Viajamos al otro extremo del mundo y visitamos, por primera vez, una ciudad nueva. Mientras miramos curiosos a nuestro alrededor y nos debatimos entre si probar o no un plato diferente, sucede: sentimos esa misteriosa sensación de haber vivido antes ese preciso momento, a pesar de que sabemos que es imposible.
Psicólogos, neurólogos e investigadores de otras ramas llevan siglos intentando descifrar qué sucede en nuestra mente cuando tenemos un déjà vu. Aunque todavía no se sabe a ciencia cierta qué hace que tengamos esta sensación, los investigadores cuentan ahora con un aliado para encontrar respuestas: la tecnología.
Un choque de realidades
El término francés ‘déjà vu’ (se puede traducir como ‘ya visto’) hace referencia a la sensación intensa de que ya habíamos hecho algo antes, aunque sabemos que es imposible. Diferentes investigaciones señalan que la mayoría de nosotros experimentamos al menos un déjà vu en algún momento de nuestras vidas. Además, las personas que viajan más y ven muchas películas tienen más tendencia a sentirlos.
En muchos casos, la sensación resulta intrigante e, incluso, incómoda, ya que nos hace cuestionarnos si en realidad habíamos vivido ya un momento similar. Esto se debe a que sentimos una cosa, pero pensamos otra diferente. “Reducido a lo más simple, la experiencia representa el choque entre dos evaluaciones mentales simultáneas y, sin embargo, opuestas: una sensación subjetiva de familiaridad frente a otra objetiva de falta de familiaridad”, explica el psicólogo Allan S. Brown en su libro ‘The déjà vu experience’.
“Normalmente, la percepción de estas realidades o sensaciones [el hecho de que algo nos resulte nuevo o, por el contrario, conocido] es automática y no le prestamos atención. Entramos en nuestra habitación y nos es familiar. Visitamos una ciudad nueva y no lo es. No le prestamos atención hasta que las dos dimensiones chocan entre sí”, señala.
Hoy, diferentes investigaciones nos han ayudado a dar forma a esta idea. Sin embargo, a lo largo de la historia se han dado todo tipo de explicaciones a los déjà vu, algunas fundadas en teorías científicas y otras basadas en creencias de todo tipo. Se han asociado a la brujería, a lo paranormal, al recuerdo de vidas pasadas, al inconsciente colectivo, a los deseos reprimidos, a problemas mentales y a fallos de la memoria, entre otros.
¿Y si añadimos realidad virtual?
El interés por los déjà vu y sus posibles causas aumentó a principios del siglo XIX. A lo largo de esta etapa comenzaron a hacerse las primeras referencias en obras de filosofía y medicina. Con la evolución de las investigaciones y los métodos, fueron dibujándose las teorías sobre las que se trabaja hoy.
En 2012, la profesora de psicología de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) Anne M. Cleary, el ya mencionado Allan S. Brown y otros investigadores publicaron un estudio sobre el déjà vu basado en una investigación realizada con realidad virtual.
Se basaron en la hipótesis de familiaridad de la Gestalt, una corriente de la psicología moderna que surgió en Alemania a principios del siglo XX. De acuerdo con esta, el déjà vu se produce cuando la configuración de los elementos de una escena se corresponde con otra que ya se había visto hace poco. Por ejemplo, los muebles de una habitación están distribuidos de forma muy similar a los de otra, ya conocida. Sin embargo, la configuración antigua no llega a la mente, por lo que no conseguimos recordarla en su totalidad y se produce esta sensación de déjà vu.
Los investigadores utilizaron tecnología de realidad virtual inmersiva para recrear escenas parecidas entre sí. “Para investigar esta idea en el laboratorio, mi equipo usó la realidad virtual para ubicar a las personas dentro de las escenas”, señaló Cleary. “De esa manera, podíamos manipular los entornos en los que se encontraban: algunas escenas compartían el mismo diseño espacial y, por lo demás, eran distintas. Como se había predicho, es más probable que ocurra un déjà vu cuando las personas están en una escena que contiene la misma disposición espacial de elementos que otra que habían visto, pero no recordaban”.
Lo que nos dice la tecnología
Los estudios liderados por Cleary confirmaron que cuando una nueva escena se parece a una vista antes, pero las personas no recordaban esta última, los momentos de déjà vu eran más altos que cuando se visualizaban escenas nuevas por completo. Así, los resultados de sus experimentos apoyan la hipótesis de familiaridad de la Gestalt.
“Las personas también exhibieron la sensación de contraste entre novedad y familiaridad que es característica del déjà vu. Las calificaciones de familiaridad y los informes de déjà vu aumentaron a medida que las características de una escena coincidían más con las de otra almacenada en la memoria. Esto sugiere que la coincidencia de características puede producir familiaridad y déjà vu cuando falla el recuerdo”, explicó la investigadora.
Así, hoy podemos señalar que los déjà vu tienen mucho que ver con una extraña mezcla entre novedad y familiaridad, y la incapacidad de nuestra memoria de relacionar un lugar conocido con otro muy parecido, pero no igual. Sin embargo, señalan los investigadores, esto no significa que el parecido espacial sea la única causa del déjà vu.
“Es muy probable que muchos otros factores pueden contribuir a que una escena o una situación nos resulten familiares”, señalaron. El equipo continúa investigando para conocer qué otros factores pueden estar detrás de esta extraña sensación que, tarde o temprano, casi todos sentimos alguna vez en la vida.
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