Black Mirror ha hecho historia en la televisión mostrándonos los peligros a los que se enfrenta una humanidad perpleja ante el acelerado desarrollo de tecnologías que no tiene tiempo de digerir. Era de esperar que ChatGPT tuviera alguna presencia en su nueva temporada.
ciencia ficción y distópicas, ambientadas en un futuro tan cercano como perturbador, dominado por la tecnología y las redes sociales. Tras cuatro años de parón, Black Mirror vuelve con una nueva temporada formada por cinco historias independientes.
La serie de televisión creada por Charlie Brooker trae a la pantalla situaciones grotescas, deEsta sexta entrega se puede ver en Netflix con episodios protagonizados por actores como Aaron Paul, Salma Hayek y Josh Hartnett, además de Kate Mara, Zazie Beetz, Ben Barnes, Rob Delaney y…y ChatGPT.
Black mirror, víctima de su distopía con ChatGPT
Brooker ha explicado a la revista Empire sus experimentos con ChatGPT para crear el guion de algún episodio de la serie y su decepción al ver los resultados. «A primera vista, el resultado resulta plausible pero, cuando se revisa, es una mierda. Porque se limita a buscar todas las sinopsis de los episodios de Black Mirror, y mezclarlas. Si profundizas un poco más, te das cuenta de que no ofrece ningún pensamiento original».
La intención de Charlie Broker era aportar un soplo de aire fresco a la serie, con nuevas ideas y giros narrativos, pero el resultado fue el esperable para cualquiera que haya utilizado un poco esta inteligencia artificial textual que, hasta ahora, resulta más eficaz para resumir el pasado que para aportar visiones del futuro, para crear algo nuevo.
La propia inteligencia artificial, cuando debe responder a la pregunta sobre las limitaciones de sus resultados responde que «aunque los textos generados por un modelo de lenguaje pueden ser convincentes y parecer muy similares a un texto escrito por un ser humano, es importante recordar que no son producidos por seres humanos y no tienen la misma credibilidad».
Ni creatividad, vista la experiencia de Brooker. Uf, qué alivio…de momento.