Usar redes WiFi públicas se ha convertido en lo habitual cuando estamos fuera de casa y tenemos la oportunidad de hacerlo. Es lo lógico, teniendo en cuenta que, de este modo, ahorramos en el uso de datos de nuestro contrato de telefonía móvil.
También podemos pensar, de un modo un tanto intuitivo, que la conexión WiFi es más rápida que la de nuestro terminal móvil, aunque, como veremos en un momento, no necesariamente es cierto. Además, damos por sentado que las redes WiFi que ponen a nuestra disposición en los lugares públicos son seguras, lo cual tampoco tiene por qué ser verdad.
En busca de la velocidad
Uno de los primeros argumentos en los que pensamos cuando buscamos una red WiFi es tener una velocidad mayor que en nuestro terminal móvil. Asociamos WiFi, en general, a un tipo de conectividad más solvente que la que podamos tener en el teléfono, pero no siempre será así.
Las redes WiFi de los lugares públicos están condicionadas por varios factores. Por un lado, la modalidad contratada de banda ancha, que puede ser bastante pobre en velocidad dependiendo de la ubicación. En una ciudad, es cada vez más frecuente que la conexión sea de fibra, pero en lugares menos urbanos, como los albergues del Camino de Santiago, por poner un ejemplo, la velocidad disponible no llega ni a los 3 megas en muchos casos.
Para saber con qué velocidad real podemos navegar, lo suyo es usar una aplicación para medir la tasa de transferencia. Por ejemplo, SpeedTest, que tiene tanto servicio a través de la página web en Internet como app para dispositivos móviles. En este artículo encontrarás otras opciones para medir la velocidad, aunque, para el caso que nos ocupa, nos quedamos con esta.
La forma de proceder es sencilla: nos conectaremos a la WiFi del lugar donde estemos, y haremos la prueba de velocidad desde el dispositivo con el que nos conectemos, sea una tableta, un móvil o un portátil. Los resultados interesantes son los relativos al Ping, Download Speed (velocidad de descarga) y Upload Speed (velocidad de carga).
Como regla general, tienes que fijarte en que el ping tenga un valor entre 8 ms y 50 ms. Y las velocidades de carga y descarga, a partir de 3 Mbps y 10 Mbps, respectivamente, si quieres disfrutar de una velocidad óptima. El Ping, cuanto más bajo, mejor. Para las velocidades de descarga y carga, por encima de los valores comentados, genial. Por debajo, empezaremos a entrar en zonas complicadas de rendimiento para, por ejemplo, ver vídeos o compartir archivos multimedia.
La conexión WiFi va mal, ¿qué hago?
Si la velocidad medida de la conexión WiFi no es óptima, puede ser debido a diferentes circunstancias. La primera, que el local donde estés tenga contratada una mala conexión de Internet. O una “normalita” pero en la que haya muchos usuarios conectados a la vez. No te fíes de las apariencias, puedes encontrar locales donde no veas a nadie, y aun así la red vaya mal. Los vecinos pueden estar usando la WiFi si se saben la contraseña y viven justo encima o al lado del local.
También puede ser debido a un problema con el router. Si lleva mucho tiempo encendido, o si se ha conectado algún dispositivo con una tecnología WiFi que haya interferido con él por peculiaridades de su configuración, puede haberse quedado en un estado de funcionamiento incorrecto. No dudes en pedir al encargado del local que reinicie el router, especialmente si hay otras personas que se quejen de la conexión.
Si aun así la conexión es lenta, harás mejor desactivando el WiFi y usando tus datos móviles. Lo cierto es que la velocidad de las conexiones 4G y 3G es mayor en muchas ocasiones que la velocidad de una conexión WiFi, con valores de más de 30 Mbps para la descarga y de unos 10 Mbps para la carga en zonas con una cobertura normal.
Si nos queremos conectar con un ordenador, podremos hacerlo configurando un punto de acceso en el móvil en las opciones correspondientes a los ajustes de red. Básicamente tendremos que asignar un nombre al punto de acceso y una contraseña, para después configurar la WiFi del ordenador con esos parámetros.
