Mujer enseñando geometría. Ilustración en los inicios de la traducción medieval de los principios de Euclides, (c. 1310). Atribuido a Meliacin Master. Wikimedia Commons, CC BY-SA
“Soy más que nunca la novia de la ciencia. La religión para mí es ciencia y la ciencia es religión”
Ada Lovelace (1815-1852)
“Hay que creer que las mujeres son lo mismo que los hombres, ¿no estás convencido de que las hijas también pueden ser heroínas?”
Wang Zhenyi (1768-1797)
En 2015 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Conmemoramos la obtención de la equidad e igualdad de género en las ciencias, y el reconocimiento de las mujeres científicas que durante siglos han sido invisibilizadas del mundo académico por su condición sexual.
Esta invisibilización dio lugar a que los ilustres científicos varones tomaran el protagonismo, amparados en un discurso hegemónico arcaico fundamentado en las ideas aristotélicas de evidente cariz patriarcal. Así, se consideraba a las mujeres “incapacitadas” para poder pensar o mostrar interés en “asuntos del conocimiento”.
Pero lo cierto es que, pese a que la historia y la ciencia han sido identificadas como ámbitos puramente masculinos, las mujeres han estado siempre presentes en el desarrollo científico.
El origen del baño María
Existen ejemplos desde la Edad Antigua, con mujeres como María la Hebrea. Considerada la primera mujer alquimista, vivió durante los siglos I y II en Alejandría, y a ella se atribuye la famosa técnica de calentar un recipiente mediante el vapor de agua, que hoy conocemos como “al baño María”.
También destaca otra mujer célebre del siglo IV, quien se ha convertido en el símbolo de la mujer científica: Hipatia. Antes de su violenta muerte a manos de un grupo de cristianos, escribió más de cuarenta libros y construyó grandes e importantes instrumentos científicos como el astrolabio y el hidroscopio.
No fueron las únicas. Las mujeres siguieron interesándose por las ciencias desde todos sus ámbitos: matemáticas, astronomía, física, química, medicina, biología y geología.
Ada Lovelace
A lo largo del siglo XVIII destacaron nombres como Wang Zheny, científica china que consiguió romper con el sistema feudal de la dinastía Quing y se convirtió en astrónoma, planteando sus propias teorías sobre los eclipses.
En la misma época vivió la paleontóloga inglesa descubridora del primer esqueleto de ictiosauro y plesiosauro, Mary Anning. Pese a que nunca se le reconocieron sus hallazgos científicos, estos fueron claves para entender el período prehistórico y las extinciones.
En el siglo XIX destacan científicas tan importantes como la inglesa Ada Lovelace, considerada la primera programadora de la historia. Florence Nightingale, quien estableció los principios de la enfermería actual. Elizabeth Blackwell, que se convirtió en la primera mujer médica en 1849, cuando ninguna universidad aceptaba su solicitud excepto la de Geneva (Nueva York).
Marie Curie y Rosalind Franklin
A caballo entre el siglo XIX y el XX debemos mencionar a la que, sin duda, es la científica más conocida hasta el momento: Marie Curie. Sus investigaciones sobre la radioactividad le otorgaron dos premios Nobel, nunca antes ganados por una mujer, por el descubrimiento del polonio y del radio.
El siglo pasado contó con las aportaciones de grandes científicas como la de Rita Levi-Montalcini. Esta neuróloga descubrió la proteína del factor de crecimiento nervioso, y su trabajo posterior le permitió obtener el Premio Nobel de Medicina en 1986.
Otros ejemplos son Rosalind Franklin, la verdadera descubridora de la doble hélice del ADN. También Evelyn Boyd Granville, la primera mujer afroamericana en obtener un doctorado en Análisis Funcional. Pese a la discriminación que tuvo que sufrir durante años, se convirtió en la primera mujer negra en formar parte de los proyectos de investigación espaciales de la NASA.
¿Y hoy?
Si hoy conmemoramos el 11 de febrero es también como una valoración del esfuerzo imperioso que las mujeres científicas realizaron y realizan para mantenerse dentro del ámbito de la investigación, así como en muchos otros, pese al techo de cristal y las limitaciones que todavía la sociedad actual se empeña en consolidar.
Investigaciones actuales muestran cómo, hoy en día, a las mujeres todavía se las coloca en un segundo lugar frente a los varones. La tesis de Ana López Navajas revela que las mujeres siguen siendo excluidas como referentes culturales en los libros de texto, frente al gran protagonismo de los hombres que llenan de masculinidad las enseñanzas medias.
Otros datos relevantes, a la vez que preocupantes, son los presentados por el CSIC en el Informe Mujeres Investigadoras del año 2016. Las estadísticas muestran un descenso del número de mujeres matriculadas en carreras de ciencias.
Pese a este panorama alarmante, también se abren nuevos espacios de diálogo e investigación, donde se comienza a trabajar en profundidad para posicionar a las investigadoras en el lugar que les corresponde.
El 11 de febrero se celebran en multitud de centros escolares y universitarios, los llamados centros11F, más de 2.200 actividades de todo tipo que rinden homenaje a estas mujeres científicas. Estas han sido, y seguirán siendo, un ejemplo para todas las niñas y las mujeres que quieran alcanzar sus metas, sin que se vean sometidas a situaciones de desigualdad.
Por esta razón, en la actualidad es un deber fundamental para todos dar a conocer quiénes fueron estas valiosas mujeres y cuáles han sido sus aportes científicos, que son la base de nuestra sociedad actual. El desarrollo y la evolución partirán siempre del potencial de toda la población, quebrando los estereotipos que separan a las mujeres y niñas de los puestos de poder y fomentando la igualdad de oportunidades para todo el mundo.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.