Nos encontramos en medio de un gran océano de oportunidades generadas por datos. La capacidad de almacenamiento crece año tras año al mismo ritmo que los dispositivos reducen su tamaño. Hoy el genoma humano puede almacenarse dentro de una estructura electrónica de un centímetro cuadrado y a un coste que irá decreciendo hasta los 10 dólares por persona en apenas cinco años.
Los tatuajes electrónicos permanentes o desechables, que hoy son una excepción, formarán parte del día a día de algunas personas para, por ejemplo, el seguimiento de enfermedades crónicas, mediante parches conectados con dispositivos de telecontrol.
Las etiquetas electrónicas de identificación de cosas, como RFID serán de uso habitual en los hogares, tanto para clasificar alimentos como objetos de valor, y quedarán atrás problemas cotidianos como no encontrar las llaves, porque cualquier llavero podrá incorporar un localizador. Esta aplicación ya está comercializada aunque su precio aún no permite que sea de uso masivo.
La capacidad de almacenar datos en las cantidades que estamos generando, en las redes sociales y en internet, tanto por parte de las personas, como cada vez más, por cosas conectadas, analizarlos, correlacionar, investigar y combinar la materia gris humana con la de la máquina, debe mejorar el conocimiento acerca de nosotros mismos. También optimizará procesos y costes para mejorar nuestra calidad de vida.
Reconocimiento facial
Pronto, con sistemas de reconocimiento facial, dispondremos de los datos públicos de las personas que nos rodean en un restaurante o en la calle. Con nuestro smartphone, a la vez que hacemos una foto o tomamos un video, podremos conocer, a través de reconocimiento facial, desde sus últimos tuits publicados hasta las fotos de sus vacaciones de verano, con los datos que generan.
La transformación digital de la sociedad también nos lleva a pensar en aplicar derechos humanos transferibles a avatares virtuales o físicos. Por la mañana, mi teléfono me avisa del tiempo que tardaré a la oficina después de dejar a mis hijos en el colegio. Al salir a comer, me dice lo que tardaré en llegar a casa. Él solo, sin que nadie le haya preguntado. El paso inmediato es dotar de cuerpo a mi asistente personal.
Un día, mi asistente personal digital podrá acompañarme en forma de maleta rodante y seguirme por la ciudad y esperar en el estacionamiento de robots de asistencia de personas. También permanecerá en la nube trabajando para mí, mientras registra los eventos digitales, los clasifica y los presenta conforme a mis preferencias. Incluso, me podrá sustituir físicamente a través de un androide o un holograma en una sala de reuniones… No es de extrañar que una comisión del Parlamento Europeo haya propuesto otorgar estatus legal a los androides clasificándolos como »personas electrónicas».
Inteligencia artificial vs. inteligencia humana
La combinación de la inteligencia y creatividad humana con la inteligencia electrónica dará paso a un humano aumentado, un ser con mayores capacidades tanto físicas como mentales. La integración de la tecnología digital con la biología y la capacidad de conectar circuitos eléctricos con sistemas nerviosos, nos augura un futuro de personas biónicas bien a voluntad o por necesidad de superar limitaciones físicas.
Los exoesqueletos, hoy tan caros, serán mañana mucho más asequibles, ofreciendo así nuevas oportunidades a personas discapacitadas, como ya lo hace en algunos casos, superando incluso las habilidades físicas naturales.
Los avances en medicina permitirán una mayor longevidad de la especie, hasta límites inimaginables. Sin embargo, las terapias preventivas y la selección genética hoy viable, nos plantean, obviamente, cuestiones morales que cada vez estarán más presentes en la vida de las personas.
la apuesta por el coche autónomo
En otros ámbitos, como el de la automoción, la tecnología digital, la conectividad y sus servicios asociados se han convertido en un elemento competitivo en la industria. Leí un día que un coche era un móvil con ruedas y puede que ya sea así. El coche conectado es una realidad desde hace tiempo en industrias como la logística, que monitoriza los vehículos de reparto para optimizar las entradas en taller por mantenimiento.
El coche completamente autónomo, con cero emisiones, será una realidad una vez superadas muchas de las barreras tanto sociales como técnicas. Mientras, la conducción asistida semiautomática, los sensores y la analítica de datos, tiene mucho recorrido por delante junto con el desarrollo de los sistemas de control de tráfico y la limitación automática de velocidad dentro de los núcleos urbanos, un avance que acabaría con una fuente de financiación tan importante, como son las sanciones de tráfico…
En fin, si usted que lee tiene interés en imaginar este futuro, le recomiendo una serie que podrá encontrar en alguna plataforma digital, ‘Black Mirror’. En ella se abordan, desde distintas perspectivas, las consecuencias de la irrupción de la tecnología digital en los seres humanos. Los datos abren nuevas vías a un futuro que da vértigo, pero apetece llegar a él.
En Nobbot | Así imagina nuestro futuro Stephen Hawking