750 millones de personas adultas en el mundo no saben leer, al igual que uno de cada tres jóvenes en los países de ingresos bajos. Pero mientras gran parte del mundo continúa sin poder entender un documento escrito, para otros el término alfabetización ha cambiado.
En un mundo digital, este tiene un significado cada vez más amplio e incluye la habilidad de usar la tecnología para comunicarse y adquirir conocimientos útiles. Una realidad que hace todavía más grande la brecha entre países ricos y pobres.
El 8 de septiembre celebramos el Día Internacional de la Alfabetización, proclamado por la Conferencia General de la UNESCO en 1966. Analizamos cuánto podemos celebrar y cuánto queda por mejorar para lograr un mundo alfabetizado.
Uno de cada seis no va a la escuela
El informe de la UNESCO ‘Cumplir los compromisos ¿van los países por el buen camino para alcanzar el ODS 4?’ lo advierte. A menos que se implementen medidas decisivas en la próxima década, en 2030 uno de cada seis niños no tendrá acceso a la escuela.
En 2017, el 18% de los niños, adolescentes y jóvenes entre 6 y 17 años de todo el mundo estaba sin escolarizar. En total, 262 millones. Si se sigue con el ritmo de cambio actual, las cifras descenderán ligeramente hasta el 14% (225 millones).
“Al ritmo que vamos, para 2030 las tasas de escolarización se estancarán en los países de renta media y caerán cerca del 30% en los países africanos francófonos. Más aún, si no se aceleran los esfuerzos, el 20% de los jóvenes y el 30% de los adultos de los países de renta baja seguirán sin saber leer, pese a que el objetivo 4 es eliminar el analfabetismo”, señalan desde la UNESCO.
Aunque insuficientes, las cifras suponen una evolución positiva en relación con décadas anteriores. La tasa de niños que no atiende la escuela primaria disminuyó del 15% en el año 2000 al 9% en el 2008. En la escuela secundaria, la media mundial bajó del 25% al 17%.
Los desafíos de la nueva alfabetización
El término alfabetización se consideraba, hasta hace muy poco, como un conjunto de habilidades de lectura, escritura y cálculo. Sin embargo, la irrupción de las nuevas tecnologías en nuestro día a día hace que sea necesario replantearse el concepto.
Actualmente y según la UNESCO, la alfabetización se entiende como «un medio de identificación, comprensión, interpretación, creación y comunicación en un mundo cada vez más digitalizado, basado en textos, rico en información y en rápida mutación». La alfabetización digital complica todavía más el cumplimiento de los objetivos en temas educativos. Sobre todo en los países más desfavorecidos, que no cuentan con las infraestructuras necesarias.
Según el citado informe, solo cerca del 30% de las escuelas primarias y del 50% de las de secundaria de los países con ingresos bajos tiene electricidad. Algo que afecta al acceso a internet, que se limita al 37% en las escuelas de secundaria en los países de ingresos bajos.
A su vez, cuatro de cada diez escuelas de educación secundaria en estos países carecen de instalaciones sanitarias, mientras que una de cada dos tiene acceso a agua potable, algo universal en los países de ingresos altos.
Educación gratuita y universal para todos (y todas)
En 2002, el gobierno de Kenia hizo gratuita y universal la educación primaria. Uno de los nuevos alumnos que llegaron a las aulas fue Kimani Ng’ang’a Maruge, quien se matriculó a los 84 años de edad motivado por la idea de aprender a contar para manejar su dinero y a leer para entender la Biblia.
Sin embargo, consiguió mucho más. En su primer año aprobó con la máxima nota los exámenes de inglés, suajili y matemáticas, colocándose entre los cinco mejores alumnos de su clase. Pasó a figurar en el ‘Libro Guiness de los Récords’ como el estudiante más mayor en empezar la escuela primaria. Y fue elegido como imagen de la ONU para promover la educación universal gratuita.? En septiembre de 2005 voló por primera vez en avión hasta Nueva York, donde compartió su experiencia en la Cumbre de las Naciones Unidas para el Desarrollo del Milenio.
El artículo 26 de la ‘Declaración Universal de Derechos Humanos’ (DUDH) señala como obligatoria la educación primaria gratuita y universal. Un derecho que también incluyen otras convenciones internacionales como la ‘Convención sobre los derechos del niño’. Sin embargo, los casos como el de Kimani Ng’ang’a Maruge son excepcionales. Además, en muchos países existe una barrera de género y no se permite que las niñas tengan una educación.
Las propuestas para alcanzar los objetivos previstos para 2030 pasan, por lo tanto, por mejorar las políticas de inversión en educación y asegurar la igualdad en las aulas. Aumentar el número de becas, de docentes cualificados y de financiación para recursos e infraestructuras. Demandas que recuerdan la ONU y la UNESCO aprovechando el Día Internacional de la Alfabetización, a dos tercios del camino hacia la fecha límite para el cumplimiento de la la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
En Nobbot | Cuando la tecnología se pone al servicio de la alfabetización
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