Cuando estoy con amigos y les digo que los de nuestra generación somos afortunados, la mayoría de las veces me miran en silencio, ponen cara como si yo estuviera loco y, acto seguido, utilizan su artillería pesada:
—¿Cómo puedes decir eso si quizá no tengamos jubilación? —dicen unos.
—Y si nos quedamos en paro a los cincuenta, ¿qué pasará con nuestros hijos y cómo podremos cuidarles? —preguntan otros.
—¡Dime, por favor, cómo podremos pagar el abono del Atleti! —me dicen quienes son abonados rojiblancos como yo.
Y, caramba, todos tienen razón. Hay mil motivos por los que estar alerta. Pero mis amigos empiezan a comprenderme cuando les expongo mis argumentos:
- Somos privilegiados al ser testigos de un cambio profundo que ocurre a una velocidad como nunca habíamos visto en la Historia.
- Vivimos y somos conscientes de esa metamorfosis
- Y lo más importante: sabemos que la solución está en cambiar o, como mínimo, adaptarnos al cambio. Y, por fortuna, estamos a tiempo.
La comunicación corporativa es un ejemplo paradigmático de que los comunicadores que sobreviven son aquellos que se han adaptado. Da igual su perfil previo. Da igual su edad. Han sobrevivido no sólo los que manejan las herramientas, sino, sobre todo, los que asumen las reglas de la sociedad-red, que implica una nueva forma de pensar y de relacionarse con el entorno.
Hemos pasado de depender únicamente de las relaciones con los compañeros de la prensa a interactuar con todo el espectro de nuestros públicos. Y eso es un reto intelectual increíble que vale la pena experimentar.
»La comunicación corporativa es un ejemplo paradigmático de que los comunicadores que sobreviven son aquellos que se han adaptado a los cambios»
En un contexto marcado por la saturación de estímulos, hemos aprendido a transmitir emociones en diversas plataformas (que son complementarias y tienen lenguajes distintos). Esto es de extrema importancia: la diferencia entre un técnico experto en herramientas y un comunicador radica, precisamente, en el manejo y la transmisión de emociones. Y para ello utilizamos la lógica transmedia: de un tronco narrativo central hacemos crecer ramificaciones argumentales, relacionadas entre sí pero que pueden consumirse de forma independiente unas de otras. Y dejamos, como explica Henry Jenkins, que cada plataforma haga lo que mejor sabe hacer.
adaptarse a la multidireccionalidad
Ya no nos obsesionamos con el control de los mensajes, pues vivimos en un plano horizontal multidireccional (como explica Ignasi Vendrell) en donde todos somos prosumers o, mejor dicho, emirecs (emisores y receptores de información, según Jean Cloture). Nos llamemos como queramos llamarnos somos conscientes de que el orden establecido ha cambiado.
Todo esto lo explica muy bien Pekka Himanen en La ética hacker y el espíritu de la era de la información, cuando dice, más o menos, que volvemos al modelo de la academia platónica. En éste, las ideas se debaten de forma horizontal y maestros y discípulos aprenden unos de otros. Este modelo está en contraposición con el propio de los monasterios, donde el maestro es el guardián de la información y lo transmite al discípulo con muchas reservas.
notas de prensa 2.0
La necesidad de transparencia y de horizontalidad ha influido incluso en la forma de elaborar las notas de prensa. ¿Recuerdas? Esto lo pidió a gritos Tom Foremski en 2006, cuando escribió en su blog The Sillicon Valley Watcher el incendiario post Die! Press release! Die! Die! Die! en el que pedía un nuevo modelo de nota de prensa, alejado de la publicidad encubierta, más transparente y personalizable por el redactor, en donde pudiera bucear hasta la profundidad que quisiera. Poco después los chicos de Shift y Brian Solis se pusieron manos a la obra y lanzaron un primer modelo de nota de prensa 2.0. Olvídate de llegar a tus públicos si no utilizas hoy una nota 2.0.
»Los comunicadores corporativos vivimos un eterno presente y somos (parafraseando el título de los cómics de Pere Joan) pasajeros en tránsito en un país cuyas fronteras se difuminan entre el periodismo, el marketing y la publicidad»
Sí, todo ha cambiado y nosotros con el entorno. Incluso la identidad visual corporativa, antes intocable, es ahora regida por los criterios de visibilidad, legibilidad y usabilidad que impone la comunicación móvil. Un logo o una tipografía ya no sólo deben ser buenos porque transmitan intangibles: tienes que verlos bien en la pantalla de tu smartphone y deben transmitirte emociones en cualquier circunstancia, en cualquier lugar.
retos de la comunicación corporativa
Todos estos retos intelectuales son maravillosos, como la comunicación de crisis y la planificación estratégica. Y aunque vivimos en la época de la modernidad líquida (siguiendo la terminología de Zygmunt Bauman), aunque estamos inmersos en redes sociales, seguimos organizando ruedas de prensa, seguimos proponiendo entrevistas a nuestros compañeros periodistas, seguimos formando a portavoces, seguimos preparando informes offline.
Los comunicadores corporativos vivimos un eterno presente y somos (parafraseando el título de los cómics de Pere Joan) pasajeros en tránsito en un país cuyas fronteras se difuminan entre el periodismo, el marketing y la publicidad. A veces, aunque sólo sea para saber que tienes un compañero de viaje, es necesario echar mano de una guía de supervivencia. ¿Quieres que viajemos juntos?
Juan Pedro Molina Cañabate es profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y acaba de publicar ‘Comunicación corporativa. Guía de supervivencia’, editado por Grupo 5.
Imagen: Pixabay.com
En Nobbot | La ‘estrella polar’ de la comunicación son las personas