Cada minuto se conectan más de un millón de personas a Facebook, se envían más de 41 millones de mensajes por Whatsapp y se ven más de cuatro millones de vídeos en Youtube, tal y como asegura un estudio de Lori Lewis y Chadd Callahan.
La tecnología nos ha atrapado, es un hecho..y se echa de menos un poco de desconexión digital.
Tinder. Además, un 98% de los jóvenes de 16 a 24 años usan internet, por lo que parece evidente que la comunicación digital ha irrumpido en nuestras vidas y en nuestras relaciones interpersonales.
Según datos del mismo estudio, entre 2018 y 2019, en tan solo un minuto se incrementó de 1,1 a más de 1,4 millones el número de swipe enLas apps y las redes sociales se han convertido en una herramienta clave de nuestro equilibrio emocional y laboral y están presentes en casi todas las situaciones de nuestra vida, a veces, llegando a adoptar un papel excesivo y tóxico. Por eso, Jimmy Pons y Phil González han creado su Máster en desconexión digital, un manual para aprender a desconectar de la mano de, tal y como ellos mismos se definen, dos exadictos a la tecnología.
¡A ver si nos vemos!
Uno de los capítulos de Máster en desconexión digital nos habla sobre la amistad en los tiempos del click. Tal y como recoge el libro, Robin Dunbar, profesor de Antropología Evolutiva en Oxford, aseguraba que no podemos conservar una relación de calidad con más de 150 personas a la vez.
Esto nos lleva a reflexionar sobre la enorme cantidad de amigos digitales que más de uno tiene. En la era del like y las redes sociales nos conformamos con saber dónde están nuestros amigos gracias a sus publicaciones y fotografías. Las promesas efímeras cargadas de emojis aseguran que tenemos intención de reunirnos pronto para tomar unas cañas pero, la mayoría de las veces, estos planes se quedan en eso, promesas digitales que no llegan a materializarse.
Una de las asignaturas que tendremos que cursar para aprobar nuestro Máster en desconexión digital nos obligará (entiéndase el sentido de la palabra) a dejar un poco de lado las interacciones a través de la pantalla para pasar directamente a la acción. Diariamente deberíamos dedicar unos minutos a pensar en alguien importante para nosotros para, acto seguido, interesarnos por esa persona. Además, hay que aprender que no vale felicitar en fechas señaladas con un simple e impersonal mensaje. Volvamos al pasado y llamemos por teléfono.
Cumplamos las promesas. Vayamos al cine y frecuentemos los bares con nuestros amigos porque, por más engañados que estemos, todos sabemos perfectamente que chatear en Whatsapp no nos hace tan felices como compartir historias junto a una buena cerveza.
la desconexión digital es una necesidad
En teoría, las vacaciones son un tiempo de desconexión y tranquilidad que debería ayudarnos a recargar pilas para el resto del año. Sin embargo, las redes sociales nos han convertido en animales digitales que necesitan publicar constantemente la preciosa playa en la se encuentran o la increíble paella que van a comer. Aunque pensemos que estamos disfrutando como nunca, sentimos una extraña obsesión con relatar a través de imágenes nuestros viajes porque sino, ¿cómo vamos a demostrar que hemos estado allí?
Es cierto que, a día de hoy, no podemos prescindir totalmente de la tecnología pero ¿de verdad la necesitamos en vacaciones? ¿No sería más divertido apagar el móvil y disfrutar a la vieja usanza? Algunos de los consejos que nos proporciona el Máster en desconexión digital que pretende cambiarnos la vida son reservar alojamientos, excursiones y demás actividades con antelación para no tener que recurrir al móvil para absolutamente nada o escribir postales a nuestros seres queridos. Sin duda una forma muy romántica de dar señales de vida.
Menos tecnología, más salud
Tal y como recogen Jimmy Pons y Phil González en su libro, el 48% de los jóvenes que pasan más de cinco horas al día conectados al móvil han sufrido algún tipo de depresión, aislamiento o tendencia suicida. La dictadura del like se ha impuesto y ha ganado terreno en nuestras vidas. Los likes nos hacen felices, así de simple, y su ausencia nos frustra y nos causa una extraña desazón.
