Con la amenaza de la COVID-19 siempre presente y la seguridad de los colegios pendiente de un hilo, ha vuelto a avivarse un debate: el de la posibilidad de educar a los niños en casa.
Se calcula que en España hay unas 2.000 familias que practican el homeschooling, moviéndose en un marco que no es legal, pero que tampoco es muy perseguido. Detrás de esta práctica suele haber una decisión muy consciente y un plan para adaptar la educación a cada estudiante, y no al revés, como, según sus defensores, sucede en el sistema educativo actual.
Educación frente a escolarización
Actualmente, el homeschooling se mueve en un marco que podríamos considerar de alegalidad. Por ley, los menores deben estar escolarizados en un centro, ya que el Gobierno de España no acepta la educación en casa como una opción válida. Sin embargo, no se trata de una práctica muy perseguida.
Se estima que en la actualidad hay unas 2.000 familias cuyos hijos reciben formación en casa en España. Para estas, la educación de sus hijos se complementa a menudo con acciones para conseguir que el homeschooling pase a ser considerada una práctica legal.
“Queremos que el Gobierno considere que la educación en casa y otros tipos de educación puedan tener un marco legal, para que exista una diversidad”, explica Alejandro Muñoz Fernández, vicepresidente de la Asociación para la Libre Educación (ALE). “Entre los 6 y los 16 años la escolarización es obligatoria. Aquí hay problema, desde nuestro punto de vista, y es que se confunde educación con escolarización. Se puede ofrecer una educación sin tener a los menores escolarizados”.
Desde la asociación, que actualmente cuenta con 400 familias asociadas y en sus 18 años de historia ha sumado más de 1.000, defienden que la educación sería más democrática si cada familia pudiese escoger el tipo de escolarización que considera mejor para sus hijos. Su filosofía se basa también en un principio: que la educación se debería adaptar de forma individualizada a cada niño, en lugar de que los estudiantes tengan que adaptarse todos a la vez al ritmo que marca la escuela.
El día a día de un homeschooler
Muñoz es uno de estos padres que ha elegido educar en casa a su hija de cinco años. En su caso, ha optado por el unschooling, una modalidad de aprendizaje libre que no se basa en currículos académicos específicos y se centra en las necesidades que los niños presentan en cada momento.
“Creemos que cuando está preparada es cuando tiene que aprender”, explica Muñoz. “No decimos ‘ahora tenemos que aprender sobre la geografía de España’, porque igual no es el momento. Por ejemplo, en las últimas semanas ha mostrado mucho interés por los felinos, por lo que hemos estado viendo documentales y leyendo libros para descubrir lo que le interesaba sobre estos animales. Es muy motivador y yo creo que para ella es muy agradable aprender en estas circunstancias”.
El unschooling se basa en la idea de que los niños tienen motivación intrínseca para aprender, y tarde o temprano van a mostrar interés por diferentes aspectos que se tocan en la educación reglada. Esto supone un reto para los padres, que deben estar siempre atentos a las necesidades de los niños y preparados para facilitarles todo lo que necesitan para su aprendizaje.
Al otro extremo se sitúan las personas que educan en casa siguiendo el mismo temario y los contenidos que se dan en las escuelas. “Están un tiempo determinado con materias determinadas. Dedican cuatro horas al día y cada hora es una asignatura diferente, por ejemplo”, explica el vicepresidente de ALE. “Las familias que educan en casa se mueven entre este extremo más reglado; mientras que el más flexible sería el unschooling, en función de los intereses y la motivación que ven en sus hijos”.
“Pensar que solo pueden socializar en la escuela es como pensar que los adultos solo socializamos en el trabajo”
Una de las principales críticas que recibe el movimiento es que no presta atención a las necesidades de socialización de los niños y a los retos a los que normalmente se enfrentan al ir a la escuela, que resultan importantes en su formación. Para suplir esto, explica Muñoz, muchos niños van a actividades extraescolares o se juntan con regularidad con otros grupos de homeschoolers. “Pensar que solo pueden socializar en la escuela es como pensar que los adultos solo socializamos en el trabajo”, reflexiona.
Dificultades y retos de educar en casa
De acuerdo con Muñoz, para educar en casa no hacen falta grandes conocimientos, sobre todo mientras los niños son pequeños. Además, muchas familias optan por buscar ayuda externa cuando tienen dificultad con alguna temática concreta. Sí que hace falta, sin embargo, tener en cuenta que a los niños nunca les debe faltar atención.
“Debe ser una decisión muy meditada. Educar en casa no es sencillo, por lo que hay que estar muy convencido de ello antes de dar el paso. Ser capaz de decir: ‘sí, creo que esto es lo mejor para mi hijo y creo que voy a ser capaz de llevarlo a cabo durante muchos años’. Esto es importante porque a la larga siempre habrá momentos de duda”, explica.
Entra en juego también la capacidad económica de cada familia. En el caso de Muñoz, y precisamente por motivos económicos, es su mujer la que está en casa con su hija. “Si se está convencido de comenzar este proyecto de vida pueden plantearse opciones, como que trabaje solo una persona o ambas lo hagan a tiempo parcial”, explica. Algo que se complica en el caso de las familias monoparentales.
Existe la posibilidad de que en algún momento no se pueda continuar con el homeschooling o el propio niño muestre interés por ir al colegio. En ese caso, y si este está en edad de cursar educación obligatoria, suele incorporarse al curso que le corresponde sin que haya ningún problema. Si tienen más de 16 años pueden presentarse por libre a exámenes de bachillerato o de acceso a la universidad.
Un futuro incierto a pesar de la COVID-19
Actualmente, si una escuela, los servicios sociales o una persona en particular detectan que un niño no está siendo escolarizado y se emite una denuncia, esta pasa a la comisión de absentismo, explica el vicepresidente de ALE. Cuando esto sucede, normalmente se abre un expediente por parte de los servicios sociales, que acuden al domicilio para realizar una inspección.
“Los métodos varían en función de las comunidades autónomas. En algunas, si comprueban que la familia tiene un programa de educación pormenorizado para el menor, este está bien atendido y no existe riesgo de exclusión, se cierra directamente el expediente”, señala. Sin embargo, en otras comunidades autónomas es más complicado y todo depende de las personas que atiendan cada caso.
“Tenemos el peso de que en cualquier momento nos puedan obligar a abandonar esta opción”
“La situación no es tranquilizadora: adoptamos esta solución de forma consciente porque consideramos que es la mejor para nuestros hijos e hijas, pero tenemos el peso de en cualquier momento nos puedan obligar a abandonar esta opción”, explica Muñoz.
En algunos países de nuestro entorno la situación es diferente. Estados como Portugal, Francia o Italia, por ejemplo, consideran legal la opción de educar en casa, siempre y cuando se garantice una buena atención del menor.
Desde la Asociación para la Libre Educación señalan que para que esta situación cambie en España hace falta conciencia social y voluntad política. Este año la COVID-19 parece inclinar un poco más la balanza hacia el lado de los defensores de este método, que señalan la educación en casa permitiría aliviar no solo la situación de algunos padres, sino también de la administración.
En Nobbot | En Finlandia enseñan cómo defenderse de la desinformación desde la escuela primaria
Imágenes | Unsplash/Rachel, Unsplash/Adan Winger, Eugene Chystiakov, ALE