Estudia las consecuencias de la expansión del sistema financiero en la empresa y el empleo. Y analiza las soluciones que se están proponiendo desde el campo de las finanzas alternativas y las fintech.
Esas son las dos principales líneas de investigación de la socióloga Matilde Massó, de la Universidad de A Coruña, en la que también ocupa uno de los vicedecanatos. Su trabajo ha sido financiado por una Accio?n Marie Sk?odowska-Curie Individual Fellowships para el proyecto FUSION (‘The effects of financial capital accumulation on employment and wealth distribution’) y por el Ministerio de Economía y Empresa.
El objetivo de su trabajo es analizar los efectos de la expansión del sistema financiero en la economía productiva y el comportamiento de los actores socioeconómicos (las empresas, las familias y el estado). Una relación que se encuentra en un momento de transición de un modelo centrado en la producción y el consumo a un modelo financiero más inestable y menos equitativo. Matilde Massó nos atiende en su despacho, inmersa en la fase de divulgación de resultados de FUSION y trabajando ya en los posibles desarrollos de una nueva divisa, una alternativa al dinero tal como lo conocemos.
– FUSION estudió las consecuencias de pasar de un modelo capitalista productivo a otro con más peso del capitalismo financiero. ¿Cuáles son las diferencias entre ambos?
En un modelo capitalista orientado a la producción, la relación entre capital y trabajo es un elemento central de la organización económica. Los beneficios se originan en el sector productivo. Y la inversión se orienta a la mejora del propio sistema productivo. En el capitalismo financiero se erosiona la relación entre capital y trabajo. Los beneficios se generan fundamentalmente en el sector financiero y la inversión se desvía a la adquisición de activos financieros, la recompra de acciones o el reparto de dividendos.
«De un modelo basado en retener e invertir pasamos a otro basado en adelgazar y distribuir. Es decir, al adelgazamiento de la plantilla y la distribución de dividendos»
Pasamos a una concepción de la empresa diferente. La maximización de los intereses de los accionistas implica un cambio en las estrategias corporativas. De un modelo basado en retener e invertir pasamos a otro basado en adelgazar y distribuir. Es decir, al adelgazamiento de la plantilla y la distribución de dividendos. Las empresas ya no se conciben como unidades productivas, sino como un conjunto de activos financieros que hay que rentabilizar. Esto influye en la inversión, la política salarial y de empleo y la gestión. Y tiene que ver con el cuestionamiento de una relación central en las sociedades europeas: la relación capital-trabajo. Algo en lo que se ha basado el crecimiento económico y el acceso al bienestar.
– ¿Este cambio de un modelo a otro se produce en todos los sectores e industrias en la misma medida?
No, no. Analizar este proceso implica analizar el comportamiento de muchos actores. No solo del sistema financiero, de las plataformas emergentes y los nuevos productos, sino del sistema productivo, incluyendo las compañías indexadas (como el Ibex 35), las empresas no indexadas y las pequeñas empresas. En España, la participación de los fondos de inversión en empresas no es generalizada en ningún sector. Pero sí es una tendencia en crecimiento.
– ¿Cuáles son las consecuencias de este cambio en el modelo?
Que la inversión se interese más en el capital financiero que en el capital fijo tiene un impacto directo en la plantilla y en las decisiones de producción. Las consecuencias podemos resumirlas en tres elementos. Primero, la creciente desigualdad. En un capitalismo financiarizado, cada vez se toman más decisiones encaminadas a maximizar beneficios para los accionistas y adelgazar plantillas. Esto tiene un impacto directo en los ingresos del trabajo. Estos ingresos, junto a las rentas patrimoniales, nos permiten medir la desigualdad.
Segundo, erosiona la relación capital-trabajo. Una relación que ha sido el elemento central de las sociedades europeas tal como las conocemos. Esta relación dejar de ser un elemento a través del cual se genera crecimiento económico y productivo y acceso al bienestar a través de los sistemas de protección social.
Y tercero, genera la expansión de la lógica financiera al comportamiento individual. Cada vez más, esferas que antes no estaban influenciadas por la exigencia de rentabilizar riesgos y beneficios son valoradas con lógicas de mercado. Hablamos de la educación y otros servicios públicos. La relación que tenemos los individuos con los mercados financieros es cada vez más estrecha. La adquisición de fondos de pensiones privados, contratación de seguros, compras obligadas a financiación, créditos…
– ¿Por qué se produce el salto a una economía basada cada vez más en el capitalismo financiero?
Históricamente, este cambio se produce cada vez que se agota un modelo de expansión. Estamos en un momento de transición hacia un nuevo modelo económico, muy influenciado por las nuevas tecnologías y la digitalización. Cuando se agotan las posibilidades de negocio, los actores económicos buscan otras nuevas.
