El desempleo tecnológico ocupa cada vez más portadas. En sus artículos hablan sobre renta básica universal y las mejoras de las máquinas para imitar habilidades humanas. Como ejemplo, ¿qué hay más humano que saber cuándo hay que recoger un cultivo? Pues es algo que los robots ya hacen mejor que las personas. ¿Nos va a dejar esta tendencia sin trabajo?
En los últimos años ha nacido una extensa bibliografía al respecto: ‘El fin del mundo’, de Marta García Aller; ‘Un mundo robot’, de Javier Serrano; o ‘Sapiens’, de Yuval Noah Harari, en el que se habla de personas «inempleables» (además de desempleadas). Pero, ¿es cierto que una máquina nos quitará el trabajo?
Parece que las máquinas no nos desplazan, sino que nos complementan. Hasta cuando estas nos expulsan completamente de áreas enteras seguimos localizando campos de actuación de valor. Por ejemplo, repasamos algunos avances médicos en distinto grado de automatización. Incluso en un mundo futurista de hospitales automatizados, el personal sanitario será necesario.
Automatización leve: ayuda a la rehabilitación
Arriba mencionábamos el cultivo de alimentos porque la sabiduría popular, transmitida de padres a hijos, ha sido altamente valorada en el pasado y aún tiene vigencia en según qué sectores. Un agricultor “siente” cuándo el pimiento está listo para la cosecha. Sin embargo, nos equivocamos al pensar que las máquinas no pueden emular esa habilidad. E incluso cultivar por su cuenta mucho mejor que nosotros.
Watch this robot autonomously harvest peppers. pic.twitter.com/cA5W3ZaSAm
— Seeker (@Seeker) October 20, 2018
El cuidado personal y la ayuda en rehabilitación son otros de esos ámbitos en los que hace falta “algo más”. Un toque humano. ¿Puede ayudar un robot a rehabilitar a una persona? Mi proyecto de fin de carrera estaba orientado al cálculo de servomotores para la construcción de un exoesqueleto enmarcado en el proyecto europeo HYPER de rehabilitación neuronal. De modo que confirmó que sí.
Además, puede ayudar a liberar a los enfermeros y así atender a más pacientes. E incluso aumentar la calidad de dichas intervenciones. Para demostrarlo, basta con visitar hospitales no robotizados y los medios que tiene el personal médico para hacer rehabilitación con pacientes. El personal se sobreesfuerza durante horas para hacer algo tan mecánico como mover piernas.
Eso ya lo puede hacer una máquina, o una serie de ellas. Actualmente hacen falta al menos dos personas (preferiblemente tres) para ayudar a un paciente a volver a andar. Además de un enorme coste en horas. Sin embargo, una vez colocado un arnés como el que vemos arriba, o dentro de una máquina Lokomat, el paciente tiene cierta autonomía y libera a los sanitarios, que pueden trabajar con otro usuario.
Máquinas y personas, mejor que máquinas o personas
Los robots físicos, máquinas que manipulan objetos tangibles como las de arriba, son muy útiles complementando a las personas. Pero, ¿y las máquinas virtuales? La inteligencia artificial (IA) ha avanzado mucho en las últimas décadas. Casi todo este avance se ha dado gracias al uso de una cantidad ingente de datos y machine learning. Ya nos superan en muchas actividades, como conducir.
Sin embargo, aunque en buena parte de los ámbitos de trabajo basado en grandes volúmenes de datos la inteligencia artificial nos supera con creces, hay algo que la supera a ella: el trabajo en equipo de una persona y una IA.
Los estudios para identificar células cancerosas son frecuentes. En ellos, las máquinas son realmente buenas leyendo imágenes, con tasas de acierto frecuentemente mejor que las de los médicos, según el estudio. En un estudio llamado ‘Deep learning for identifying metastatic breast cancer’, liberado en 2016 (la IA ha avanzado mucho en dos años), se obtuvieron resultados sorprendentes y esperanzadores tanto para pacientes como para los médicos. Estos no se quedarán sin trabajo:
- el algoritmo tuvo una tasa de error del 7,5%;
- la tasa de error del médico humano fue del 3,4%;
- el error del equipo médico-máquina fue ¡del 0,5%!
Es uno de los más bajos documentados hasta la fecha. Demuestra que personas y máquinas no solo pueden trabajar juntos. Deben hacerlo, en este caso por el bien de los pacientes. Máquinas y personas, mejor que máquinas o personas.
Incluso cuando nos desbancan, nos complementan
El robot Da Vinci es una maravilla. La cirugía se realiza “asistido por un robot”, aunque quizá deberíamos decir que el robot es el nuevo escalpelo, y que es este quien asiste al cirujano. La precisión alcanzada con este escalpelo es única, y todo parece indicar que el mayor factor de error es el profesional que maneja los controles.
El Politécnico de Milán ya ha entrenado a un robot para imitar a los cirujanos, con éxito. Y entonces, ¿el personal sanitario desaparecerá? No es probable. Uno de los primeros robots sanitarios autónomos aparece en el libro ‘Cita con Rama’ (1972), ambientado en 2131.
En el libro, el robot no tiene en cuenta todas las variables de posición y trayectoria de la nave en la que viaja, y acaba por dañar al paciente. La cirujana humana sigue siendo necesaria, a diferencia de en ‘Prometheus’ (película, 2012). La siguiente escena, que simula una operación realizada por un robot, no es para todos los gustos, pero ilustra muy bien este tema.
En ella se observa cómo el robot se encarga de absolutamente todo. Desde sedar al paciente a realizar la operación. Y, por supuesto, de cerrarla. Si logramos este avance tecnológico, ni siquiera los cirujanos de apoyo tendrían sentido, pero sí los investigadores. La medicina, para poder tratar a los pacientes, primero tiene que aprender sobre ellos.
Lejos de haber alcanzado un conocimiento óptimo sobre el ser humano, seguimos aprendiendo. Contra todo pronóstico, en 2018 se descubrió un nuevo órgano en el cuerpo humano: el intersticio. Incluso si los hospitales se encuentran robotizados al 100% o los psicólogos son sustituidos por convincentes hologramas con cerebro artificial, el personal sanitario seguirá ahí. Imaginemos el avance de un futuro en el que todo el personal sanitario quede liberado para investigar.
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