Sujeta el volante con firmeza y observa cómo sus manos adoptan un tono blanquecino fruto de la presión. Su boca se curva en una imperceptible mueca al dejar escapar las indicaciones –ok Google, quiero ir a casa-; y el brillo de la pantalla ilumina brevemente el habitáculo. Emprende la marcha, confiado y dispuesto a seguir las instrucciones de su “compañero tecnológico”.
Si bien hace unos años una escena como la descrita en el párrafo anterior nos hubiera hecho evocar con nostalgia películas y series al más puro estilo de El Coche Fantástico, lo cierto es que durante los últimos años se han convertido en una auténtica realidad. Algo que la evolución en el ámbito del motor ha hecho posible y que ha dado lugar a toda clase de proyectos interesantes, desde coches de cartón hasta otros capaces de volar. Pero, ¿dónde está el límite a la hora de innovar?
Coches de cartón
Para empezar, nos centraremos en un curioso prototipo desarrollado por Lexus hace poco más de un año y con el que la marca logró uno de los objetivos clave de todo fabricante de coches: reducir su peso notablemente. Sin embargo, no lo hizo valiéndose de poliuretano ni de fibra de carbono, sino de algo mucho más asequible: el cartón.
Un modelo al que llamaron Origami Car y que fue construido con casi dos mil láminas de este material de 10 milímetros de grosor, cortadas con un láser y pegadas con un fuerte adhesivo. Su diseño recreó el del Lexus IS berlina, incluso sus dimensiones; hasta el punto de que se trata de un coche absolutamente funcional. Está propulsado por un motor eléctrico y cuenta también con un chasis de aluminio que soporta su estructura.
En definitiva, un proyecto que llama la atención y que, al tratarse de algo puntual cuyo propósito no fue otro que el de dar que hablar, plantea ciertas cuestiones e interrogantes a la hora de innovar en este campo. En todo caso y para llegar al coche de cartón, deberían garantizarse ciertas cuestiones relacionadas con la seguridad, como aplicar un tratamiento ignífugo sobre el chasis y similares.
Coches sin conductor
La posibilidad de desplazarnos en nuestro propio vehículo sin necesidad de conducir es otro concepto común en el que varias multinacionales se encuentran trabajando. Un tipo de coche que, sin embargo, despierta ciertas suspicacias relacionadas con la seguridad, con el gusto por la conducción de determinados usuarios, así como por otras cuestiones que tienen que ver con la delincuencia. Sin embargo, estas no han logrado evitar que, desde hace cuatro años, hayamos visto aumentar las promesas de distintos fabricantes y entes educativos.
Por ejemplo, la Universidad de Michigan ya dijo en 2013 que pondría en la calle una flota de vehículos autónomos en 2021. También desde Volvo se ha asegurado que tienen la intención de probar la conducción autónoma en Suecia este inminente 2017. La compañía, de hecho, destaca actualmente por sus sistemas de detección de ciclistas y peatones, sus modos de frenado y velocidad automática, etcétera. Su XC90 (de 2014) fue el primero en contar con un modo de conducir de este tipo para atascos.
Google hizo lo propio en 2014, cuando presentó un coche autónomo sin volante ni pedales y diseñado desde cero. Su funcionamiento es muy sencillo: basta con decir dónde queremos ir y pulsar un botón para empezar el desplazamiento. El interior cuenta con un par de asientos, una zona de carga, un pulsador de emergencia para pararnos en caso de necesitarlo y una pantalla en la que aparece la ruta que hemos tomado.
Un modelo que, a pesar de sus comodidades, reabrió el debate sobre los cambios legislativos que deberían producirse para que estos pudieran transitar las calles sin problemas. Y es que la Convención de Viena sobre Circulación por Carretera de 1968, que marca las obligaciones de las carreteras en el marco internacional, cuenta con una disposición específica que impide su implantación. Se trata del artículo 8.1, que establece que “todo vehículo en movimiento o conjunto de vehículos deberá tener conductor”. En todo caso, esta no ha sido ratificada por Estados Unidos, España ni Portugal.
Coches más seguros y para descongestionar el tráfico
Llegados a este punto cabe mencionar la propuesta de Luis Mestre, un estudiante del Título Superior de Diseño de Transporte del Instituto Europeo de Diseño (IED) de Barcelona que ha inventado un sistema capaz de lograr que los coches circulen de forma autónoma sin peligro alguno.
La clave se encuentra en la ecolocalización, el sistema de detección de obstáculos con el que cuentan algunos animales como los murciélagos, que han inspirado a estos jóvenes. Lo han hecho hasta tal punto que incluso han planteado una serie de estructuras verticales en las que se aparcarían los coches y que acabarían con los actuales problemas de estacionamiento.
