Miguel Ángel Sánchez tiene como punto de interés todo lo que tiene que ver con el internet de las cosas (IoT) y su aplicación para la mejora de la movilidad urbana. Y también está preocupado por saber cómo cambios radicales, como el del coche autónomo, que ya son una realidad a nivel tecnológico, pueden afectar a la sociedad, las empresas y sectores enteros de actividad.
Sánchez ha compaginado el emprendimiento empresarial y el trabajo en grandes compañías con la vida académica, lo que no es habitual en la universidad española. Este informático de formación también indaga en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) sobre industria 4.0.
– Todos sufrimos día a día problemas de movilidad en las ciudades. En líneas generales, ¿qué tecnologías tenemos para aliviar la situación?
Tenemos varios componentes relevantes que pueden ayudar a resolver estos problemas. Por un lado, están las comunicaciones. Coches y ciudades tienen que estar conectados porque, si no, es imposible hacer un análisis de la movilidad. En segundo lugar, están las cosas. El coche no deja de ser una cosa que debe tener una inteligencia para poder mandar datos a una red de comunicación.
Luego están la inteligencia artificial y los algoritmos inteligentes, que procesan todos esos datos y generan modelos de predicción de tráfico o cálculo de rutas óptimas en tiempo real. Un ejemplo de la combinación de todos estos elementos sería el de un coche que se choca y queda en medio de la calzada, pero que es capaz de avisar a los conductores cercanos o que se dirijan a ese lugar para decirles que allí hay un accidente.
– Parece que este escenario tardará algo en llegar. Lo digo porque el parque de vehículos de este país está envejecido y muchos coches que circulan por nuestras carreteras no son inteligentes.
Los coches actuales tienen una capacidad brutal en cuanto a procesamiento de información. Hay marcas que, desde hace muchos años, incorporan en sus modelos centralitas que utilizan servicios conectados para otros fines. En cualquier caso, a medida que el parque se vaya renovando, esa situación mejorará.
Además, ahora con Android Auto y Apple CarPlay, cualquier coche que se pueda conectar a través del teléfono puede dar y obtener una cantidad de información considerable. Esto permite que coches que no son de última generación se puedan subir a este carro.
“Lo de abrir y cerrar semáforos en función de la densidad de tráfico de zona, para agilizar así los flujos de movilidad, va a llegar”
También hay proyectos, como el Cooperative Vehicle Infraestructura System (CVIS), de la Unión Europea, que pretende unificar los diferentes sistemas de comunicación que tienen los distintos fabricantes para que todos los coches se puedan entender. Porque el tema de estándares es fundamental.
– ¿China y Estados Unidos van a más adelantados que Europa en la adopción de estándares de movilidad?
China lo tiene mucho más fácil. La tecnología la tienen y políticamente tienen un régimen vertical que favorece mucho solventar los problemas regulatorios. En Estados Unidos, el avance se producirá quizá en estados avanzados, como California, donde hay arraigada una cultura de la innovación y el emprendimiento.
– ¿Son Google y Apple ahora mismo los aglutinadores de toda información que generemos como conductores? ¿Se pueden considerar un estándar de facto?
Son cosas diferentes. Estas empresas se sitúan en una capa, la del 4G, en la que utilizan lo que ya tenemos. Con Google hay tantos conductores conectados que a ellos les es fácil establecer zonas de saturación en tiempo real. Son las famosas zonas rojas de Google Maps. Pero el siguiente paso es que sean los propios coches o la infraestructura de smart city los que generen esos beneficios. Porque Apple y Google no tienen acceso al sistema de semáforos de una ciudad, por ejemplo.
– Aquí surge un tema delicado, que es la seguridad, el control de la información y la regulación normativa.
Efectivamente. Tener el sistema de gestión de semáforos conectado a un sistema abierto o semiabierto es un asunto delicado. Pero a nivel técnico, este tipo de infraestructura, combinado con despliegues de smart city, está muy avanzado. Lo de abrir y cerrar semáforos en función de la densidad de tráfico de zona, para agilizar así los flujos de movilidad, va a llegar.
