Ha pasado ya casi una semana desde que la cumbre del clima de Glasgow (Escocia), la COP26, quedó concluida de forma oficial. ¿Qué ha cambiado en la lucha contra el cambio climático?
Spoiler alert: no demasiado. Atrás quedan 15 días de intensas negociaciones, anuncios más o menos concretos y un acuerdo de mínimos sobre la bocina que escenifican las dificultades de poner de acuerdo a 200 países. Por muy urgente que sea la crisis que se traen entre manos. Aun así, la COP26 ha dejado algunos pasos al frente recogidos en un documento que satisface a algunos más que otros, aunque ha sido apoyado por unanimidad. Además, el acuerdo conjunto se ha visto complementado con varias alianzas y compromisos multilaterales.
Vista con cierta perspectiva, la cumbre de Glasgow también nos deja algunos sinsabores. Sobre todo, para la comunidad científica (que ya se ha hecho oír) y algunos de los países y personas más afectados por el cambio climático. Vamos con los detalles.
El acuerdo de Glasgow
La COP26 iba a terminar el viernes 12 de noviembre, pero en los días anteriores ya se intuía que las negociaciones se iban a alargar. Al final, tras publicar tres borradores y estirar la cumbre un día más, los casi 200 países participantes se pusieron de acuerdo en el Pacto de Glasgow, un documento que recoge, entre otros, los siguientes puntos:
- El carbón, como el combustible fósil más contaminante, deberá ir abandonándose de forma gradual durante los próximos años. Aun así, el acuerdo no recoge plazos, ya que todavía hay muchos países que dependen en gran medida de este mineral para su desarrollo.
- También deberán ir eliminándose las subvenciones a los combustibles fósiles, cuyo consumo ha sido señalado por primera vez como principal causante del cambio climático. El pacto, eso sí, habla solo de subvenciones ineficientes sin especificar de qué se trata.
- El Acuerdo de París (Francia) establece objetivos para que la temperatura media global no suba por encima de los 2?°C respecto a los niveles previos a la Revolución Industrial. El de Glasgow matiza que se hará lo posible para frenar ese calentamiento en 1,5 °C. Para esto, las emisiones de gases de efecto invernadero deberán reducirse un 45 % antes de 2030.
- La financiación de la adaptación climática en los países en vías de desarrollo era uno de los asuntos espinosos de la COP26. El acuerdo recoge que los objetivos que ya estaban establecidos para 2020 (100 000 millones de dólares anuales) deberán priorizarse. Hasta ahora no se han cumplido.
- También pasan a regularse a nivel global los mercados de carbono, aunque sin muchos detalles. Estos mercados son los que utilizan las empresas para negociar con sus derechos de emisión de gases de efecto invernadero y compensar su huella de carbono.
¿Qué se echa de menos en el acuerdo?
Un acuerdo es mejor que ninguno. Sin embargo, partiendo de ese lugar común, buena parte de la comunidad científica se ha mostrado preocupada por la falta de concreción, de urgencia y de contundencia del pacto alcanzado en Glasgow. De entre todas las voces de la ciencia, ha sonado con especial fuerza la de la Organización Meteorológica Mundial.
Los expertos climáticos han asegurado que lo pactado no es suficiente para mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 1,5 °C, aunque se diga lo contrario. De hecho, el planeta ya se ha calentado 1,1 °C desde finales del siglo XIX y algunos estudios señalan que la barrera de los 1,5?°C podría superarse esta misma década.
Por otro lado, los países más vulnerables y las comunidades indígenas también han hecho sentir su voz. Los primeros consideran que las decisiones finales, sobre todo a nivel financiación, no han tenido en cuenta su realidad: la urgencia de quienes viven en primera línea de los impactos del cambio climático. La ministra de medioambiente de Maldivas, Shauna Aminath, ha asegurado, por ejemplo, que para su país y otros territorios insulares las ayudas para adaptarse al cambio climático son una cuestión urgente de supervivencia.
Por su parte, los colectivos indígenas han denunciado que han sido excluidos de la mayoría de negociaciones finales, a pesar de haber sido invitados a la cumbre de Glasgow. Como recuerdan desde la agrupación mexicana Futuros Indígenas, el 80 % de la biodiversidad global está en la actualidad en territorios indígenas.
Los otros pactos de Glasgow
El éxito o el fracaso de las COP, las conferencias de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se celebran cada año (con la única excepción reciente de 2020 por la pandemia), se mide siempre en función del acuerdo final. Sin embargo, la cumbre de Glasgow también ha servido para cerrar otros pactos multilaterales con un impacto potencial en la lucha contra el cambio climático.
- Freno a la deforestación. En el primer día de la cumbre, el Gobierno de Reino Unido, anfitrión de la cumbre, impulsó una declaración para frenar la deforestación antes de 2030. Aunque no refleja acciones concretas, 148 países han firmado y se han comprometido a cumplirla.
- Atención al metano. Estados Unidos y la Unión Europea llegaron a Glasgow con un pacto para reducir las emisiones de metano, un gas de efecto invernadero más potente que el CO?, aunque de vida mucho más corta. Un total de 103 países, entre los que faltan China, Rusia e India, se han sumado a este pacto.
- Fin a las centrales de carbón. De forma paralela al acuerdo final de la COP26, más de 40 países han acordado cerrar sus centrales térmicas de carbón entre 2030 y 2040. Algunos de los grandes consumidores de este mineral, como Polonia, se han adherido al acuerdo.
- Aceleración hacia la movilidad sostenible. Más de 30 países y seis grandes nombres de la industria de la automoción dejarán de vender coches y furgonetas que consuman combustibles fósiles antes de 2035. España y otros muchos estados de la Unión Europea no se han sumado a este acuerdo.
La COP26 no prometía ser la solución definitiva al cambio climático, sino un avance para encontrar soluciones a una crisis global. Algunos países y organizaciones ven pasos en positivo, mientras otros, empezando por el secretario general de la ONU, António Guterres, han lamentado la falta de ambición y de soluciones reales. Hay quien mira ya a la COP27, que se celebrará en Egipto el año que viene, en busca de respuestas.
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Imágenes | Unsplash/SIMON LEE, Marcin Jozwiak, La Moncloa