencia desde cero. Yo siempre he trabajado para medios que ya tienen su audiencia creada, así que lo de crearla de cero siempre da vértigo. Era mi escenario ideal, ya que el proyecto sería mío y tendría libertad absoluta, pero da mucho vértigo.
Así que se lo ofrecí, por una parte, a un medio de comunicación, que nunca me dio respuesta, y a otras dos empresas.
«Todo iba bien hasta que en marzo… ¡pum!, llega una pandemia mundial, nos confinan, empieza a haber ERTEs y las empresas bajan drásticamente sus presupuestos de marketing. ¿Y ahora qué narices hago?».
– Háblanos del proceso de creación y rodaje, que imagino que habrá sido de locos
Ha sido una locura absoluta. Todo iba bien hasta que en marzo… ¡pum!, llega una pandemia mundial, nos confinan, empieza a haber ERTEs y las empresas bajan drásticamente sus presupuestos de marketing. ¿Y ahora qué narices hago? Estuve unos días pensando si no era mejor dejarlo, pero luego me paré a pensar: ‘A ver, tengo grabadas 19 entrevistas… eso al menos me da para un tráiler. Puedo preparar un tráiler, lanzarlo y, a partir de ahí, buscar los patrocinios y, si llegan, terminar de grabar y producir la serie’. Dicho y hecho. A partir de ahí, la línea temporal fue la siguiente:
- Abril: ir preparando la web, el canal de Youtube, las redes sociales, la newsletter, la promoción inicial y todo el catálogo de posibles patrocinios. [Spoiler: con el miedo a la caída de dinero por la pandemia, bajé los precios que tenía inicialmente previstos]
- Mayo: chequear todas las entrevistas, hacer volcado de todas, elegir las mejores partes de cada entrevistado y preparar un tráiler con el que abrir boca de posibles espectadores y patrocinadores.
- Junio. El 10 de junio lanzo oficialmente el tráiler y, en la web, presento el catálogo de posibles patrocinios a los que puede optar cada empresa o particular que quiera apoyar el proyecto. Por suerte, el tráiler lo peta y las propuestas de patrocinio superan con creces las cuentas que me había hecho en la cabeza. Pensaba que, si había suerte, cubriría gastos y poco más, pero no fue así: a día de hoy tenemos un patrocinador Oro, 9 Platas y 11 Bronces (y seguimos abiertos a nuevos patrocinios). «El enemigo anónimo» es un proyecto rentable y he conseguido que sea un proyecto mío, no de una tercera empresa. Ni un solo patrocinador (repito: ni uno solo) me ha pedido quitar ni añadir nada. De hecho, los patrocinadores no ven los capítulos hasta que se publican, como todo el mundo.
- Julio y agosto. Quizá los meses más estresantes de toda mi vida. Tenía que gestionar patrocinios (imagínate lo que es ir hablando con las 21 empresas que han entrado más las que no entraron), grabar entrevistas, volcar declaraciones perfilar la web, gestionar la estrategia de difusión, hacer facturas…
- Septiembre. El 1 de septiembre nacimos oficialmente publicando nuestro primer capítulo. Desde entonces publicamos un capítulo cada semana, de dos formas: el martes sale el vídeo en el canal de Youtube y el miércoles un reportaje ampliado en nuestra web.
«No puedes decirle que salga de su zona de confort a alguien que nunca ha tenido zona de confort».
Aquí tengo que hacer un apunte importante. Cuando empecé a planificar todo tenía ahorrados 3.000 euros, ni un euro más, eso es todo lo que tenía para contratar a los cámaras para las entrevistas, editar el tráiler, contratar hosting y diseño web basiquísimo… Todo empezó siendo un proyecto ultralowcost porque, sencillamente, no podía permitirme otra cosa. Tampoco podía especular con ‘Pongo el dinero para la serie y a ver si lo recupero luego’ porque no lo tenía: este proyecto tenía que ser rentable desde el primer día; si no, no podía salir adelante. De hecho, no dejé mi trabajo, porque eso me habría dado una ansiedad económica que, francamente, no podía permitirme. A mucha gente le encanta ese discurso emprendedor de ‘Persigue tus sueños’, ‘Sal de tu zona de confort’ y demás frases de coach barato, pero quien no tiene dinero no es libre. No puedes decirle que salga de su zona de confort a alguien que nunca ha tenido zona de confort.
