Un equipo multidisciplinar de expertos formados por investigadores del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’ (IHSM-UMA-CSIC), en Málaga, y del Instituto Italiano de Tecnología (IIT) ha fabricado una tirita que regenera la piel dañada por heridas.
economía circular, está elaborada a partir de una proteína, la queratina, extraída de restos de lana desechadas que, junto con otros compuestos, se crea en una jeringuilla mediante electrohilado, similar a una impresora 3D.
El apósito, que puede servir como ejemplo dePara obtener este tejido, los expertos han combinado esta proteína de origen natural con polivinilpirrolidona (PVP), un compuesto químico empleado en productos cosméticos y en la industria farmacéutica. El resultado es un conjunto de fibras nanométricas, resistentes al agua y biodegradables que se puede emplear como gasa. Además, durante el proceso de formación de este compuesto sólo se han empleado procedimientos químicos sostenibles.
A todo ello se le suma, como recoge el estudio titulado ‘From fabric to tissue: Recovered wool keratin/polyvinylpyrrolidone biocomposite fibers as artificial scaffold platform’ y publicado en la revista Materials Science and Engineering, que tras estudios in vitro realizados en células epidérmicas humanas, este nuevo material aumenta la regeneración de los fibroblastos, es decir, de las células de la piel. Además, contribuye a la consolidación de andamios celulares (conocidos en el ámbito científico como scaffolds) que regeneren este tipo de tejidos.
una tirita que regenera la piel y el medioambiente
El objetivo de este estudio consiste en dar una nueva ‘vida útil’ a una materia prima catalogada como desecho y que carece de otras aplicaciones. Para ello, se basan en la bioeconomía circular, donde se reutilizan restos de materiales siguiendo en todo momento procesos respetuosos con el medioambiente.
“La mezcla de ambos componentes se hace aplicando química verde, es decir, disolventes sostenibles y en este caso concreto en una base de agua. Se trata de evitar así compuestos químicos que puedan resultar perjudiciales para el entorno”, explica a la Fundación Descubre el investigador del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’ (IHSM-UMA-CSIC) José Alejandro Heredia, coautor de este trabajo.
El próximo paso de este estudio será probarlo en animales in vivo, así como cotejar su resistencia al agua del mar para determinar su biodegradabilidad en el medio ambiente y su utilidad como apósito con propiedades curativas, antiinflamatorias y antisépticas, entre otras.