Carlos Briones es investigador en el Centro de Astrobiología del CSIC, que está asociado a la NASA. Ahora ha volcado su gran pasión, la exploración espacial, y sus investigaciones en un libro que nos interpela desde la primera a la última línea: ‘¿Estamos solos? En busca de otras vidas en el cosmos’. En esta entrevista, habla del presente y futuro de las misiones a Marte, de los dilemas que plantea la explotación comercial del espacio, de Carl Sagan, del que se declara fan incondicional, o de las películas que mejor han reflejado la búsqueda de vida más allá de la Tierra.
– ¿Hubo vida en Marte? Lo decimos porque parece que por ese paisaje hostil que hoy vemos del planeta rojo fluyó el agua y quizá las reacciones químicas de la vida. ¿Y puede haber vida todavía en Marte aunque no la hayamos identificado?
Marte es una especie de desierto frío y desapacible. La temperatura media de la superficie es de 55º bajo cero. Pero también sabemos que cuando la vida empezó en la Tierra, hace unos 3800 millones de años, el hemisferio norte de Marte estaba cubierto por un gran océano. Había agua y una química muy parecida a la de la Tierra. ¿Por qué no pensar que en ese momento empezó la vida en Marte? Quizá haya señales de vida antigua que han quedado preservadas en las rocas. O incluso puede que haya vida todavía en el subsuelo.
– Precisamente, hace unos días nos encontramos con esta noticia: “El agua de los cuatro lagos subterráneos hallados en Marte cubriría Castilla-La Mancha”. Parece que es mala suerte que no acabemos de dar con vida en ese planeta, ¿verdad?
Hace algo más de dos años se descubrió el primer lago subterráneo de Marte, a un kilómetro y medio de profundidad. Se trata de agua líquida, que es lo considerado esencial para la vida. Y, recientemente, como dices, se han detectado más lagos, algunos conectados entre sí. No sabemos si hay vida, pero ese sería un buen hábitat para la vida. Agua líquida y subterránea, protegida por lo tanto de la radiación. Ya hay algunos proyectos para llegar incluso a esos lagos subterráneos, aunque tecnológicamente es muy difícil. Ahora algunos están echando cuentas sobre esto.
– Hablando de echar cuentas, ¿ha sufrido la exploración espacial en general y de Marte en particular también los efectos de la crisis de la COVID-19 en forma de desinversiones, parones o retrasos?
De momento no se ha notado. De hecho, ahora mismo hay tres misiones yendo a Marte, de Estados Unidos, China y Emiratos Árabes. Esas ya estaban planificadas y las tres salieron en julio de este año. Aunque se retrasó la misión de la Agencia Espacial Europea (ESA), pero ahí había también problemas técnicos que no estaban solucionados. De todas formas, creo que las misiones planificadas para 2022 a distintos lugares del sistema solar podrían retrasarse dos o tres años.
“Creo que las misiones planificadas para 2022 a distintos lugares del sistema solar podrían retrasarse dos o tres años por la crisis”
– En líneas generales, ¿cómo están en estos momentos las misiones a Marte? ¿Qué está aportando el rover Curiosity y qué podemos esperar del rover Perseverance?
Ese es precisamente uno de los motivos de escribir mi libro. Quería dar el contexto en el que se mueven las investigaciones en estos planetas donde pensamos que puede haber vida. Ahora se está analizando mucho la atmósfera de Marte, las nubes, la presión, la presencia de metano y de oxígeno, que aparece y desaparece.
Luego están los rovers o vehículos de exploración en la superficie. El que más está dando titulares es Curiosity, que analiza rocas, composición de los minerales, el grado de hidratación, etc. En líneas generales, estudia las condiciones de habitabilidad. Si pudo haber vida en el pasado o incluso ahora mismo.
Y el rover Perseverance está ahora rumbo a Marte y va a continuar la labor de Curiosity. Es un robot del mismo tipo, aunque es más grande y complejo. Y además va a hacer una cosa que nunca se ha hecho. Tomará 42 o 43 muestras del suelo y subsuelo y las dejará empaquetadas en contenedores. Y esas muestras serán recogidas en el futuro, dentro de seis o siete años, por otra misión.
Y esa otra misión será capaz de hacer despegar un pequeño cohete desde la superficie de Marte que llegará a la órbita de Marte, y ahí lo recogerá una tercera misión que lo traerá de vuelta a la Tierra. Si todo sale según lo previsto, en 2031 llegarán a la Tierra las primeras muestras traídas desde Marte.
– ¿Para cuándo cree que habrá una exploración humana de Marte? ¿Y cuáles son las mayores complicaciones que se presentan para este tipo de misiones de exploración espacial?