Desde la Segunda Guerra Mundial, venimos de décadas de expansión de un modelo productivo que nos ha proporcionado un gran acceso al bienestar en Europa, un modelo que empieza a agotarse. Esta expansión del mercado financiero indica una búsqueda de nuevas oportunidades de negocio. Son ciclos económicos. Se han dado desde el nacimiento del capitalismo. Aunque cada vez son más intensos. Los mercados financieros son cada vez más complejos y tienen un valor mayor en volumen y número.
– ¿Este aumento del capital financiero en detrimento del productivo es una tendencia que se da en todo el mundo?
Analizar el comportamiento financiero de las empresas entraña muchas dificultades. Los balances se pueden modificar y hay muchas maneras de medir los beneficios. Las estructuras empresariales son cada vez más complejas. Hay mucha opacidad y no es sencillo abordar el análisis de este comportamiento. Si ya nos vamos a países emergentes, los espacios se complican todavía más. Todo parece indicar que la tendencia está ahí. Pero no es prudente concluir que se produce sin haber analizado con detenimiento el comportamiento financiero de las empresas productivas en esos países.
«Aunque la economía nos parezca que es un sistema que funciona solo, detrás hay actores tomando decisiones y regulando el comportamiento económico. Empresas, consejos de administración, ciudadanos, gobiernos»
– ¿Está aumentando también la dependencia de los estados de estos mercados financieros?
Siempre ha sido así, no nos engañemos. El estado es un actor económico que se financia a través del sistema fiscal y de préstamos en los mercados financieros. Es también el creador de un mercado muy importante, el de deuda pública. Por lo tanto, el estado tiene un papel activo en esta expansión del sistema financiero. No es neutral. Es uno de los principales proveedores y consumidores de la economía, emite deuda y participa en los mercados secundarios a través los bancos centrales.
Además, a través de la creciente privatización de los sistemas de protección social motivados por la crisis del empleo y el envejecimiento de la población, el estado fomenta el desarrollo de esos mercados financieros. El ejemplo del fomento de los fondos de pensiones privados y seguros de salud es clarísimo. De alguna manera marca el camino.
– ¿Esa ‘financierización’ de la economía se debe entonces a decisiones políticas?
En este sentido, desde luego. Podemos ver las cosas desde dos ópticas. Históricamente, la expansión financiera siempre ha tenido lugar después de un ciclo de expansión material. Pero detrás de todo esto también hay decisiones políticas, decisiones de los estados, la banca, las empresas no financieras, instituciones como el BCE, la Comisión Europea o el FMI…
Aunque la economía nos parezca que es un sistema que funciona solo, detrás hay actores tomando decisiones y regulando el comportamiento económico. Empresas, consejos de administración, ciudadanos, gobiernos. Todo esto avanza en una dirección porque se toman decisiones en esa dirección.
– En el sistema financiero se originó la última gran crisis. ¿Qué se puede hacer para no tropezar con la misma piedra?
Muchas cosas. Depende de la voluntad política, la voluntad social y el consenso para poder hacerlo. Nuestro objetivo no es intervenir en ninguna dirección. Nuestra labor es diseñar nuevas formas de organización social que puedan solventar la crisis del empleo y la desigualdad creciente. Nos preocupa la dificultad que presenta el modelo económico actual para generar empleo y crecimiento económico.
El sector productivo es el que genera riqueza y empleo, bienestar. Pero el modelo económico depende cada vez más de los sistemas financieros, que generan poco valor añadido. Así que nos hemos centrado en analizar el papel que el dinero tiene en este entramado. El dinero no es un elemento neutral.
«El ‘cash’ nunca va a desaparecer. La digitalización del dinero es real, pero el efectivo otorga anonimato, es sencillo y dinámico. Forma parte de la propia comunidad que lo utiliza»
– En el sistema monetario interviene directamente el poder político.
Efectivamente. En la misma definición del dinero interviene la política. Por lo tanto, si ya no existe un consenso sobre lo que es el dinero se debe a que si bien el dinero es crédito, no todo el crédito es dinero. Y esto es fundamentalmente una decisión política.
Lo estamos viendo con las nuevas monedas que están surgiendo ahora. El dinero siempre actúa en un determinado espacio soberano. Por mucho que una empresa quiera lanzar su moneda, esta siempre tendrá que ser aceptada por las personas de un espacio determinado que la acepten como válida. El dinero siempre está relacionado con la regulación, la fiscalidad y la política.
– ¿Cuál es, entonces, el papel del dinero en todo esto?
En primer lugar, analizamos el proceso de financiarización de la economía y su impacto en los ingresos procedentes del trabajo. En segundo lugar, estudiamos qué relación existe entre la desigualdad y la naturaleza del dinero de curso legal y qué soluciones se están proponiendo desde las finanzas alternativas y el sector del fintech para superar estas limitaciones. Y nos preguntamos qué papel pueden jugar las innovaciones que se están produciendo en los medios de pago.
– Una de las vías de salida que proponíais era la búsqueda de nuevos modelos de divisa.
Eso lo estamos estudiando ahora. He estado trabajando con el sector fintech y el de las finanzas alternativas para mapear las soluciones que se están desarrollando. Pero no tendremos resultados o conclusiones hasta dentro de un año.
