Cristina Sanjuán trabaja para Save the Children en políticas públicas en el ámbito de violencia contra la infancia a nivel estatal y a nivel autonómico en las áreas de equidad educativa, pobreza infantil, migraciones y violencia. Es autora de las publicaciones ‘Violencia viral. Análisis de la violencia contra la infancia en el entorno digital’ y ‘Des) información sexual: pornografia y adolescencia’. Con ella hablamos de los efectos de la pornografía online en los adolescentes.
– ¿Cuándo se produce el primer contacto con la pornografía?
La media de edad es de 12 años, pero hemos visto casos anteriores. Hemos notado una diferencia de género. En los chicos el primer contacto con la pornografía se produce en una edad más temprana, a veces a través de un familiar que lo vive incluso como una especie de rito de iniciación a la masculinidad. En el caso de las chicas es frecuente tener un primer acceso casual y por desconocidos. En general, hay una mayor prevalencia de búsqueda activa por parte de los chicos.
– ¿Cuáles son los canales de difusión?
La mayor parte de los adolescentes y preadolescentes llega a la pornografía a través de amigos que les pasan un link o por mensajería. Sin embargo, la mayoría del consumo se produce a través de las páginas y plataformas web, más que en las redes sociales donde suele haber un filtro. También ocurre por accidente, por abrir un anuncio en ventanas emergentes.
– ¿Con qué dispositivos acceden?
Vemos que la mayoría accede con su smartphone, porque es algo que tiene que ver con la privacidad. El móvil te lo puedes llevar a tu cuarto o a una zona más intima. A veces el móvil es suyo o es un dispositivo familiar, pero lo principal es que te lo puedes llevar a una zona privada.
La mayor parte de los adolescentes y preadolescentes llega a la pornografía a través de amigos que les pasan un ‘link’ o por mensajería.
Las consecuencias del abuso de pornografía en los más jóvenes
– ¿Existe una relación entre el consumo de pornografía en edad temprana y eventuales conductas nocivas?
No hay una relación directa de causalidad entre el consumo de pornografía y llevar a cabo conductas nocivas, pero sí vemos una mayor prevalencia de estas conductas entre personas que han consumido más pornografía. Lo que nos preocupa es la incapacidad de discernir entre realidad y ficción. Nuestro estudio evidencia que un 36,8% de los encuestados no diferencia entre la realidad y lo que ve en la ficción de la pornografía.
– ¿Qué consecuencias prácticas puede ocasionar?
El 70% de nuestros entrevistados cree que mantiene o ha mantenido un consumo responsable, pero un 52% dice que les ha influido mucho o bastante. En concreto, un 47% ha llevado a cabo prácticas que ha visto en los contenidos pornográficos y en algunos casos sin consentimiento. Por esto, decimos que si no hay detrás una sólida educación afectivo-sexual, la pornografía puede influir en la conducta e incluso llevar la sexualidad hacia referentes de violencia.
– ¿Existen diferentes tipos de violencia?
Los tipos de violencia viral evolucionan según la sociedad y la tecnología. El sexting sin consentimiento, por ejemplo, es una práctica de riesgo que puede llevar a la violencia, ya que pierdes el control del contenido que se viraliza. La llamada sextortion, un chantaje hecho bajo la amenaza de compartir y hacer público cierto contenido, es otro. Y estos ejemplos pueden atraer a otros tipos de violencia.
Un 47% ha llevado a cabo prácticas que ha visto en los contenidos pornográficos y en algunos casos sin consentimiento.
La falta de educación afectivo-sexual
– ¿Quiénes corren mayor peligro?
Hablamos de chicos y chicas de entre 10 y 17 años, pero no hay un perfil que condicione el hecho de sufrir violencia online. Más bien hay un conjunto de características que pueden aumentar el riesgo, y que, sin embargo, no son determinantes ni acumulables. Pero podemos decir que las chicas tienen más probabilidad de sufrir violencia online, y esto sí que es un claro determinante de género, ya que representan bastante más de la mitad de los casos de violencia.
– ¿Cuál es la causa de esta situación?
Desde un punto de vista técnico, no saber cómo funcionan las tecnologías y chatear con personas desconocidas son comportamientos de riesgo. Pero, sobre todo, la difusión de estas prácticas tiene que ver con la falta de sentido crítico y de conocimiento sobre la pornografía, la privacidad y también los riesgos implícitos en internet. Y esto sumado a que hay muy poca educación afectivo-sexual en las escuelas, y la que hay suele ser adultocéntrica y enfocada solo al tema sanitario. Además, muchas veces llega tarde.
– ¿Qué papel representan las familias?
Es cierto que, por un lado, existe una brecha generacional técnica y, a menudo, los padres no conocen o no saben cómo funcionan determinadas plataformas, herramientas o tecnologías. Y tampoco saben cómo dar el paso para aprenderlo. Por el otro, los jóvenes tienen un dominio técnico, pero les falta una educación afectivo-sexual y el espíritu crítico con el que acercarse al mundo online y, concretamente, a la pornografía.
La tecnología y sus peligros
– ¿Cuál es el papel de la tecnología en todo esto?
Las tecnologías no son malas en sí, tienen muchísimos beneficios, pero no escapan del contexto social en el que vivimos. Hemos avanzado mucho, pero todavía nuestra sociedad está marcada por la desigualdad de género y por la violencia. Internet refleja también esto, siendo además la línea que separa la vida física de la virtual cada vez más fina. La pornografía gratuita y masiva muchas veces está basada en la violencia y la desigualdad. Y a veces no somos conscientes de que las consecuencias de la vida online son las mismas de la vida real. Pasa también con la hípersexualización de los niños y las niñas en internet. Plataformas como OnlyFans, y el uso que se hace de ellas, cuestiona si lo estamos haciendo bien a nivel de educación.
Las tecnologías no son malas en sí, tienen muchísimos beneficios, pero no escapan del contexto social en el que vivimos.
– ¿Qué se puede hacer para mejorar la situación?
Debemos empezar a hablar de un uso seguro de internet, y las plataformas deben colaborar, pero mucho pasa por la prevención. Afortunadamente, la futura Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia apunta a todos los ámbitos: deportivo, familiar, digital, escolar, porque es un trabajo que hay que hacer a 360 grados. Save The Children, por su parte, intenta empoderar a la infancia, en las escuelas, y las familias para que tengan herramientas de prevención. Pero es fundamental que se maneje una información clara y fiable. Hay que organizar campañas de información y talleres para llegar a los padres. Con todo, lo principal es acostumbrar al diálogo en familia, porque diversamente es muy complicado para los padres enterarse de si un hijo está corriendo un peligro o le preocupa algo. Hay que crear un vínculo de confianza para poderle preguntar directamente y hablar de todo esto desde una edad temprana.
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Dos cosas, existe gente que no reconoce la ficción de la realidad ni siquiera en un anuncio comercial. La otra, lo que hace falta es educación familiar profesional; la inmensa mayoría de gente formará una familia, de cualquier profesión y oficio, pero no existe una educación profesional familiar, y entonces por eso lo que abunda son las familias disfuncionales.