No hay una fecha todavía. Se suele decir que faltan entre 15 y 20 años para ver astronautas en misiones a Marte. Eso daría mucha capacidad de análisis. Pero la principal dificultad para que algo así suceda es la radiación que reciben los astronautas. Entre un viaje de ocho meses y otros tantos de vuelta, y un trabajo allí de dos o tres meses, estarían mucho tiempo expuestos a radiación. El espacio exterior no tiene las capas protectoras ni los cinturones magnéticos de la Tierra, que nos protegen de la radiación cósmica y solar.
Y otro problema es el psicológico. Un viaje a la Luna eran ocho o nueve días. Ir a Marte y volver sería un año y medio o dos años. Además, está la convivencia entre los miembros de la expedición, que están solos y expuestos a muchos peligros. Y luego está la tarea de salir de Marte. Hay que montar un cohete para volver a la Tierra.
– Otras líneas de investigación nos dicen que hay muchos exoplanetas con condiciones de habitabilidad parecidas a la Tierra y que podrían albergar vida.
Dentro del sistema solar, los lugares más interesantes son los satélites. Hay algunos de Júpiter y de Saturno. Europa, por ejemplo, es un satélite de Júpiter que visto desde fuera es una bola de hielo. Pero se sabe que debajo de esa capa de 20 o 30 kilómetros hay un océano de agua líquida de 100 kilómetros de profundidad. Y en el lecho del océano hay volcanes submarinos. Hay unas posibilidades estupendas de que allí haya vida.
También está el caso del satélite de Saturno llamado Encélado. Es más pequeño, pero tiene también un océano debajo de su superficie. Y también podría tener procesos bioquímicos. En Encélado se han visto géiseres de agua a presión que atraviesan la costra de hielo y salen al exterior. En Titán, otro satélite de Saturno, también se podrían estar produciendo procesos parecidos a los de la Tierra cuando aquí empezó la vida.
– ¿Cómo valora el estudio reciente del MIT y de la Universidad de Cardiff (Galés) que ha encontrado indicios de fosfano en Venus y que dice que los microbios podrían tener un «ciclo de vida» sostenido en la atmósfera del planeta vecino y no en su superficie, que al parecer es un verdadero infierno?
Efectivamente, la atmósfera de Venus es muy densa y en la capa intermedia la temperatura es de unos 20 o 30 grados. Ya Carl Sagan y sus colaboradores en los años 60 lo tanteaban como un buen hábitat para la vida microbiana. Es verdad que en esa zona hay gotitas en suspensión de ácido sulfúrico.
“Los datos recientes de la detección del fosfano en Venus no son una prueba suficiente para sostener que esa sustancia la hayan producido seres vivos”
Pero hay microorganismos que resisten esos niveles de acidez. En cuanto a los datos recientes de la detección del fosfano en Venus, creo que no son una prueba suficiente para sostener que esa sustancia la hayan producido seres vivos.
– Desde que se llegó a la Luna ha cambiado mucho la geopolítica internacional. Pero ¿quién lleva hoy la voz cantante en la carrera de la exploración espacial?
La NASA sigue siendo hoy líder. Los rovers de Marte son todos de la NASA. Rusia no tiene nada que ver con el potencial de la URSS durante la Guerra Fría. Y, sin embargo, ha emergido China, con una capacidad de trabajo grande y de afrontar varias misiones y dianas en paralelo. Por ejemplo, los chinos son los primeros en aterrizar en la cara oculta de la Luna. Y ahora está en camino la primera misión china a Marte, que lleva un orbitador que va a estar dando vueltas en torno al planeta, un módulo que va a aterrizar, y un rover con ruedas que va a circular. Es una exhibición tremenda de poderío técnico.
En cuanto a la Unión Europea, tiene algunos orbitadores importantes en Marte, pero le falta decisión. Los problemas de financiación de la ESA son mayores que en China y en Estados Unidos. Además, ha tenido mala suerte en los aterrizajes en Marte. A Europa le falta empuje en exploración espacial.
– El capital privado e inversores tan idiosincráticos como Elon Musk también han entrado con fuerza en la carrera espacial. ¿Cómo lo ve?
Una empresa como SpaceX, con el empuje de Elon Musk, ha sido capaz de revolucionar la investigación en tecnologías de motores para cohetes. Es un empuje que les faltaba a las agencias públicas. Eso ha vuelto a hacer soñar a la gente y ha espoleado los ritmos de la NASA.
Pero son empresas privadas que en principio van a buscar rendimiento económico, bien a través del turismo espacial o de la minería espacial, es decir, para extraer materias primas de la Luna, de asteroides o del propio Marte. Eso entrará en conflicto con los intereses más conservacionistas de las agencias públicas, que querrán mantener las condiciones de una posible vida marciana. Se plantearán dilemas éticos. Tendríamos que volver a hablar de todo ello dentro de 60 o 70 años.