Otro alumno de la misma formación, Cristoph Sokol, ha ideado un vehículo autónomo y envolvente que también merece ser mencionado: un coche capaz de integrarse en la estructura de la ciudad y de adaptarse a las necesidades de cada usuario de la mano del Big Data, generando una suerte de conexión emocional. En cuanto a su modo de conducción automático, se trata de un sistema que permitiría a varios de ellos circular como una suerte de convoy; algo que aligeraría el tráfico.
Por otra parte y si hablamos de coches que se adaptan a los hábitos del usuario, el Opel GT Concept, un deportivo dotado de inteligencia artificial que aprende de las costumbres de su propietario, merece la pena ser mencionado. Pudo verse en el Salón de Ginebra de este mismo año y se convirtió en la estrella de la convención.
Coches voladores
Los coches voladores son quizás el concepto de vehículo que más asociamos con el futuro; una relación que el cine y la ciencia ficción se han encargado de afianzar de la mano de películas y series como El Quinto Elemento y Los Supersónicos, que ya supieron anticiparse a ciertas tecnologías.
Tal es así que encontramos algunos precedentes en 1961, el año en el que Ford presentó en el Salón del automóvil de Nueva York un prototipo futurista llamado Ford Gyron y que contaba con una evidente estructura aerodinámica. De hecho, debía su inspiración a los aviones de reacción en auge durante los años 50. Tenía solo dos ruedas y se estabilizaba mediante un sistema giroscópico e hidráulico. Finalmente, no pasó de la fase de investigación, aunque años más tarde la marca lo intentaría con uno muy parecido llamado Gyro-X.
Más allá de los prototipos conceptuales, hace unos pocos años, empezamos a ver los primeros coches voladores capaces de surcar el aire. Uno de los más conocidos fue el AeroMobil, que se dijo que “echaría a volar” en 2017. Un modelo biplaza, con motor híbrido, capaz de alcanzar los 160 km/h y con una autonomía de 700 kilómetros.
Terrafugia fue también de las primeras en hacer realidad este sueño compartido, incluso empezó a realizar sus primeras pruebas a finales de diciembre del año pasado, cuando el gobierno estadounidense les autorizó. Se comenta que se venderá en un plazo de 10 años, aunque cabe recalcar que no todo han sido éxitos en este ámbito. De hecho, el AeroMobil se estrelló en Eslovaquia durante el vuelo de prueba en mayo de 2015.
los que funcionan con combustible ecológico
Al margen de lo comentado y en términos, digamos, más prácticos, los expertos apuntan a que el coche de nuestro futuro cercano será también ecológico. Un pronóstico que no nos extraña si tenemos en cuenta que uno de los objetivos de gobiernos y fabricantes es el de reducir las emisiones. Así, los eléctricos se postulan como los grandes favoritos, razón por la que se están llevando a cabo distintos acuerdos para instalar estaciones de carga rápida y similares.
Asimismo, existen otras alternativas si hablamos de fuentes de alimentación. Nos estamos refiriendo a los biocombustibles que podrían llegar a aplicarse a este ámbito. Es el caso de las algas que, hace ya cinco años, United Airlines utilizó para un vuelo Houston-Chicago. El gran problema, sin embargo, es su precio.
La Camelina Sativa, empleada en los jabones y productos similares, también ha sido usada con tal fin. Una prueba que se llevó a cabo en el marco del proyecto ITAKA. Algunos fabricantes como Audi, por otra parte, han barajado usar un combustible sintético llamado Syngas y que podría utilizar cualquier coche. En todo caso, todavía habrá que esperar unos años para saber el desenlace de estos proyectos.
Lo que llega al usuario
Al margen de lo comentado, debemos centrarnos en lo que finalmente nos llega a los usuarios. Un contexto en el que la compra de vehículos híbridos cobra importancia y en el que los coches conectados, capaces de generar sus propias conexiones, se encuentran a la orden del día.
La capacidad de sincronizarse con otros de nuestros dispositivos, la integración de sistemas de reconocimiento de voz y la presencia de cámaras y visores en tres dimensiones para facilitarnos las maniobras, merecen especial atención. Ford, Seat, Nissan, Toyota, Volvo, Opel y BMW son algunos de los que apuestan por estas tecnologías. De momento, eso sí, se trata de sistemas semi autónomos que siguen plasmando la precaución y ritmo con el que se está produciendo su implantación.
Imágenes | IED Barcelona y Pixabay
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