Seguimos viviendo en una cultura que penaliza el fracaso y eso es nefasto. Es muy malo. Los emprendedores que no fracasan no existen. Todo el mundo, absolutamente todo el mundo que da sus primeros pasos en el mundo del emprendimiento meterá la pata. Quien diga lo contrario o está mintiendo o ha tenido una suerte tremenda. Lo primero es infinitamente más probable que lo segundo.
A lo largo de mi carrera como emprendedor he metido la pata muchas veces. No estoy orgulloso de ello. De lo que sí me siento orgulloso es de haberme levantado tras tropezar porque si no lo hubiera hecho hoy no estaría donde estoy. La cultura del fracaso se penaliza de manera radical y es un error tremendo porque hace que sintamos pavor por emprender. ¿Qué pasará si fracaso? Es una pregunta que frena mucho.
Conozco emprendedores que se han retirado al primer tropiezo por tener miedo a un nuevo fracaso. Error. Lo que tenemos que conseguir es promover una filosofía abierta donde una caída sea sinónimo de aprendizaje y el proceso que realizamos en ese camino es lo realmente importante porque nos va a dotar del conocimiento necesario para seguir avanzando en el terreno profesional.
emprender es entrenar la resistencia
En los últimos años he visto cómo proyectos prometedores terminaban cayendo en el ostracismo por una falta de persistencia de sus emprendedores. No se puede tener éxito a la primera, mucho menos en el territorio cambiante sobre el que nos movemos hoy, por lo que ser profesionales persistentes es una de las claves. También es imprescindible entrenar la resistencia, la capacidad de aguantar los golpes.
Los motivos por los que un proyecto puede terminar fracasando son múltiples y en muchas ocasiones ajenos a los errores del proyecto, desde la existencia de competidores más fuertes hasta giros inesperados del mercado. Es la capacidad de adaptación la que nos va a permitir evitar perecer empresarialmente. Y si el golpe es duro, la única solución es levantarse, dar un paso al frente y volver a comenzar.
Quienes hemos tenido la oportunidad de levantarnos tras caer estamos en la obligación de formar a los nuevos emprendedores en la cultura del éxito después del fracaso, del tropiezo como primer peldaño hacia la escalera del éxito. La historia nos ha demostrado que solo con la insistencia conseguimos los resultados que queremos, siempre a lo largo del tiempo y nunca rindiéndonos ante las adversidades.
fracasar forma parte del proceso
Si vas a emprender, será mejor que lo asumas desde el primer minuto: fracasar forma parte del proceso. Además de ello, es fundamental evitar a toda costa la ceguera del emprendedor, esto es, aprender a dejarse aconsejar por quienes nos rodean. Que luches y ames tu proyecto no debe llevarte a no reconocer los posibles errores que termines cometiendo durante el camino. La capacidad de autocrítica es otra de las armas imprescindibles que debe blandir el emprendedor.
Una vez aceptada esta regla en el juego de emprender, la partida sigue de una forma más fluida. Por mi experiencia sé que no es fácil levantarse de una caída profesional, pero es la única solución cuando lo que quieres es ver cómo se alza tu proyecto. Insisto: puede que el tropiezo no tenga nada que ver con tu gestión, sino con agentes externos. En cualquier caso, el proceso de aprendizaje está ahí para aprovecharlo.
Nuestra obligación como emprendedores es quitar peso al fracaso y apostar por la cultura del aprendizaje constante. De nada sirve vestir un luto eterno por un tropiezo cuando lo que importa es dar un paso al frente para seguir adelante con ese proyecto o dando a luz uno nuevo que aprenda de las cenizas del anterior. Sólo asumiendo esta filosofía vamos a conseguir resultados. Grábatelo a fuego.