– Ha hablado de la minería espacial. ¿Qué minerales o componentes buscamos los humanos fuera de la Tierra?
Una materia prima interesante para soportar el desaforado consumo de energía en la Tierra es el helio-3. Es un isótopo no radiactivo del helio que abunda en el subsuelo de la Luna. Y podría reemplazar al tritio como combustible en reacciones de fusión nuclear. Está por ver que en la Luna se desencadene esta industria de minería espacial. En Marte podría haber helio, óxidos o sulfuros interesantes. Incluso podría haber bolsas de petróleo o gas natural por la existencia de vida en el pasado.
– Usted se declara admirador de Carl Sagan, el divulgador científico estadounidense que se hizo mundialmente famoso con la serie documental ‘Cosmos’. ¿Por qué hoy no hay un Carl Sagan para explicar todo lo que se hace en exploración espacial?
Lo más parecido a Sagan es Neil deGrasse Tyson, que ha hecho la nueva versión de ‘Cosmos’. Pero aun así no es lo mismo. Echamos de menos al maestro Sagan. En él se juntaban muchas cosas. Era impecable a nivel científico. Además, tenía mucha facilidad para escribir y emocionar. Y para hablar delante de las cámaras.
“Será difícil que volvamos a encontrar un Carl Sagan. Ha habido buenos escritores científicos, pero ninguno reunía tantas características como él”
Lo tenía todo, pero destacaría la capacidad para hacernos sentir la exploración espacial y las grandes preguntas sobre el cosmos como algo muy nuestro. Será difícil que volvamos a encontrar un Carl Sagan. Ha habido buenos escritores científicos, pero ninguno reunía tantas características como él.
– ¿Qué ficción, en el cine o en la literatura, cree que ha reflejado mejor esa búsqueda por la vida más allá del planeta Tierra?
‘Marte’, con Matt Damon, es una película con muy buena asesoría científica y muy realista sobre cómo podría ser la subsistencia allí. Destacaría también la serie del mismo título, ‘Marte’, de National Geographic, que nos habla de las misiones dentro de 50 o 60 años intentando detectar vida, pero también intentando obtener recursos mineros. En ella se plantea la pelea entre exploración y explotación, y eso va a ocurrir.
Y luego están las películas de marcianos que quieren colonizar nuestro planeta. De esas, me gusta ‘Contact’, con Jodie Foster e inspirada en una historia de Carl Sagan. Plantea bien qué ocurriría si recibiéramos una señal de una inteligencia extraterrestre. Me gusta también ‘La llegada’, de Denis Villeneuve, donde el problema es la comunicación con los extraterrestres que llegan en unas naves. Ese es un tema que nos planteamos a nivel científico.
– ¿Cree factible que haya vida inteligente en algún lugar del cosmos?
En la Tierra la vida animal, y por tanto inteligente, es una rareza. Eso puede pasar en otros sitios. Es posible que haya una vida microbiana, pero que no haya inteligencia. Pero también puede ser que esa vida inteligente en otros lugares se haya extinguido, o que nos mandaran señales hasta el siglo XIX, y hasta ese momento no conocíamos las ondas electromagnéticas y no teníamos con qué recibirlas.
O que las señales nos vayan a llegar dentro de dos millones de años y nuestra especie ya no exista. Han de darse muchas casualidades para que haya vida inteligente y para que además podamos contactar con ella. Pero es verdad que el público general quiere tener interlocutores. Sabemos que no están en el sistema solar, pero que podría estar más allá. Aunque es altamente improbable.
“La posibilidad de no estar solos mirando al cielo estrellado nos surge por la propia inquietud de nuestro cerebro”
– Y una última pregunta, muy general. ¿Por qué tenemos esta necesidad de buscar vida fuera de este planeta? ¿Qué razones pesan más: científicas, económicas, políticas, religiosas, filosóficas…?
La búsqueda de vida es anterior a la filosofía y a la ciencia. Quiero pensar que los primeros humanos modernos que se tumbaron en una colina a observar el cielo y veían esos puntos se hacían preguntas. La posibilidad de no estar solos mirando al cielo estrellado nos surge por la propia inquietud de nuestro cerebro. Tenemos un cerebro que investiga y que explora. No podemos ver el mar sin preguntarnos qué hay al otro lado. Y lo mismo pasa con el cosmos.
En Nobbot | El agua de los cuatro lagos subterráneos hallados en Marte cubriría Castilla La Mancha
Imágenes | Grupo Planeta, NASA, iStock.com/3quarks, Michael Okoniewski (fotografía adaptada)
Siempre he tenido esa inquietud ,pienso que en un universo infinito tiene que encontrarse vida inteligente Pensar que somos los únicos seria pecar de soberbios