Anda estos días Elena Anaya, una de nuestras mejores y más internacionales actrices, presentando el último trabajo de Woody Allen, Rifkin’s Festival. «Poder trabajar con él es algo que me atrajo desde el primer momento», confiesa.
El veterano director quizás haya dirigido ya sus mejores películas, pero cada nueva cinta es un acontecimiento para sus fans. Es mucho lo que el cine debe a Allen y acudir a cada uno de sus estrenos, que desde hace décadas se suceden a un ritmo anual, se convierte para el aficionado en una cita con un viejo amigo. Todos guardamos en nuestra memoria alguno de sus ingeniosos diálogos, alguna escena en la que demostró su genio… Porque Allen es eso, uno de los genios que ha dado el séptimo arte, ni nás ni menos. Quizás ahora su inmenso talento se muestre con cuentagotas, porque la edad no pasa en balde, pero ahí queda su obra.
No es de extrañar por tanto, que Elena Anaya recorra festivales y platós mostrando su satisfacción por haber colaborado con Allen en este film, en el que colabora Orange. En esta comedia romántica, encarna a la doctora Joana Rojas, «una mujer con cierta sensibilidad por el arte, la poesía, y el cine que desarrolla su oficio con pasión y dedicación absoluta, pero en su vida personal atraviesa una difícil relación con su marido, quien no la respeta».
En la película, un matrimonio americano asiste al Festival de Cine de San Sebastián y ambos quedan atrapados en la magia del festival, la belleza y el encanto de España y en la fantasía de las películas. Ella comienza un romance con un talentoso director de cine francés y él se enamora de una mujer española que vive en la ciudad, encarnada por Elena Anaya.
No es la única presencia española en la película. Su marido en la ficción es Paco, un pintor interpretado por Sergi López, y también participan en la cinta Georgina Amorós («Élite«), Enrique Arce («La casa de papel«) y Nathalie Poza.
elena anaya y el sentido común
En Rifkin’s Festival se rinde homenaje a los grandes clásicos del cine europeo con un festival como telón de fondo y, según Elena Anaya, sería fantástico que con esta película las nuevas generaciones se interesaran por el cine clásico europeo, «del que siempre hay tanto que aprender».
De momento, debido a la pandemia, nuevas y viejas generaciones han huido de las salas de cine, algo que la actriz considera injustificado ya que en el cine se mantiene la distancia de seguridad y, además, es obligatorio usar mascarillas. «No ha habido ni un solo caso en el mundo de contagio en una sala de cine. Así que ir al cine es seguro, además de ser una manera fantástica de soñar despiertos», afirma con contundencia.
Sobre el proceso de recuperación de la industria cinematográfica, Elena Anaya no se atreve a aventurar soluciones. «Me encantaría tener el remedio. Imagino que ayudaría una buena dosis de sentido común, como con todo lo demás».
Termina, la actriz, este breve diálogo con una petición: «que no se nos olvide que la cultura forma una parte esencial de la vida del ser humano. Por ello, es fundamental que las salas permanezcan abiertas. Hay que volver al cine».