«El ‘blockchain’ va a cambiar el mundo de las transacciones económicas y financieras, eliminando intermediarios»
– A menudo se repite eso de que el modelo económico actual es la mejor alternativa que hemos encontrado. Usted sostiene que puede haber otras mejores. ¿Cuáles?
No me atrevería a situarme en una propuesta de un modelo social mejor o peor. Pero desde el momento en que el avance tecnológico te permite, por ejemplo, cuestionar el principio de la escasez sobre el que se fundamenta buena parte de la economía, se abren nuevas posibilidades en el acceso a los recursos y el bienestar. Así que nos planteamos, no tanto nuevos modelos de organización, sino nuevas funciones para el dinero.
El modelo económico actual tiene muchos elementos positivos. El acceso al bienestar que hemos alcanzado se debe en gran parte a este modelo y a la conquista de derechos. Al desarrollo de la economía de mercado y del estado de derecho, que han ido de la mano.
– ¿Qué alternativas ha puesto sobre la mesa la tecnología?
Las alternativas son muchas y cada una diseñada para un cierto fin. El bitcoin, por ejemplo, ofrece pocas soluciones. Es un tipo de dinero digital que se utiliza como un instrumento de inversión y especulación. Tiene muchas aplicaciones futuras, es cierto, pero no es la realidad actual. Hoy se usa para comprar y vender. Además, al ser anónimo, facilita su uso para fines ilícitos.
Las soluciones son muy variadas. De las criptomonedas a las monedas sociales, que tienen poco que ver entre sí. Pero sí es cierto que existen elementos que se pueden extraer de las alternativas. El blockchain es el mejor ejemplo. Va a cambiar el mundo de las transacciones económicas y financieras, eliminando intermediarios.
«La libra de Facebook es una moneda corporativa. Es imposible que en un futuro Facebook controle el dinero. El estado nunca va a permitirlo»
– En el mundo de las criptomonedas, se vende mucho la idea de que su modelo va a ser el que impere en el futuro.
Que esas nuevas monedas puedan tener un impacto real depende de la voluntad política. El dinero tiene un componente social importante. Solo es válido en tanto que la gente lo acepte como tal. Es parte de un acuerdo basado en la confianza. Facebook ya puede sacar una moneda competitiva, pero el estado tiene suficientes herramientas para evitar que pueda llegar a suponer una amenaza para otras monedas de curso legal.
Hay mucha ciencia ficción al respecto de las criptomonedas. La libra de Facebook es una moneda corporativa. Es imposible que en un futuro Facebook controle el dinero. El estado nunca va a permitirlo. Lo que sí es posible es que el propio estado emita su propia criptomoneda.
Sí que veo más posibilidades de innovación en los métodos de pago, algo que ya estamos viendo. Pero el cash nunca va a desaparecer. La digitalización del dinero es real, pero el efectivo otorga anonimato, es sencillo y dinámico. Forma parte de la propia comunidad que lo utiliza.
«El ‘bitcoin’ consume tanto que se está ahogando a sí mismo. Que funcione al nivel del euro es insostenible. Además, su uso no es sencillo y no tiene la confianza de los usuarios»
– ¿Cuál sería el interés del estado en emitir criptomonedas?
Total, completo. Existe un vacío legal al respecto de las criptomonedas y bastante incertidumbre. Por eso se está debatiendo si el estado debe adelantarse a un posible escenario en el que la banca u otros actores puedan tener sus propias monedas. Si el estado admite la emisión de criptodivisas, recupera el control.
Ahora mismo, a través de los bancos centrales, el estado controla la política monetaria. Si, de repente, otros actores empiezan a emitir dinero que se utiliza para ciertas transacciones, aunque no sea de curso legal, la amenaza para el estado y la estabilidad económica y política es fuerte.
– Recuperando el ejemplo de Facebook, ¿cómo controlar una moneda global que utiliza una comunidad mucho más grande que cualquier país?
El desafío es inmenso. Por eso se quiere bloquear en Europa. El bitcoin se pensaba que iba a jugar ese papel. Pero consume tanto que se está ahogando a sí mismo. Las aplicaciones de la tecnología blockchain son espectaculares. Pero que el bitcoin funcione al nivel del euro es insostenible. Además, tiene ciertas barreras de acceso, su uso no es sencillo y no tiene la confianza de los usuarios.
Si el dinero no se sustenta con confianza, es papel mojado. La confianza la sostiene la comunidad que utiliza el dinero, la política y el estado. El dinero es un elemento que parece neutral, una herramienta tecnológica que permite equivalencia de valor entre bienes. Pero es mucho más que eso. Tiene un impacto importantísimo en la organización económica.
En Nobbot | ¿Veremos el final del dinero en efectivo? La tecnología podría desbancarlo
Imágenes | Matilde Massó, Unsplash/Christine Roy, André François McKenzie, Adeolu Eletu, Austin Distel