Los adolescentes ven pornografía por primera vez a los 12 años y casi 7 de cada 10 (el 68,2%) consumen estos contenidos sexuales de forma frecuente, según el Informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia de Save The Children.
contenido pornográfico ha llevado alguna escena a la práctica y un 12,2% de los chicos lo ha hecho sin el consentimiento explícito de la pareja, frente al 6,3% de las chicas.
Este estudio analiza, no solo el consumo de determinados contenidos de carácter sexual por parte de los menores, sino el impacto que estos tienen sobre sus propias relaciones y su desarrollo individual. El 54,1% de los adolescentes, en su mayoría los chicos, cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales y al 54,9% le gustaría poner en práctica lo que ha visto. El 47,4% de los adolescentes que ha vistoLa pornografía como rito de iniciación en la sexualidad
El informe ha contado con la participación de 1.753 chicos y chicas de entre 13 y 17 años, que han respondido a una encuesta y participado en diferentes talleres. El análisis se ha hecho con enfoque de género y diversidad para conocer, entre otras cuestiones, si el consumo y la percepción de lo que ven varía según el género o las preferencias sexuales o si el colectivo LGTBI se siente representado.
Entre los resultados arrojados está el hecho de que la mayor parte de los adolescentes ven pornografía en la intimidad (93,9%), a través del teléfono móvil, y se centra en contenidos gratuitos online (98,5%), basados de manera mayoritaria en la violencia y la desigualdad. Las relaciones en grupo entre compañeros y compañeras son clave en la iniciación al consumo de pornografía: el 51,2%, accede mediante el intercambio entre sus amistades de fotos o vídeos por WhatsApp o redes sociales.
El informe constata importantes diferencias entre géneros y orientación sexual. Así, mientras el 87,5% de los chicos afirma haber visto pornografía alguna vez en su vida; este porcentaje desciende al 38,9% en el caso de las chicas (aunque ligeramente más alto entre las adolescentes lesbianas). Ellos ven pornografía casi a diario y ellas una vez a la semana o al mes. Para ellos, el primer acceso responde a una búsqueda activa o una especie de rito de iniciación. Ellas, en cambio, encuentran el contenido mucho más de manera accidental, y están más expuestas a recibirlo de personas desconocidas. Y mientras ellos lo consumen para satisfacer “necesidades instintivas”, las adolescentes lo hacen para aprender qué se espera de ellas.
Para el 30% de los y las adolescentes la pornografía es el único recurso para aprender sobre sexualidad y casi la mitad de las personas encuestadas echa en falta tener más información sobre cuestiones afectivo-sexuales.
“Sin una educación afectivo-sexual incluida en el currículo y ante un mundo tecnológico lleno de posibilidades, la pornografía se ha convertido en profesora y consultorio de sexualidad para los adolescentes. El peligro no es que vean pornografía, sino que su deseo sexual se esté construyendo sobre unos cimientos irreales, violentos y desiguales propios de la ficción”, señala Catalina Perazzo, directora de Políticas de Infancia y Sensibilización de Save the Children.
Una educación sexual desigual y violenta
La pornografía contiene un alto nivel de violencia, desigualdad e incluso prácticas de riesgo que un porcentaje alto de adolescentes sí es capaz de reconocer cuando la consume. Sin embargo, entre aquellos que hacen un uso más frecuente de ella, el 36,8% no diferencia entre la ficción de las escenas y sus propias experiencias sexuales y el 38% no encuentra en ella desigualdad y premia los vídeos en los que existen jerarquías de poder. También destaca que el 27,1% de las chicas no sabe identificar prácticas de riesgo como la ausencia de preservativo. De hecho, casi la mitad de la población adolescente (el 46,1%) no utiliza siempre métodos de protección y el 13,7% no lo hace nunca o casi nunca. Asimismo, el 13,8% de quienes han visto pornografía han entrado en contacto, al menos una vez, con una persona desconocida con fines sexuales a través de Internet.
Para la organización Save The Children, resulta prioritario que el Congreso tramite cuanto antes la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia. Esta ley tiene un gran enfoque preventivo e incluye la educación afectivo-sexual como principio transversal en la enseñanza reglada, de modo que el alumnado aprendería en el aula, siempre de forma adaptada a su etapa educativa, conceptos necesarios para ser capaces de detectar la violencia o el abuso. Esta formación tendría que ir acompañada, entiende Save the Children, de educación en ciudadanía digital para que la adolescencia sepa manejar las esferas principales de su vida.
Orange es un ejemplo de iniciativa privada que asume un papel protagonista en este tipo de iniciativas educativas. Hace años, emprendió su campaña #Porunusolovedelatecnologia para fomentar un uso seguro de Internet y los dispositivos digitales, especialmente en el caso de los usuarios más jóvenes. Así, la compañía, trabaja en formar e informar tanto a los menores como a sus familias sobre la utilización responsable de las nuevas tecnologías a través del proyecto para ayudar a reflexionar sobre el uso de la tecnología, también en lo que tiene que ver con el consumo de pornografía por los más jóvenes. Esta iniciativa se dirige tanto a los jóvenes como a sus padres, utilizando la principal vía de consumo de contenidos de las nuevas generaciones, el vídeo.
En este proyecto se tratan diferentes temáticas como el ciberbullyng o el discurso del odio pero también se hace referencia a determinados problemas como el grooming o engaño empleado por un adulto a través de internet para ganarse la confianza de los menores y abusar sexualmente de ellos. En cuanto a la pornografía, en #Porunusolovedelatecnología se analizan los datos y se dan una serie de consejos para que los padres puedan prevenir a sus hijos sobre determinados contenidos de la red.