Las aguas residuales como espía de un brote de COVID-19. Es uno de los posibles enfoques para contener la pandemia. Encontrar material genético del nuevo coronavirus en las alcantarillas significa poder hacer muestras y estimar la presencia de contagios. Varios grupos de investigadores de todo el mundo siguen esta línea de trabajo, que podría ofrecer datos sobre la cantidad de personas infectadas sin tener que hacerles el test. Casos que se escapan de las estadísticas.
En los Países Bajos, la microbióloga Ana Maria de Roda Husman ha detectado la presencia del ARN del nuevo coronavirus en las aguas residuales de Schiphol (Ámsterdam), el aeropuerto más importante del país y uno de los más activos de Europa. A continuación, su equipo de investigación ha comenzado a analizar las aguas residuales de 12 capitales de provincia del país y de otros lugares donde aún no se han detectado casos positivos.
Una primera prueba realizada en la ciudad de Amersfoort ha permitido identificar rastros del ARN del coronavirus en las alcantarillas, antes de que se detectaran los primeros casos positivos entre la población. Una docena de estudios está actualmente en curso en varios países. Después de los resultados obtenidos en los Países Bajos, también en Massachusetts (EE.UU.), China, Australia, Francia e Italia se ha encontrado material genético de coronavirus en las alcantarillas.
En España, investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat de València han detectado la presencia del SARS-COV-2 en aguas residuales recogidas a partir del 12 de febrero. El estudio incluye seis depuradoras de Murcia y tres del área metropolitana de Valencia. Los resultados sugieren, además, que el virus ya estaba circulando por el país mucho antes de lo que se creía.
Coronavirus en las alcantarillas antes de los primeros brotes
Estos hallazgos no son una sorpresa. Ya a finales de marzo, la Universidad de Cranfield (Reino Unido) sugirió la utilidad de un enfoque epidemiológico basado en las aguas residuales. Hay que aclarar que la búsqueda de coronavirus en las alcantarillas no representa un peligro para la salud humana. El riesgo de que la infección se transmita a través de las heces es extremadamente bajo. Y los trabajadores que tratan estas aguas usan equipos de protección personal y siguen reglas específicas.
El análisis de las aguas residuales para el estudio de la salud pública no es nuevo, y ya se emplea con frecuencia para diversos fines. En el pasado, por ejemplo, este sistema se ha utilizado para verificar la efectividad de las vacunas contra la poliomielitis. O para estudiar el abuso de antibióticos o el uso de drogas entre la población.
El SARS-CoV-2 se conoce desde hace menos de cuatro meses y, por lo tanto, los investigadores todavía están trabajando para descubrir sus características. Se podía imaginar que los rastros genéticos del virus fueran detectables en las heces de las personas infectadas. Sin embargo, el aspecto novedoso es que esta presencia se manifiesta dentro de los tres días posteriores a la infección. Mucho antes del desarrollo de los síntomas de la COVID-19, que pueden tardar hasta 15 días.
Haber encontrado rastros de coronavirus en las alcantarillas no implica ningún riesgo añadido para los ciudadanos. El ciclo hídrico integrado está controlado con respecto a cualquier tipo de patógeno. El agua que fluye de los grifos no tiene nada que ver con las aguas residuales, por lo que aquella sigue siendo segura. Además, que aparezcan trazas de ARN viral en las aguas residuales no implica que el virus esté activo y tenga una carga suficiente para infectar.
El agua del grifo es segura
Localizar la presencia de ARN de coronavirus en las alcantarillas es solo una parte del trabajo. Para obtener muestras representativas de la infección en una población, los investigadores primero deben comprender cuánto material genético termina realmente en las heces de los contagiados. Una vez comprendida la concentración de ARN viral, podrán hacer estimaciones del porcentaje de la población potencialmente infectada.
Los investigadores también deben asegurarse de haber recolectado muestras ‘equilibradas’ de los sistemas de alcantarillado. Al igual que con cualquier otra encuesta o sondeo, las ‘áreas extremas’ deben ser excluidas. Es decir, no se pueden considerar válidas las muestras recogidas en zonas de la ciudad o períodos en los que la carga viral fuera mayor, debido a una mayor concentración de casos. Además, las pruebas aún deben perfeccionarse para detectar la presencia del nuevo coronavirus en las alcantarillas incluso a niveles muy bajos.
Lo cierto es que una sola planta de depuración, donde las aguas residuales confluyen para ser tratadas antes de ser dispersadas, puede gestionar los vertidos de un millón de personas. Por lo tanto, el análisis de esta agua podría ofrecer una gran cantidad de información sobre la propagación del coronavirus entre la población. Y ayudar así a los epidemiólogos a comprender mejor la dinámica y la velocidad de la propagación de la pandemia.
Durante la fase de desconfinamiento, la vigilancia de las aguas residuales podrá usarse para monitorear indirectamente la circulación del virus y avisar con tiempo de su posible reaparición. De esta manera, será posible reconocer y circunscribir cualquier nuevo brote epidémico más rápidamente.
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