La Organización Mundial de la Salud prevé que, en 2030, la ansiedad y la depresión serán una de las principales causas de baja laboral en el mundo. Muchos de estos trastornos encuentran un refugio perfecto en las redes sociales ya que, el hecho de sentirnos constantemente conectados, nos hace ser vulnerables y no disfrutar de ningún momento de tranquilidad real.
Por eso, Jimmy Pons y Phil González nos recomiendan apreciar el valor del silencio, algo que puede resultar sorprendentemente agradable. Si queremos finalizar nuestro máster con éxito y disfrutar de momentos de insólita paz, tendremos que apagar de vez en cuando nuestros dispositivos. Todos.
¿Practicas el Phubbing?
Cuando hablamos de phubbing, un término que nace de las palabras phone (teléfono) y snubbing (ignorar), nos referimos al hecho de ignorar a la persona con la que estamos y al propio entorno como consecuencia de la utilización de cualquier dispositivo conectado. Vamos, el pan nuestro de cada día.
El phubbing no sólo es una cuestión de mala educación, sino que empieza a considerarse una práctica adictiva con consecuencias nocivas. Los motivos por los que se produce son variados pero, sin duda, los más comunes son la imitación social, la adicción o dependencia tecnológica que nos obliga a estar pendientes de la pantalla de forma constante y la timidez, ya que tendemos a refugiarnos en los móviles cuando nos enfrentamos a situaciones que nos intimidan.
Son numerosos los esfuerzos cuyo objetivo es acabar con esta práctica y fomentar un uso responsable de la tecnología que, a día de hoy, nos envuelve. A través de la campaña Por un uso love de la tecnología, Orange ha lanzado un portal sobre los peligros de la misma con la intención de informar sobre distintas maneras de disfrutar de la conectividad sin peligros ni adicciones.
Para acabar con el phubbing es importante establecer una serie de rutinas sencillas que pueden ayudarnos a acabar con esta tendencia. Es necesario establecer horarios para un uso tecnológico responsable, fijar normas sobre dónde y cuándo utilizar los móviles. Y, sobre todo, hay que acostumbrarse a hablar de las emociones y resolver los conflictos cara a cara.
Mindful planet
Jimmy Pons y Phil González no han querido olvidarse en su manual del tratamiento de la chatarra electrónica y los desechos tecnológicos. Procesarlos de forma inadecuada afecta gravemente a nuestro planeta y, en consecuencia, a nosotros mismos. El cambio climático es una realidad indiscutible. El nivel del mar sube anualmente una media de 3,3 milímetros, tal y como aseguran los estudios de la NASA. Además, y entre otras muchas terribles consecuencias, según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, entre el 15% y el 40% del plástico producido en el mundo termina en nuestros mares y océanos.
El primer paso para el correcto tratamiento de estos residuos es el consumo responsable y consciente. ¿Es necesario tener un móvil nuevo cada año, dos tablets y tres portátiles? Además, si tenemos que desechar estos dispositivos, es importante hacerlo en un punto limpio de forma correcta. Una vez nos hayamos mentalizado sobre este asunto, es importante concienciar a los demás. Ya sabéis, compartir es vivir.
La tecnología que transforma nuestras vidas
A pesar de que Jimmy Pons y Phil González abogan en este libro por una vida más alejada de las pantallas, la tecnología ha llegado al mundo para cambiarnos la vida y, muchas veces, de forma positiva. Los autores quieren remarcar el poder transformador de algunas herramientas, que puede ser utilizado para contruir espacios saludables más adaptados a las personas.
La realidad aumentada, la inteligencia artificial, la robótica o la biotecnología, entre otras disciplinas, abren un mundo de posibilidades casi infinito que puede ayudarnos a amplificar el bienestar de las personas. Eso sí, siempre y cuando encontremos el equilibrio entre mente, cuerpo, alma y espíritu. Ah, y tecnología.