ciberseguridad y teletrabajo
– Es curioso que hace unos meses, cuando empezarse a grabar la serie, nuestro gran miedo fuera un virus informático y ha sido un virus al uso el que ha cambiado nuestro mundo. ¿Estamos preparados para garantizar la ciberseguridad en un entorno de eclosión del teletrabajo?
Es evidente que no, pero yo aquí haría una puntualización. Ni siquiera estábamos preparados para garantizar la ciberseguridad en una oficina normal y corriente, ¿cómo vamos a poder garantizarla con cada cual trabajando en su casa? Porque no seamos hipócritas: la mayoría de las empresas nunca ha estado en condiciones de mantener la ciberseguridad en su propia sede.
– ¿Hay recomendaciones en las que hayan coincidido los expertos con los que has hablado para garantizar nuestra seguridad en el entorno online?
La más unánime (y la más asequible para todos) es usar una VPN para navegar de una manera más anonimizada. Aparte de eso, la típica: tener un cuidado extremo con los correos que se reciben para evitar el phishing y, sobre todo, el fraude del CEO.
«La mayoría de las empresas nunca ha estado en condiciones de mantener la ciberseguridad en su propia sede».
– Más allá de este trabajo, en tu labor periodística has abordado a menudo el auge del emprendimiento, palabra que ha llenado la boca de políticos y economistas en los últimos años. ¿Existe el emprendimiento en España o damos ese nombre a lo que es una estrategia de supervivencia?
La burbuja del emprendimiento fue la tormenta perfecta, porque se juntaron varias cosas:
- Paro. La burbuja emprendedora en España se dio sobre todo en 2012 y 2013, en los peores años de la crisis, con tasas de paro del 25% en la población general y del 50% en la juvenil. Animar a la gente a emprender significaba que esas personas salían temporalmente de las listas oficiales del paro y pasan al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA).
- Filosofía emprendedora. Fueron los años del ‘Si quieres, puedes’, del ‘Consigue tus sueños’, del ‘Tu futuro laboral está en tus manos’. Y los medios (yo el primero, ojo) la pifiamos por completo al dar tantísimo bombo a historias de superación, reportajes sobre el chico de 20 años que se quedó en paro y sale adelante con su proyecto propio… Yo fui el primero que se dejó cautivar por ese tipo de historias y me arrepiento muchísimo. Si ahora leo algunos de mis reportajes de 2012 o 2013, me dan ganas de darme un guantazo por inconsciente. A todos nos encantan las historias de superación empresarial, pero el problema es que por cada persona que ha conseguido su objetivo quizá haya 20 que no lo consiguieran, pero esas no salen en los medios. Eran años de depresión total en España y de vender a los emprendedores como héroes. Los políticos dejaron de besar bebés en los mítines para besar a emprendedores y no había una sola institución pública sin su aceleradora de startups o sus programas de emprendimiento que, salvo excepciones, no valían absolutamente para nada. Fueron los años de gente montando tiendas de cupcakes.
- La idea. Se le vendió a todo el mundo que esto de emprender es cuestión de tener una idea innovadora, el emprendedor que empieza en un garaje y todo eso. A poco que montas cualquier tipo de proyecto te das cuenta de que la idea no suele valer nada, te la puede copiar cualquiera (de hecho seguramente tú le hayas copiado la tuya a alguien), lo que vale es ejecutarla bien. Esa fantasía de que lo importante es la idea hizo hecho mucho daño. La mayor parte de las veces no se trata de crear algo que no existe, sino de coger algo que ya existe y ver si tú puedes hacerlo mejor que los demás.
