La teoría de los seis grados dice que dos personas cualesquiera, en cualquier punto del planeta, están conectadas a través de una cadena de conocidos con no más de cinco eslabones. A pesar de que los números parecen ser correctos, lo cierto es que no conocemos mucho más allá de aquellas personas con las que nos relacionamos a diario. Personas que, por otro lado, suelen ser, en su mayoría, de un entorno social muy similar al nuestro.
Por eso a la mayoría nos cuesta creer que, hoy por hoy, exista gente en España que ponga en duda que la Tierra gira alrededor del Sol o que crea en los curanderos. O que no sepa que humanos y dinosaurios nunca convivieron, salvo en Parque Jurásico.
Los números vuelven a llevar la razón aquí. Un 12% de la población española piensa que el Sol da vueltas alrededor de la Tierra y casi un 25% cree que nuestros ancestros se las tuvieron que ver con el Tiranosaurio Rex o que se puede confiar en los curanderos para temas de salud. Son datos de la última edición de la encuesta bienal de Percepción Social de la Ciencia que realiza la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, FECYT, y que han vuelto a generar un torrente de opiniones, artículos y debates.
La lucha contra el desinterés…
Uno de cada tres españoles no está interesado en la ciencia. “Según la encuesta, la principal razón que aducen es que no la entienden. Esta percepción refuerza nuestra apuesta por promover y financiar proyectos de divulgación científica que permitan mejorar la cultura científica de los españoles de todas las edades”, explica Gonzalo Remiro, técnico del proyecto de la encuesta en la FECYT.
Precisamente, entre las diferentes edades, es donde se matizan las medias engañosas. El porcentaje de españoles que sigue la ciencia y la tecnología con interés ha pasado del 6.9% en 2004 al 16.3% en 2016. Dicho interés sigue siendo mayor en los jóvenes, pues un 23.1% se declara interesado por estos temas. Además, el interés de las mujeres por la ciencia ha subido del 9.9% en 2014 al 13.7% en 2016, reduciendo la brecha de género a la mitad en solo dos años.
Dentro de este 30% que dice no estar interesado en la ciencia, casi un tercio asegura que es porque no la entiende, el resto porque no la necesita y porque nunca ha pensado en ello o, directamente, porque no tiene tiempo para pensar en este tema.
Y la baja formación
“La encuesta muestra que los españoles demandan más información científica y una mayoría cree que la educación recibida en ciencia y tecnología es baja o muy baja”, señala Gonzalo Remiro. “Creemos que es una responsabilidad compartida por todos los actores sociales, las escuelas y los medios de comunicación”.
La llamada alfabetización científica es un camino de largo recorrido, no solo para que conceptos complicados calen en la sociedad, sino para que la población no científica entienda que este conocimiento procede de una investigación contrastada y no busca ser una verdad absoluta. Es un camino en el que los propios científicos también tienen mucho que hacer.
“Los científicos están en la actualidad realizando un gran esfuerzo por salir de sus laboratorios y despachos para explicar en lo que trabajan”, explica el técnico de la FECYT. “Aún queda mucho por recorrer y también se debe avanzar en el reconocimiento de las actividades de divulgación en la carrera investigadora”.
Las consecuencias de la desinformación
Saber qué es el bosón de Higgs, en qué consisten la materia -y la energía- oscura o conocer los secretos de la física cuántica está al alcance de una minoría. Son conceptos que requieren de preparación y estudio para llegar a comprenderlos. Sin embargo, existen una serie de conocimientos básicos que podría parecer que nuestra sociedad ha asimilado por completo. Pero no.
Un 11.7% de los españoles no tiene claro que la Tierra gire alrededor del Sol, el 21.3% piensa que comer una fruta modificada genéticamente influye en el ADN de la persona que la come, un 21.7% pone en duda que los continentes estén en movimiento y un 23.7% cree que los humanos convivieron con los dinosaurios en el pasado.
“Los fallos en preguntas tan básicas los comenten mayoritariamente dos perfiles sociológicos: personas con menos estudios y mayores de 65 años. Con estas personas se ha de hacer un esfuerzo para comunicar partiendo de los fundamentos de la ciencia y su funcionamiento”. Para Gonzalo Remiro, divulgar para estos públicos es un auténtico reto. “Proyectos que aúnan entretenimiento y ciencia, como Famelab, son una buena vía para llegar a esta audiencia”.
Medicina y pseudociencia
La ciencia en el sentido amplio de la palabra es inabarcable. Teorías, teoremas, métodos, historias, corrientes, aciertos, fallos… Demasiadas ramificaciones para intentar comprenderlas todas o, incluso, para entender su utilidad en el mundo real. Sin embargo, si se tuviese que buscar la aplicación de la ciencia que haya afectado más directamente a la vida del ser humano, esa sería la medicina.
Aunque la mayoría de los españoles confían en su sistema médico, existen lagunas de conocimiento y mitos con poca base científica que socaban la imagen de la medicina. Por ejemplo, al igual que casi uno de cada cinco encuestados cree en los horóscopos, una cuarta parte confía en los curanderos y en las llamadas pseudociencias, como la homeopatía o la acupuntura.
“A día de hoy, la homeopatía no ha demostrado que su eficacia sea mayor que la del placebo, ni se ha podido demostrar la base científica de sus principios. Que una mayoría de españoles afirme que confía en ella creo que nos debe mover a la acción”, explica el técnico de la FECYT. La solución: no estigmatizar a quien cree en las pseudoterapias, sino explicar cómo funciona el método científico en medicina y que ningún tratamiento sin evidencia sólida es recomendable.
El debate alrededor de la homeopatía está muy abierto, porque incluso existen profesionales médicos que la defienden. Sin embargo, sus técnicas no han logrado superar ninguno de los muchos experimentos a los que han sido sometidas. Esto tampoco quiere decir que no se pueda probar, sino que, simplemente, no es una terapia eficaz en comparación con la medicina convencional.
A pesar de los datos de la última edición de la macroencuesta de la FECYT, parece que, a la hora de la verdad, la homeopatía casi nunca es la primera opción para los españoles. “En la encuesta de 2013 preguntamos a quién recurrirían los españoles en caso de enfermedad grave. Solo un 1.8% de los ciudadanos trataría de encontrar remedio en primer lugar en tratamientos alternativos”, concluye Gonzalo Remiro.
Creer o no creer, esa es la cuestión. O dudar de todo hasta comprobarlo por ti mismo y, una vez que estás seguro, volver a dudar. Cuestionarse el mundo que nos rodea y las verdades absolutas es algo que ha caracterizado a los Galileo, Newton, Curie y millones de científicos más sobre el planeta. Podemos dudar de sus conocimientos, claro, pero si no les hubiésemos hecho caso todavía viviríamos en una Tierra plana, temerosa de la Peste Negra y sin smartphones. Y, quién sabe, quizá hasta con dinosaurios.
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