La canaria Elena Corchero es una de las mayores expertas en tecnología textil. Diseñadora e investigadora, cree que la tecnología solo puede traer cosas buenas y mejorar la vida de las personas. De madre modista y padre ingeniero agrónomo, encontró la inspiración que necesitaba en un artículo de ‘National Geographic’, ‘Dream weavers’, donde hablaban de tejidos inteligentes.
Era el año 2003. Acababa de terminar sus estudios de diseño industrial en Alemania y vio claro que quería investigar sobre ello. Esto la llevó a formarse en tecnología wearable en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), cuando apenas nadie hablaba sobre ello. Y profundizó sobre ello en la Universty of the Arts, en Londres, ciudad donde actualmente reside.
En 2008 nació Lost Values. Un proyecto personal para promover el uso de materiales inteligentes. Durante una década, Corchero ha desarrollado productos con un alto componente ecológico para los que se preocupan por el medioambiente. Y sin dejar de lado el estilo y la innovación. Actualmente, comercializa tres tipos de artículos: ropa reflectante, juguetes interactivos y joyas fotosensibles que cambian de color cuando se exponen a los rayos del sol.
– Uno de tus primeros proyectos, a través de Lost Values, fue el diseño de ropa reflectante e inteligente. ¿Cómo llegaste a interesarte por ello?
Utilizo dos procesos de investigación. Uno empieza por un material nuevo que haya estudiado y me parezca interesante. El otro es explorar algún cambio en la sociedad que me gustaría mejorar. En el caso de Lost Values fue lo segundo. El proyecto empezó con el ciclista urbano en mente. Desde que estudié en Alemania, me acostumbré a ir en bici a todos los sitios, algo que también hice en Londres cuando lanzaron los servicios públicos de alquiler de bicicletas –antes Barclays y ahora Santander–.
Me di cuenta de que mucha gente usa la bici sin haberlo planeado de antemano y, por lo tanto, no lleva reflectantes. Hay que reconocer que, en general, los accesorios reflectantes son un poco engorrosos. No son estéticos y uno necesita guardarlos cuando llega a su destino. Pensé que si formaban parte de nuestro vestuario habitual, estaríamos siempre preparados y a salvo ante cualquier imprevisto. Así que examiné qué tipo de prendas se utilizan en la época del año en la que se requieren más reflectantes.
Llegué a la conclusión de que la lana es lo que más se utiliza en invierno, especialmente las bufandas. La clave era realizar bufandas muy ‘ponibles’ y que a la gente les gustasen de por sí, dejando el efecto reflectante como el plus que haría que la prenda fuese aún más deseable. Pero la estética y comodidad eran lo primero. De esta manera, desarrollé lana altamente reflectante, fácil de llevar, lavable y suave.
– Las propuestas que desarrolláis en Lost Values están a medio camino entre el diseño y la ciencia. ¿Con cuál de las dos áreas te sientes más identificada?
Me alegro de que me preguntes esto. Desde mi punto de vista estas áreas no deberían estar divididas. La digitalización ha hecho que muchos makers/artesanos/artistas se sientan alienados a la hora de desarrollar sus ideas o de permitir que la ciencia inspire sus proyectos. Hoy más que nunca es necesario colaborar para innovar. Y ambas partes tienen el mismo valor. Sin ciencia no hay avances. Sin poder adaptarla a nuestra vida y comunicar este valor, lamentablemente acaba muchas veces, simplemente, en libros de investigación. El diseño impulsa a ir mas allá.
«La digitalización ha hecho que muchos makers/artesanos/artistas se sientan alienados a la hora de desarrollar sus ideas o de permitir que la ciencia inspire sus proyectos. Y ambas partes –diseño y ciencia– han de tener el mismo valor.»
– ¿Cuál es el punto de unión, entonces, entre una y otra?
La tecnología mecánica es mucho mas fácil –transparente– de comprender. Es la tecnología digital la que nos parece más alineante. Utiliza lenguajes y conceptos que necesitan estudio y evolucionan muy rápidamente. En general, antes, un artesano podía entender la maquinaria con la que trabajaba. E incluso imaginar y desarrollar mejoras o inventos. También conocía en profundidad los materiales con los que trabajaba. Hoy en día, para innovar en impresión en 3D, por ejemplo, necesitas un experto en química, otro en robótica, en CAD y la mente que orquesta todo esto. Es un ecosistema en el que la diversidad es crucial. Por esto tenemos que educar para tener diversidad de conocimientos y compartir ideas. Yo veo esta habilidad como la clave del diseñador: tener una visión amplia para relacionarnos con otras ramas de la investigación.
los wearables no son solo prendas conectadas
– Aunque llevamos tiempo oyendo hablar de los wearables, o ropa inteligente, no acaban de llegar al mercado. ¿Cuándo empezarán a formar parte de nuestros armarios?