- Falta de perspectiva de clase. Cuando montas un negocio, generalmente necesitas una inversión inicial. Además, en la inmensa mayoría de ocasiones vas a estar un tiempo facturando 0 ceros (o incluso perdiendo dinero) hasta llegar a beneficios… si es que llegas algún día. ¿Qué quiere decir esto? Que en realidad emprender está solo al alcance de gente con dinero, con ahorros previos, con un colchón familiar o con una buenísima formación para montar negocios. Para una persona en paro, sin ahorros y con una hipoteca, emprender es una quimera.
A día de hoy el concepto ya es muy difuso. No puede ser que el emprendedor sea el hijo de un directivo del IBEX que monta una startup con 200.000 euros de su familia y 300.000 de un fondo de inversión… y que también lo sea el trabajador precario que tiene que hacerse repartidor de Glovo para ganar cuatro duros. El problema es que se ha gastado tanto la palabra que ya causa bastante rechazo. Emprender, por lo general, necesita un dinero, una tranquilidad económica y unos conocimientos que la mayoría de españoles no tenemos. No pasa nada, asumámoslo, pero dejemos de vender que emprender es para todo el mundo.
«Los políticos dejaron de besar bebés en los mítines para besar a emprendedores y no había una sola institución pública sin su aceleradora de startups o sus programas de emprendimiento».
– ¿Cuál es el caso que más te ha sorprendido, por lo estrafalario, relacionado con la burbuja del emprendimiento? ¿Y algún otro que te parezca ejemplar?
Pues mira, de startups no te voy a poner ningún ejemplo porque nunca sabes si la persona de la que vas a hablar lo hizo todo con su mejor intención, o si estaba pasando un mal momento o algo similar, y es muy fácil verlo todo a toro pasado. Te voy a poner un ejemplo estrafalario de burbuja emprendedora a nivel público. Hace unos años, un organismo público me contrató para dar un taller sobre comunicación para startups en su aceleradora de emprendedores (me pagaron unos 800 euros, creo recordar). Llegué y me encontré un edificio de cerca de 5.000 metros cuadrados: cientos de oficinas, dos anfiteatros (¡dos anfiteatros!), no sé cuántas salas de reuniones, una cafetería… Y luego resultaba que: apenas tenían 15 emprendedores/startups en su programa de aceleración y el 90% del macroedificio estaba vacío; los emprendedores solo podían ir de 9 a 14h. porque esa institución pública se había gastado una millonada en el edificio… y no le quedaba dinero para contratar a personal que pudiese estar por las tardes; y no había dinero para pagar calefacción, así que hacía un frío brutal…Me parece un buen ejemplo de burbuja emprendedora a nivel público.
el periodismo como carrera de fondo
– Hablando de emprendimiento, ¿cómo es la vida de un periodista freelance? ¿Ha cambiado con la pandemia?
A mí, por suerte, la pandemia no me ha cambiado el panorama laboral, pero te reconozco que estoy entre las excepciones. No porque yo sea mejor, que no lo soy en absoluto, sino porque llevo diez años, que es un tiempo en el que, si las cosas te salen bien, acabas teniendo cierta estabilidad que no es tan fácil de romper.
Pero para la mayoría de periodistas freelance la travesía es muy, pero que muy dura. Para empezar tengamos una cosa en cuenta: la mayoría de los periodistas freelance lo son por obligación, no por decisión propia. Es decir, lo son porque se quedan en paro o porque no encuentran un trabajo con contrato. Y cuando estás en esa situación te asaltan varios monstruos: la incertidumbre (¿voy a conseguir clientes?), la ansiedad económica (¿voy a llegar a fin de mes?), el miedo (¿y si no soy tan bueno como creo?), la posible falta de contactos (¿a quién de equis medio le tengo que proponer un tema?) y, lo peor de todo, la falta de respeto de algunas empresas (tarifas bajísimas, tener que perseguir tres meses a alguien para cobrar una factura…). Ser periodista freelance es una carrera de fondo y para ello, en mi opinión, tienes que aprender a vender y a gestionar los palos que te llegan. Y para alguien que está en paro o tiene necesidades económicas eso no es nada fácil. Yo he tenido épocas de pasarlo muy mal económicamente, y en esas etapas no eres capaz ni de venderle una estufa a un esquimal, porque tu cabeza no está donde tiene que estar.
