En su nuevo libro, «Civilización artificial», José María Lasalle analiza con gran lucidez el reto del nihilismo tecnológico sobre el que sigue asentada nuestra sociedad. Según Lasalle, la inteligencia artificial va camino de convertirse en la apoteosis de una ciencia que, heredera de Hobbes, ha creído que el conocimiento es poder.
En la introducción del texto editado por Arpa, el autor desgrana algunos de los interrogantes que aborda en el libro marcados por una tecnología que, desnuda de sentido y propósito, supone hoy una experiencia básicamente nihilista. «Una voluntad de poder incesante que incrementa su capacidad de provocar cambios sin propósitos. Lo demuestra su criatura más perfecta: la inteligencia artificial (IA). Nacida hace siete décadas del empeño utópico de la ciencia moderna de imitar la inteligencia humana, solo quiere superarla desprovista de sus defectos».
«Tanto -añade- que, ahora, corre descontrolada y a velocidad de vértigo hacia la meta de una consciencia que le hará creerse perfecta. Las consecuencias se imaginan en este libro. Se resumen en la idea de que la humanidad camina hacia una civilización artificial. En ella convivirán humanos y máquinas, aunque no sabemos de qué forma y cómo. En todo caso, el desenlace dependerá del alcance de las capacidades cognitivas de una IA que superará al cerebro humano. Esto nos obligará a determinar dónde descansará el valor práctico de los humanos y qué cometidos tendremos al colaborar con las máquinas».
la condición humana…y artificial
Lasalle cree que nos adentramos en el umbral de experiencias tecnológicas que desbordan lo conocido y para las que no tenemos códigos éticos que nos ayuden a juzgarlas. Se trata de un cambio tan revolucionario que afecta a lo que Hannah Arendt definía como la condición humana. No solo porque la hará artificial bajo una nueva civilización, sino porque podemos ver a la IA como la nueva medida de todas las cosas.
«Nos corresponde a las generaciones humanas vivas decidir si queremos influir en ello o no. Podemos todavía corregir el futuro cuando no está cerrado. ¿Queremos impedir que se imponga un nihilismo tecnológico que maximice la voluntad de poder de la IA como apoteosis de sí misma? ¿O deseamos ofrecer una alternativa humana que ponga el poder de la IA al servicio de un propósito superior, que nos haga evolucionar del Homo digitalis que somos, al Homo deus que podemos ser?», se pregunta.
Tienen todo el sentido estas reflexiones en un contexto en el que se habla mucho de las extraordinarias oportunidades y riesgos de la IA pero no se piensa apenas en lo que supone filosóficamente para la humanidad impulsar el desarrollo de «algo» que está siendo programado para ser «alguien» consciente. Un «alguien» sintético al que se dota de capacidades cognitivas inimaginables, pero sin la conciencia ni los condicionantes morales que acompañan la existencia del creador a quien replica: el ser humano. La IA es «algo», todavía. Aunque no sabemos por cuánto tiempo. Va camino de convertirse en la apoteosis de una ciencia que, heredera de Hobbes, ha creído que el conocimiento es poder.
el papel de europa en el desarrollo de la inteligencia artificial
En este libro, José María Lassalle analiza con gran lucidez el reto del nihilismo tecnológico sobre el que sigue asentada nuestra sociedad. Una corriente liderada por Estados Unidos y China para alcanzar la hegemonía mundial mientras Europa busca una alternativa más humanista: una IA amigable, «gobernada por una sabiduría aristotélica que reserve a los seres humanos un rol decisorio y decisivo dentro de la civilización artificial hacia la que nos dirigimos».