El principal problema de la conexión de datos móviles es que el volumen de tráfico del que disponemos es limitado, y conectando un ordenador a un punto de acceso creado en nuestro smartphone se puede dar la circunstancia de que actualice programas o el propio sistema operativo usando los datos de nuestro plan de datos. Y hablamos de centenares de megas.
Así que lo mejor es que compruebes que las actualizaciones de programas y del sistema no están configuradas en modo automático, y que no tienes programas de descargas funcionando en segundo plano. Si agotas todos los megas del plan, podrás seguir navegando en muchos casos, pero con velocidades paupérrimas.
La WiFi va bien, pero no me fío
Hay casos en los que aún con un buen funcionamiento de la red, podemos pensar que no es una buena opción conectarse a ella. Desde luego, cuando una red es abierta, no suele ser buena idea conectarse a ella alegremente. Puede ser una red dispuesta por un hacker para hacer que la gente se conecte a ella y, de este modo, tener acceso a su tráfico de red en busca de password, direcciones, números de cuentas bancarias, etcétera.
Si la red tiene contraseña, y es siempre la misma, también puede haber fisuras en la seguridad. Puede haber quien tenga acceso a esa red desde hace tiempo y haya “preparado” algún tipo de programa para acceder a nuestros datos. No es cuestión de obsesionarse, pero tampoco te confíes ciegamente.
Para evaluar el riesgo que se corre, y si tienes algunos conocimientos de redes, puedes usar alguna de las apps disponibles para el móvil con capacidad para hacer un mapa de los dispositivos conectados a la red. Una de estas apps, disponible para iOS y Android, es Fing.
Esta app permite descubrir qué dispositivos y qué equipos están dentro de la misma red en la que estamos conectados nosotros, con lo que, en un momento dado, podremos ver si hay algún equipo que pueda causarnos sospechas.
También da una idea de qué nivel de seguridad hay en el local en el que estemos conectados si el TPV o las cámaras de seguridad o el propio router están visibles. Eso significa que la gestión de la seguridad no es especialmente buena en ese local.
Por cierto, y todo sea dicho, esa app también te servirá para detectar si hay vecinos que estén usando la red de tu casa. Si haces un análisis de la red cuando estés en tu domicilio, y ves que hay algún ordenador o dispositivo que no tengas controlado como tuyo, cambia la password de tu router.
Otro tipo de apps que puedes usar para gestionar las redes WiFi en lugares públicas son las que hacen un listado de las disponibles a partir de información geolocalizada. Un ejemplo puede ser WiFi Mapper, que ofrece un listado bastante completo de puntos de acceso WiFi cercanos a nuestra ubicación, aunque no siempre todo lo preciso que sería de desear en cuanto a datos de acceso, tales como SSID o la clave.
Hay más apps de este tipo, aunque en redes sociales dedicadas a viajes, o en otras como Foursquare o incluso Google, en la parte dedicada a detalles y comentarios sobre ubicaciones también puedes encontrar, en muchos casos, información sobre si el local en cuestión dispone de red WiFi y su calidad.
Consejos
En general, como medida de precaución, si realizas alguna compra online o accedes a tu banco online, hazlo usando tus datos móviles en vez de la red WiFi. Lo mismo se puede decir si tienes que trabajar con datos y documentos confidenciales.
Por otro lado, recuerda que, si usas un punto de acceso en el smartphone para configurar la WiFi en tu portátil, debes desactivar las actualizaciones automáticas, así como la sincronización automática de archivos con la nube, tales como la que puedas tener con Dropbox, OneDrive o Flickr. Y, por supuesto, los gestores de descargas.
Tampoco te conectes a redes abiertas que no precisen contraseña, salvo casos puntuales en los que sepas lo que haces y de quién es esa red abierta. Ten presente que, en muchos hoteles y locales de hostelería o aeropuertos, las redes están abiertas, pero cuando te conectas te redirigen a una página de autenticación mediante credenciales que te darán en el hotel o el restaurante, por ejemplo. En estos casos, sí que debes conectarte a la red abierta como paso previo a la autenticación.
Si desconectas el WiFi, recuerda conectarlo después, o te puede suceder que llegues a casa, y sigas con él desconectado y consumiendo datos incluso en tu propio domicilio.