«La mayoría de los periodistas freelance lo son por obligación, no por decisión propia. Es decir, lo son porque se quedan en paro o porque no encuentran un trabajo con contrato».
– ¿El futuro del buen periodismo pasa por este tipo de trabajos al margen de la industria informativa? Recuerdo en este punto el excepcional trabajo de Datadista sobre la burbuja inmobiliaria en el litoral.
Bueno, es que lo de Ana Tudela y Antonio Delgado con Datadista es otra liga, yo no les llego ni a la suela de los zapatos. Recuerdo que les escribí porque me gustaba mucho el diseño de su web y quería que la plantilla de la mía fuese similar. Les pregunté, con la esperanza de que me dijeran ‘Cogimos esta plantilla de WordPress, mira, aquí te la puedes bajar’, pero me contaron cómo habían hecho la web y, en fin, eso es lo que diferencia a Datadista del resto de los mortales. Además, la viabilidad económica de El enemigo anónimo depende de patrocinadores, pero ellos hacen lo más difícil todavía: depender directamente de sus lectores. Ojalá les vaya muy bien, porque lo que están haciendo es alucinante.
Y hay más ejemplos. Si te fijas, Maldita.es nació del ‘spin off’ que montaron Clara Jiménez Cruz y Julio Montes y ahí los tienes ahora, como un referente. Todos estos tipos de proyectos son muy interesantes porque tienen dos cosas que son complicadísimas: por una parte, darle una estructura y una dirección a un proyecto; por otra, encontrar viabilidad económica. Lo segundo es lo más difícil, porque a los periodistas no nos han enseñado a hacer esas cosas, pero lo primero también es dificilísimo, ¿eh? Damos por hecho que los periodistas sabemos ‘dirigir’ nuestros proyectos, darles una estructura, una dirección, un enfoque… pero es que eso no es nada fácil. Yo siempre digo que de mayor quiero ser Eva Belmonte porque veo lo que hacen en Civio y alucino: el foco que tienen desde el principio, las investigaciones de largo recorrido, la elección de temas a cubrir… eso es dificilísimo. Damos por hecho que cualquier periodista sabe hacer eso, pero no, en absoluto: esas cosas las saben hacer gente como Eva Belmonte, David Cabo, Ana Tudela, Antonio Delgado, Clara Jiménez Cruz, Julio Montes y muy poca gente más. Respondiendo a tu pregunta, no sé si este tipo de proyectos serán el futuro del buen periodismo, pero ojalá lo sean.
«Tenéis que ver El enemigo anónimo porque la ciberseguridad es mucho más que ciberataques».
Por último, ¿Por qué tenemos que ver los 20 capítulos de El Enemigo Anónimo? ¿Y dónde podemos hacerlo?
Tenéis que ver «El enemigo anónimo» porque la ciberseguridad es mucho más que ciberataques: la ciberseguridad es que Google y Facebook hagan (muchísimo) dinero con tus datos, es que Trump o Vox cuelen noticias falsas en redes sociales, es el ciberacoso, es el sexting, es que un maltratador manipule su pulsera electrónica de vigilancia para poder asustar a su víctima, es que esas pulseras fallen y el concurso público se quede desierto porque ninguna empresa quiere asumirlo, es el voto electrónico, es que la Policía Nacional tenga acceso a tu historial médico a causa del coronavirus, es que haya países (como España) que dedican recursos cibernéticos a espiar a empresas extranjeras, es que Estados Unidos ciberespiara a Sacyr para quitarle el Canal de Panamá, es que Villarejo use todo tipo de tecnologías para robar información, es que una fiscal pueda resolver un crimen gracias a la geolocaliación del móvil del asesino… La ciberseguridad es gigantesca, nos afecta a todos y cada vez lo hará más.
La serie se puede ver de dos maneras: cada martes un capítulo en el canal de Youtube y cada miércoles un reportaje ampliado en nuestra web.