Mucha ropa inteligente esta ya en nuestros armarios. Se trata de tejidos inteligentes con nuevas fibras. Menos dañinas para el medioambiente, que requieren menos lavados, son antibacterianas, no se arrugan, no producen tóxicos, que se producen al reciclar plásticos, etcétera. En este ámbito la industria se mueve mucho. Sin embargo, la aplicación de la tecnología a las prendas, referida a la electrónica, tiene muchos obstáculos y todavía no se ha encontrado el equilibrio calidad/precio/beneficio.
– ¿Cuáles son esos obstáculos?
Para empezar, la electrónica es rígida. Es cierto que cada vez hay más electrónica orgánica flexible, pero aún hay conexiones entre tejido y electrónica que son frágiles. Además, como es bien sabido, la electrónica y la humedad no son buenos amigos. La mayoría de wearables están encapsulados en plásticos o gomas. Esto tiene muchas barreras estéticas, de comodidad y tamaño. En cuestiones de suministro de energía, por el momento la kinética, los sensores piezoeléctricos, y el calor corporal y estático –que son las alternativas que se estudian para wearables– no proporcionan suficiente energía. Los chips cada vez son más potentes y eficientes, pero aún se necesitan baterías para mantener este tipo de prendas. Mi proyecto de fin de máster de Central Saint Martins, en Londres, cuando me gradué en 2007 –¡hace más de una década ya!– funcionaba con placas solares orgánicas.
A estos tres obstáculos, hay que añadir la complejidad de la manufactura, el precio final de la prenda, las regulaciones de salud y seguridad, y la atención al cliente que se requeriría después para satisfacer cualquier actualización, arreglo, consulta, devolución, etc. Por eso, yo me he inclinado por la investigación de materiales inteligentes. Pueden incorporarse a diferentes áreas del diseño sin alinear al artesano, y sin que supongan cambios en la industria o en los hábitos del consumidor.
«La ropa inteligente es aquella que nos sirve con funcionalidades inesperadas. No necesariamente tiene que estar conectada. La funcionalidad puede venir directamente de un material o de la electrónica, o de una combinación de ambos»
– Es evidente que hay cierta confusión sobre cómo son este tipo de prendas. Seguramente por las connotaciones derivadas de smart (inteligente). ¿La ropa inteligente es ropa conectada?
Cada investigador tiene sus categorías. Desde mi punto de vista, la ropa inteligente es aquella que nos sirve con funcionalidades inesperadas. No necesariamente tiene que estar conectada. La funcionalidad puede venir directamente de un material o de la electrónica, o de una combinación de ambos. El motivo por el que se plantean los diseñadores hacer prendas conectadas es para el IoT (Internet de las Cosas). La idea es la cuantificación de nuestros signos vitales, la personalización del material y la practicidad de utilizar la prenda como controlador –input y output–.
Como input, los datos que adquiere una prenda pueden ser representados de alguna forma o informar a otro dispositivo. Como output, la prenda puede visualizarse con un cambio de color, forma, olor, sonido, rigidez… Básicamente una prenda se convierte en un lienzo para el creador y las posibilidades de creación son infinitas. Otra cuestión es si se desea crear prendas para su fabricación y llegada al mercado. En este sentido, sería interesante su aplicación en áreas como la salud, seguridad, medioambiente, construcción, espacio, deporte, ejército…
procesos automatizados para un hogar más cómodo
– El último proyecto en el que te has embarcado es Unruly, ¿en qué consiste?
En Unruly estamos investigando cómo las marcas pueden utilizar las nuevas tecnologías –inteligencia artificial, asistentes de voz, realidad aumentada– para ayudar al usuario. Nos interesa mucho el ámbito del hogar, ya que la gente lo considera su santuario. Inicialmente, el concepto de marcas interviniendo en nuestros hogares suena muy intrusivo. Y este es nuestro reto.
Estamos investigando el futuro de la publicidad ambiental, asistente, invisible y muchas veces sin intervención directa con el usuario. Lo llamamos el nuevo B2B. No business to business, sino Bot to Bot advertisement. Para ello, Unruly ha construido –en Londres– una casa con las ultimas tecnologías IoT. En ella han participado colaboradores como Siemens, Nokia, Samsung, Bose, Dyson, Hive, entre otros. También intervienen Unilever, P&G, supermercados, marcas de interiorismo y publicaciones como News Corp. Todo esto para entender y diseñar el futuro de la relación consumidor/marca de manera armoniosa y productiva, que mejorará nuestro nivel de vida.
