Si la civilización desapareciera mañana, ¿cuánto tiempo sobrevivirías a la intemperie? El señor del vídeo de la imagen de arriba no solo sobreviviría. Mientras la mayoría de nosotros vagaríamos por los bosques en busca de algo que llevarnos a la boca, John Plant prosperaría. Probablemente iniciaría él solo una civilización, empezando por un hacha y un horno.
En mayo de 2015, John Plant subió su primer video al canal Primitive Technology de YouTube. Cuenta con 9,2 millones de suscriptores. En él se le ve construyendo herramientas prehistóricas. Con ellas construye elementos más complejos, como cabañas. En un vídeo incluso construye una vivienda con paredes, techo, sistema de calefacción y puerta. Así es John, el australiano que recuerda a MacGyver.
¿Sabes cómo construir un hacha o un arco?
Para construir una civilización hacen falta hachas, pero ¿sabrías fabricar una? Si alguna vez has jugado a Minecraft, probablemente sí. Basta juntar varios palos y piedras en la mesa de crafteo. Pero ahora trata de imaginarte en mitad de un bosque. Casi desnudo. Tus manos como única herramienta. ¿Por dónde empiezas? John, experto en lo que él define como “tecnología primitiva”, lo tendría claro.
Para construir un hacha necesitas piedras. En el vídeo de abajo se ve a John golpeando varias hasta conseguir una lasca. Es decir, una piedra afilada más o menos alargada. Estas piedras son muy útiles, por ejemplo, para cortar. Podemos imaginarlas como un cuchillo prehistórico. Con esta lasca podemos, con ayuda de otra piedra, talar un árbol no demasiado grueso. ¡Perfecto, ya tenemos un mango!
Ahora viene la parte difícil: tallar en el mango del hacha una abertura para introducir, a presión, una lasca. Y que esta no se caiga, claro, o rompa el mango. John hace parecer que el proceso es sencillo, pero la mayoría de nosotros lo pasaría realmente mal en este primer paso.
Este es necesario si queremos madera con la que construir una cabaña para guarecernos. Pero nos hemos acostumbrado a un nivel de tecnología tal que hemos olvidado lo básico.
Sin tecnología, estamos a merced de los elementos
A menudo hablamos de tecnología y pensamos en algún artefacto digital. A ser posible un elemento virtual que funcione en red. Al darlo por sentado, nos olvidamos de que el edificio en el que vivimos es tecnología. También la ropa que llevamos. Sin alguno de estos avances viviríamos en condiciones bastante peores. Imaginemos un mundo sin vacunas, zapatillas o cristal.
John Plant se va a mitad del bosque y realiza auténticos simulacros de emergencia. Uno en el que nada de esto ha sido inventado o descubierto. En sus videos, en los que nunca se le oye hablar o explicar de palabra ningún objeto, tan solo se le observa trabajar en el mutismo absoluto. Paso por paso, logra extraer del bosque lo que necesita para fabricar utensilios.
Uno de los más curiosos es el arco, un elemento básico de caza que acabó por convertirse en tecnología bélica. Claro que, ¿qué invento no hemos convertido en un arma? Si este invento prehistórico es interesante, es por la dificultad que entraña. No solo requiere madera y trenzado de soga (cartílago, si nos ponemos finos). También necesita proyectiles.
Estos últimos, en forma de flecha, necesitan plumas de aves para evitar que la turbulencia que genera el propio astil al volar desvíe la trayectoria. Suerte tenemos los mortales de no sacarnos un ojo en la construcción del cuerpo del arco. Y no hablemos ya de confeccionar un carcaj. Tejer con soga es una habilidad que hemos perdido.
¿Sabrías cómo cocinar tu comida?
A pesar de que Plant lo hace fácil, probablemente la mayoría tendríamos que recurrir a las bayas silvestres. Lo de cazar y cocinar la carne por encima de los 70ºC para evitar bacterias es más complicado. Sin embargo en el vídeo de abajo observamos la facilidad con la que este profesor nos enseña a construir un horno. El vídeo de abajo es probablemente el más impresionante porque usa el horno para fabricar tejas.
Como el propio John Plant explica en la descripción, la cabaña de madera que construye, con base cuadrada de dos metros y otro par para la altura central, necesitó 102 días. “Pero hubiese llevado 66 días de no haber sido por la lluvia”, asegura su creador. La construcción de un horno capaz de cocer barro para hacer tejas o ladrillos resulta alucinante.
El control y uso del fuego es probablemente la tecnología primitiva más versátil. Ayudaba a calentar el hogar, a preparar comida más saludable, a fabricar nuevas herramientas de trabajo, a diseñar armas más resistentes, a ahuyentar a los animales salvajes…
Podríamos seguir. Sin embargo, el diseño de hornos con tiro natural nos ayudó a algo que nos catapultaría al siguiente salto tecnológico. Una chimenea de 150 centímetros alimentada con carbón puede alcanzar 1.200 ºC en alguno de sus puntos. Por tanto, puede fundir bronce. Así empezó la Edad de los Metales.
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Imágenes | Mario Álvarez (Unsplash), José-Manuel Benito Álvarez (Wikipedia)