La basura electrónica es un problema manufacturado en los países occidentalizados que ya está empezando a traer consecuencias graves para el medio ambiente. Tanto fabricar componentes electrónicos como reciclarlos suponen un coste energético y de recursos considerable, pero este coste aumenta en los cementerios electrónicos, donde los equipos se abandonan.
A los usuarios de tecnología todavía nos queda aprender el coste para el medio ambiente de abandonar residuos electrónicos (que contienen un gran volumen de materiales pesados) o de enviarlos a otros países. Reutilizar, reacondicionar y reciclar: te proponemos varias alternativas para que puedas elegir cómo gestionar tus residuos.
El problema de la basura electrónica
Televisores, lavadoras, teléfonos móviles, ordenadores… Todos estos dispositivos y objetos contienen elementos químicos muy valiosos, como oro, cobre, platino o paladio en su electrónica. Sin embargo, de las 46 millones de toneladas de residuos electrónicos que tiramos en 2016 según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, solo el 20% se recicla.
Sobre qué ocurre con el resto de componentes, es complejo seguirles el rastro. Muchos de ellos siguen en nuestros domicilios, guardados en cajones durante años. Gran parte acaba en vertederos locales sin tratamiento; y otra acaba “donado” a países en desarrollo como supuesta ayuda a la cooperación internacional, aunque la población de estos países se queja de que no les llegan productos usables, sino chatarra contaminante.
Michio Kaku estableció cuatro fases para todo producto o servicio, y la tecnología hace tiempo que ha alcanzado la cuarta: es tan asequible que su coste de fabricación es bajo, y por tanto nos creemos con derecho a poder tirarla a voluntad, como ocurre con otros como el papel o el agua.
El bajo coste, así como la obsolescencia tanto en hardware como en software de los distintos componentes, hacen que este tipo de basura haya crecido un 8% en dos años. Además, un marketing agresivo que alienta a tener siempre el último dispositivo ha dado lugar a una obsolescencia más peligrosa todavía, la del deseo, que hace que despachemos objetos funcionales por otros que consideramos mejores y que rara vez necesitamos.
¿Adónde llevo la electrónica en desuso?
La mayoría de nosotros tiene en su casa distintos dispositivos que usa cada vez con menos frecuencia. Ese ordenador que tarda mucho en arrancar, el teléfono móvil de repuesto que tenemos desde hace años, el mando del anterior aparato de aire acondicionado “por si acaso”… Eventualmente, un día decidimos deshacernos de ello, y lo tiramos por error a la basura. Hay tres erres que pueden ayudarnos a decidir qué hacer con ellos.
Reutilizar aquellos productos que sigan funcionando
Que no usemos un dispositivo no significa que este no tenga uso. Por ejemplo, si antes teníamos un teléfono móvil pero nos han dado uno en el trabajo, no es necesario tirar el antiguo solo porque sea de una generación anterior. Siempre podemos donarlo a plataformas sociales como TeloReciclo.
También podemos poner el dispositivo a la venta en distintas plataformas de segunda mano, como Vibbo o Wallapop, y llevarnos con ello un dinero; siempre teniendo en cuenta que hemos de proteger la privacidad de nuestros terminales.
Reacondicionar los productos que tengan algún defecto
Es muy frecuente que, si se nos rompe la pantalla del teléfono móvil, lo queramos tirar. Lo mismo ocurre si nos quedamos sin memoria en el PC, si hemos roto alguna tecla, o ya no nos funciona el lector de CD. Sin embargo, no tenemos en cuenta dos puntos importantes:
- Todos los dispositivos están hechos de distintos componentes que pueden ser cambiados por nuevas piezas
- El resto de componentes siguen en perfecto estado
Por ejemplo, el equipo portátil en el que se está escribiendo este artículo cumplió en noviembre de 2017 siete años, y era notable el calor que desprendían sus dos discos duros, que hacían necesario un ventilador externo bastante molesto para funcionar. La alternativa a tirarlo a la basura y comprar un portátil nuevo fue la de invertir en dos unidades de estado sólido. Ahora va como recién comprado, allá por 2010, y lo que le queda por delante, ya que el teclado, la RAM o la pantalla funcionan a la perfección.
Reciclar la basura electrónica llevándola a un punto limpio (o a una tienda)
Imagina que se te ha roto la tablet y que, tras pedir varios presupuestos de reparación, te decantas finalmente por comprar una nueva. ¿Qué haces con la anterior? Tenemos varias opciones.
Por un lado, podemos llevarla a un punto limpio de nuestra localidad. Como esto son competencias municipales, no podemos en este artículo señalar un punto concreto, aunque en la web de tu ayuntamiento seguramente podrás informarte o en la de la OCU.
Otra alternativa es llevarla con nosotros cuando vayamos a adquirir una nueva tablet. El establecimiento está obligado a recoger esta basura electrónica si realizamos una compra similar, algo así como un plan Renove aunque sin dinero de por medio. Algunas tiendas (pocas) sí realizan campañas activas de recogida de electrónica, abaratando las compras de nuevos dispositivos.
Por último, siempre podemos acudir a una tienda que tenga más de 400 m2 de superficie que venda productos electrónicos, y entregar allí nuestra electrónica en desuso. Es decir, cualquier gran superficie especializada en electrónica. La tienda está obligada a coger este tipo de residuos, siempre y cuando estos no ocupen más de 25 cm de lado.
Los residuos tecnológicos son cosa de todos. Se estima que cada español genera unos 17 kg de desechos electrónicos de media al año contando no solo el uso personal o en el lugar de trabajo, sino también repercutiendo aspectos como el uso como clientes (p.ej. las máquinas para sacar billetes en el metro). Minimizar este tipo de residuos tóxicos está en nuestra mano.
En Nobbot | El reciclaje de las baterías de litio, otro obstáculo para el coche eléctrico
Imágenes | iStock/Kaycco, iStock/aquatarkus, iStock/Victor Yang