– Una nueva idea de casa inteligente que ayuda a sus habitantes a disfrutar de su hogar, pero ¿están las personas preparadas para este nuevo entorno?
Hay diferencias por edades y países, pero en general estamos viendo la adopción a todos los niveles. Hay electrodomésticos nuevos con precio elevado, pero también hay alternativas, como la nueva FridgeCam, de Smarter. Se trata de una cámara que se conecta en el interior de cualquier nevera para acceder a una gran variedad de utilidades. También el movimiento maker está contribuyendo mucho a la adopción de la casa conectada. Y en el tema de control de voz trabajamos tanto con Alexa como con Google. También utilizamos IFTTT para conectar marcas. Por ejemplo, hablas con Google y Siemens te hace un café. O cada vez que tu abuela pone la tetera, sabes que ella está bien con una hoja de cálculo automatizada.
En general, las parejas jóvenes que tienen su primer hijo están adaptándose rápidamente a estas tecnologías. Resulta muy práctico tener las manos libres cuando llevas en brazos a tu bebé. También hay ya muchos abuelos y padres que utilizan la voz y otros objetos conectados. Ellos no son los compradores iniciales –suelen recibirlo como regalo–, pero es increíblemente útil para los mayores. No necesitan utilizar interfaces visuales y el lenguaje es natural para la mayoría. Los jóvenes, por su parte, pueden acceder a los datos para asegurarse de que la familia está bien. Muchos procesos se pueden automatizar para que, por ejemplo, no tengas que preocuparte de si te acordaste de apagar la plancha al salir de casa. O para asegurarte de que siempre hay leche en la nevera.
innovación y tecnología para ser más humanos
– Todas tus iniciativas tienen la tecnología como elemento común, aun siendo a priori de áreas diferentes. ¿Cómo definirías tu trabajo?
Uno tiene que desarrollar mucho trabajo para poder ver el hilo común que lo une todo. Yo lo llamo “Technology with a human touch”, por el doble sentido de human touch. El metafórico, que evoca emoción humana y dedicación. Siempre reflexionando en la labor de la tecnología para convertirnos en más humanos y menos máquina. Por otro, el significado más literal, es porque mis proyectos son altamente táctiles.
– Pregunta obligada: ¿por qué desarrollas tu carrera en Londres desde hace más de 10 años y apenas pisas España?
Voy a España encantada cada vez que me invitan. Doy muchas charlas y cursos, pero sí me encantaría desarrollar proyectos con marcas en España. Mi carrera ha evolucionado de esta manera porque yo quería ver mundo, tener experiencias con grandes marcas internacionales e investigadores académicos. Todo esto ahora es posible también en España, pero hace 10 años encontré mas apoyo aquí [en Londres]. Las marcas invertían más en experimentos tecnológicos y tenía más posibilidades de que mi trabajo fuera reconocido internacionalmente. Ahora, esto me permite poder regresar a España con la certeza de tener un currículum y experiencia de alto calibre para contribuir a la innovación y desarrollo de la tierra que me vio nacer. Estoy investigando tecnologías para la salud y el turismo de nómadas digitales. Me gustaría impulsar la innovación en zonas turísticas como en Canarias, que es donde yo nací.
Yo soy de los optimistas informados. Lo difícil hoy en día es conocer el lado oscuro de la tecnología y, aun así, mantener un alma y razonamiento positivo que cree en la humanidad como fuerza de la naturaleza.
– ¿Crees que la tecnología nos ayudará a vivir en un mundo mejor?
Yo soy de los optimistas informados. Lo que es bastante importante, ya que a veces somos optimistas por falta de información. Hoy en día es difícil conocer el lado oscuro de la tecnología –algo que, en realidad, está más relacionado con el lado oscuro de la mente humana que utiliza la tecnología como herramienta– y, aun así, mantener un alma y razonamiento positivo que cree en la humanidad como fuerza de la naturaleza. Lo importante es creerse y, de hecho, reafirmar que hoy en día cualquiera de nosotros puede impactar en la sociedad. Y esto lo vemos todos los días, desde los social media a los proyectos de Kickstarter. Si quieres mejorar el mundo, nunca había sido tan fácil. Puede sonar utópico, pero hay tantas evidencias que yo me aferro a la creencia de que el lado humano de las personas va a crecer gracias a la tecnología.
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Imágenes | Elena Corchero