Investigadores del Instituto de Tecnología Química (UPV-CSIC) han diseñado un nuevo motor de combustión interna que no genera gases nocivos para la salud ni dióxido de carbono (CO2).
Se trata de un motor «revolucionario», según aseguran sus creadores, y los dos primeros prototipos de este motor verán la luz en los próximos meses gracias a la financiación de la Agencia Valenciana de la Innovación.
La tecnología empleada para conseguir este hito se basa en la utilización de membranas cerámicas MIEC, patentadas por el Instituto de Tecnología Química, centro mixto de la UPV y el CSIC, que eliminan todos los gases contaminantes y nocivos para la salud (NOx), capturando el CO2 propio y atmosférico y licuándolo. «Estas membranas, incluidas en el motor del vehículo, permiten la separación selectiva de oxígeno del aire para producir la oxicombustión y de este modo, se genera un gas de combustión puro, compuesto de agua y CO2, que se puede capturar en el interior del propio vehículo y almacenarlo, sin que salga expulsado por el escape», explica José Manuel Serra, investigador del ITQ (UPV-CSIC).
De este modo, la tecnología desarrollada por este equipo de investigadores permitiría disponer de un motor con la autonomía y capacidad de repostaje que puede tener uno convencional hoy en día, «pero con la ventaja de que es completamente limpio, sin ningún tipo de emisión contaminante o de efecto invernadero, igual que pasa con los eléctricos», añade el investigador del CMT-Motores Térmicos de la UPV, Luis Miguel García-Cuevas.
recuperando CO2
Con la tecnología desarrollada por el ITQ-CSIC-UPV y el CMT-Motores Térmicos y, el vehículo se convierte en suministrador de CO2.
“Ese CO2 se comprime en el interior del propio motor y se almacena en un depósito a presión, pudiendo retornarse como un subproducto, directamente como CO2 puro, de alta calidad en una estación de servicio, para su posterior uso industrial. De esta forma, dentro del vehículo tendríamos además del depósito de combustible, otro con el CO2 que se genera después de quemar el combustible y del que podemos sacar partido (valorizar)”, apunta García-Cuevas.
La tecnología desarrollada se dirige, principalmente, a fabricantes de vehículos de gran tamaño para el transporte de viajeros y mercancías, tanto terrestres como marítimos y para aviación hasta un determinado nivel de potencia. Además, podría emplearse también para adaptar los actuales motores diésel en vehículos especiales.
Así, se ofrece al sector una tecnología que combina lo mejor de ambos motores, los eléctricos y los de combustión, y permite además que el vehículo se convierta en suministrador de CO2.