Las plataformas digitales constituyen un actor primordial en la economía digital ya que permiten crear mercados u organizaciones bilaterales o multilaterales, generando espacios donde se articulan relaciones sociales y nuevas formas de pertenencia, de relación y de identificación con comunidades. En este contexto, es fundamental la generación de confianza o buena reputación online. El comportamiento individual, empresarial o institucional se traduce en una huella digital compuesta de estrellas, pulgares hacia arriba y comentarios en un entorno de sobreexposición al que es difícil sustraerse ya que, la falta de participación en plataformas de economía colaborativa o en redes sociales, genera un vacío informativo y, por tanto, una ausencia de pruebas para la confiabilidad. La fabricación de la confianza digital es la cuestión que aborda libro “Confiados y confiables”, escrito por Liliana Arroyo, David Murillo y Esther del Val, que aporta importantes claves para entender este fenómeno y utilizarlo para crear riqueza y contribuir al bien común.
economía digital y distopías
En el texto, publicado por el Instituto de Innovación Social de ESADE, los autores imaginan escenarios distópicos en el que plataformas digitales mayoritarias uniformicen la concepción de quién es confiable o no. De hecho, tal como ya escribimos en nobbot, esta idea ya se ha puesto en práctica en China a través de un programa que puntúa a los ciudadanos con un score al que llaman Social Credit System. Los puntos obtenidos en esta prueba ya han tenido consecuencias: el gobierno chino está retirando permisos a algunos ciudadanos.
Haciendo realidad la escalofriante hipótesis de los autores de “Confiados y confiables”, las reglas de esta prueba vienen dictadas por parte del gobierno, y auditadas por las dos compañías que a día de hoy trafican el 100% de las redes sociales chinas: Alibaba Group y Tencent Holdings. Arroyo, Murillo y del Val apuntan en su estudio que la valoración constante y las clasificaciones potenciales pueden desembocar en una suerte de dictadura de la reputación en el economía digital, en que estemos reforzando las buenas conductas o simplemente premiando la capacidad de quedar bien ante el sistema establecido. No parece, por tanto, una casualidad que este sistema se ha implantado en un régimen político como el chino.
plataformas digitales para el bien común
Ante la “dictadura reputacional” que puede implantar un uso así de las grandes plataformas digitales, los investigadores señalan que “es fundamental plantearse que estas no se orienten exclusivamente al lucro, sino que también procuren el bien común. Dada su capacidad de atracción de masas, son ya poderosas rivales de los estados en la expansión de determinados valores sociales, y están desplazando a los medios tradicionales en la generación de corrientes de opinión”.
“Las plataformas, webs, aplicaciones y demás formatos en que se basan las innovaciones sociales de la economía digital están definiendo y midiendo directamente qué elementos son los que hay que tener en cuenta para decidir si se confía en alguien o en algo. No es una decisión banal elegir entre poner estrellas o poner comentarios y valoraciones”, advierten los autores.
Por tanto, si las plataformas más exitosas en la economía digital «van a ser la nueva voz que estructura las visiones acerca de cómo nos situamos y nos relacionamos en el mundo digital, justamente por las implicaciones y la responsabilidad que este papel conlleva es preciso debatir acerca del rol del capital riesgo en su financiación y de los valores que vehicula. En un contexto en que el ganador se lo lleva todo, las asimetrías de poder se acrecientan y, al final, las personas que participen de esa red pueden acabar siendo siervos o víctimas de una visión determinada y posiblemente interesada sobre cómo la sociedad debe responder a las necesidades concretas”, añaden.
algoritmos y solvencia económica
Una credencial digital basada en la reputación generada a partir del comportamiento puede traducirse en oportunidades, dada la desconfianza que despiertan las relaciones mediadas por internet. Tal como se explica en el estudio, Traity ha desarrollado un algoritmo que se empieza ya a utilizar como alternativa a las pruebas de solvencia económica, por ejemplo, para acceder a una vivienda. Tras varias fases de mejora de su definición de la reputación online, en Traity son conscientes de que dicha reputación implica el manejo de información sensible y crítica, ya que puede poner en riesgo derechos fundamentales como el derecho a la privacidad. Traity muestra cómo la capacidad técnica debe ir de la mano de la ética y abordar necesidades básicas y reales.
alternativas a las plataformas masivas
Con su sistema de gobernanza distribuido en el entorno de la economía digital, tendencias como el cooperativismo de plataforma, las empresas basadas en comunidades de interés o las b Corps, plantean una alternativa al modelo habitual de las plataformas. “Estos son modelos de adopción y de expansión alineados con patrones de participación de abajo arriba (bottom-up), que nacen de las bases y están alejados de la lógica vertical clásica (por ejemplo, FoodCloud en Irlanda y el Reino Unido). También aparecen modelos de negocio que minimizan el uso de datos personales y, por tanto, que protegen bastante la privacidad del usuario (es el caso, por ejemplo, del buscador de DuckDuckgo)”, explican los autores de “Confiados y confiables”.
playground y comoodle
Casos como los de playGround y Comoodle se destacan es este texto como prueba de cómo la confianza es un valor colectivo y tiene una dimensión cada día más importante en la economía digital. Comoodle es la historia de la reconstrucción del tejido social y la confianza institucional en una región inglesa a partir de la creación de una plataforma digital para una comunidad existente pero fragmentada en el plano físico.
Por su parte, PlayGround es una iniciativa puramente digital – originalmente, era un blog– que desemboca en el mundo físico. Ese blog ha generado una comunidad internacional de millones de seguidores a través de un magazine anidado en Facebook que plantea debates y retos mundiales que preocupan a los jóvenes millennials. En 2017, están ampliando su modelo de actuación y, además de generar sensibilización, se están preparando para canalizar la acción social. «En definitiva, mientras Comoodle pretende dinamizar lo presencial a través de lo digital como forma más eficiente de conectar recursos y necesidades, PlayGround pretende influir sobre el mundo físico vinculando ideas y acciones nacidas en el plano digital”.
“Confiados y confiables” concluye con la idea de que “la confiabilidad de nuestra identidad digital, personal, empresarial o institucional, queda en manos de aquellas personas con las cuales interaccionamos, compartimos, compramos, vendemos o intercambiamos. Lo mismo ocurre con las marcas o los productos: la información que emitimos queda eclipsada por la reputación que nos construyen otros. Y este eclipse, cuando se da en el plano digital, pasa a ser público, en tiempo real y permanente”.
Por tanto, ojo con nuestra huella digital y, tal como se advertía en una vieja serie policiaca de los ochenta, “tengan cuidado ahí fuera”, siendo ese “fuera” el dentro del mundo digital, nuestro mundo.
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Fotografía: Pixabay