El aspecto regulatorio en este mundo de la gestión del tráfico y la tecnología aplicada a la movilidad es un tema muy delicado. Primero, porque damos muchos datos y el control sobre los vehículos cada vez es mayor. Y también hay que decidir quién tiene la potestad de combinar esos datos. Y, por supuesto, está el tema de la ciberseguridad, para evitar que un hacker pueda controlar tu coche o el propio sistema de gestión de semáforos de la ciudad.
Como usuarios, debemos tener control sobre la información que generamos. Para que no nos controlen. Deberíamos ser libres a la hora de transmitir datos, para que un tercero no llegue a regular tu velocidad o a elegir el trayecto que haces para llegar a un sitio.
“Es un debate tan intenso el que se va a abrir con el coche autónomo, que ya es hora de que se vaya planteando”
– Hemos hablado del vehículo conectado, gracias a sistemas internos del propio coche o a plataformas externas. Tampoco parece lejano el coche autónomo que transitará sin conductor.
Esto ya es una realidad. Tenemos toda la infraestructura para que sea así, además. Hoy tienes más riesgos si conduces tú que si te mueves en un coche autónomo. En algún país se están planteando ya usar taxis autónomos. Es un cambio muy grande a nivel cultural, pero también a nivel económico y para el sector del transporte. Un cambio que puede llevar a los taxistas a la calle.
El coche autónomo, que es una realidad, puede llevar a mucha gente a la calle. A los taxistas, a los conductores de autobuses urbanos. Y eso suscita preguntas sobre regulación, periodos de implantación, etc. Es un debate tan intenso el que se va a abrir, que ya es hora de que se vaya planteando.
“Hoy tienes más riesgos si conduces tú que si te mueves en un coche autónomo”
También habrá que ver cómo va a cambiar el modelo de consumo. Los jóvenes ya no se interesan tanto por la propiedad de un coche, y sí por compartir vehículos, desde coches a patinetes, pasando por motos o bicicletas. Eso cambia también a nivel económico otros sectores adyacentes, como el de los pequeños talleres, que podrían estar en peligro. Creo que la gestión del cambio es fundamental en este escenario. Lo más complicado no es comprar una tecnología, sino cambiar la forma que tenemos de trabajar y vivir.
– En cualquier caso y a día de hoy, el coche en propiedad sigue dominando las calles de nuestras ciudades, ¿verdad?
Sí, porque el coche compartido, por ejemplo, no llega a todas las ciudades y a todos los barrios de una capital como Madrid. Pero yo, que soy de Salamanca y voy a Madrid habitualmente, ya he dejado de usar mi coche para esos desplazamientos. Voy del tren al coche compartido porque es un modelo más rápido y, sobre todo, más económico. Antes siempre lo hacía todo en mi coche individual. En entornos urbanos, todo indica que nos moveremos cada vez más con vehículos más pequeños y eléctricos.
– Además de descongestionar el tráfico, uno de los grandes objetivos de los gestores urbanos es conseguir una movilidad sostenible, dado que el transporte es uno de los sectores que más emite CO? y que, por tanto, contribuye al efecto invernadero y al calentamiento global. En este ámbito, ¿cómo pueden ayudar la informática o el software?
Uno de los objetivos del coche conectado y de los algoritmos que ayudan a gestionar el tráfico es el de la reducción de emisiones de CO?. Esto es claro. Puede que no hagamos el recorrido más rápido, pero sí el que menos emisiones produce.
“En entornos urbanos, todo indica que nos moveremos cada vez más con vehículos más pequeños y eléctricos”
– También la seguridad vial es un asunto crucial. Cada año mueren en España unas 1500 personas por accidentes de tráfico, aunque hace una década y media eran 4000. Y en el mundo fallecen 1,3 millones de personas. ¿Cómo puede ayudar la tecnología a reducir esta lacra y prevenir accidentes?
Un coche conectado puede enviar un mensaje de alarma en caso de accidente para avisar al resto de conductores. En el coche autónomo, la seguridad está mucho más potenciada, puesto que la velocidad está siempre controlada y se transita por unas vías en las que supuestamente no hay incidencias. Sobre el tema de los atropellos, los coches ya tienen sistemas de radar que los frenan automáticamente en caso de detectar el paso de una persona por su camino.
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