Light Humanity es una empresa sin ánimo de lucro que busca erradicar la pobreza energética llevando luz allí donde hace falta, ayudando a crear trabajo local sostenible.Una labor más que necesaria, si tenemos en cuenta que una de cada siete personas en el mundo vive en pobreza energética. Muchos no tienen iluminación nocturna, y los que sí la tienen dependen de lámparas de queroseno que afectan a los pulmones, generan incendios y emiten CO2.
Su modelo consiste en recaudar fondos mediante la venta de productos solares y, con ellos, formar a emprendedores locales en Mozambique y la región del Amazonas para que se comercialicen productos solares. De este modo llegan a las familias que más lo necesitan, que ven cómo sus vidas cambian de paradigma gracias a esta seguridad energética. Hablamos con Eugenio Calderón, fundador de esta compañía.
– ¿De dónde viene la idea de Light Humanity?
Estudié Ingeniería de la energía y estuve trabajando en una planta fotovoltaica y parques eólicos. Luego recibí una beca para ir a Argentina, investigando almacenamiento de energía para parques eólicos. Allí tuve la oportunidad de recorrer el continente y de ver la situación de la pobreza energética.
En aquel entonces no me veía capaz de resolver un problema tan grande. No tenía una solución. Luego hice un proyecto por España. Di la vuelta al país impulsado por una bicicleta solar. Se llamó #PedaleoSolar y reclamábamos una transición energética.
Cuando lo acabé, vi que me motivaba el potencial infrautilizado del Sol aplicado a la pobreza energética. Quería por un lado que los españoles usasen más la energía solar y por otro resolver el problema que había visto por Latinoamérica.
Conocí la figura de la empresa social, una empresa que se compromete por estatutos a invertirlo en su misión. No reparte dividendos pero sí te deja captar financiación. De momento no he cobrado un duro (no deja de ser emprendimiento) y no espero tener sueldo hasta dentro de un año.
“Cuando tú donas un objeto a una persona, ese objeto pierde valor porque piensa que es gratis”.
– Habéis cambiado el modelo: de regalar lámparas solares a la microfinanciación para que la población local pueda adquirirlas.
Empezamos con un modelo de negocio en el que comprabas en España una lámpara solar y nosotros donábamos otra. Entregábamos de forma gratuita una lámpara a una familia que vivía sin electricidad. ¿Cuál era el problema? Que esto generaba inestabilidades sociales: tienes que elegir a qué familias vas a donar y a cuáles no. No tienes lámparas para todo el mundo.
Esto creaba conflictos entre familias. “Oye, que yo también soy vulnerable, necesito una lámpara solar, ¿por qué no me donas a mí una?”. Eso lo he vivido en mis carnes, gente increpándome por haberle regalado una lámpara solar.
Además, este modelo creaba una dependencia de los fondos de España. Con la tienda local que tenemos ahora, esa dependencia es solo inicial. Una vez que arranca la tienda, el modelo es sostenible.
Otro problema añadido de las donaciones es que cuando tú donas un objeto a una persona, ese objeto pierde valor porque piensa que es gratis, y que si se rompe puede tener otro. No le ha costado, por lo que no llega a apreciarlo.
“Nos encantaría que otro proveedor fuese capaz de llevar la energía solar a un coste asequible a esas comunidades”.
– De modo que ubicáis tiendas en local que actúan como puntos de venta.
Eso es. Ellos realizan tres acciones: la educación ambiental y promoción de la energía solar, porque hay gente que no conoce cómo funciona; la gestión de la compra-venta, que sean capaces de recibir y manejar los pagos para, por ejemplo, evitar los impagos, con las herramientas para poder llevar un control contable, de los impuestos, etcétera; y el mantenimiento o reciclado.
Ellos pueden pedir productos solares a otro vendedor. De hecho, nos encantaría que otro proveedor fuese capaz de llevar la energía solar a un coste asequible a esas comunidades. Eso sería una buena señal de que hemos creado una demanda de mercado y que hay gente que apuesta por llevar luz solar a esas comunidades.
“El Sol sale todos los días. Es una solución universal y descentralizada”.
– ¿Por qué enviáis luz? Otras empresas sin ánimo de lucro llevan otros bienes.
Porque está disponible. El Sol es un gran reactor nuclear que está ahí siempre. Aunque esté nublado, nuestras lámparas consiguen cargar dando cinco horas de luz incluso cuando hay tormenta. No es como el viento o el agua, que va y viene y fluctúa. El Sol sale todos los días. Es una solución universal y descentralizada. Nadie te puede sombrear el Sol.
– ¿Qué significa para estas familias invertir en este tipo de objetos?
El cambio es drástico. Impactamos en dos tipos de familias: las que usaban iluminación y las que no. Los primeros usan combustibles fósiles como botes de queroseno prendido. Respiran los humos tóxicos, provocan incendios y contaminan el medioambiente.
Con la lámpara solar, estás evitando enfermedades prematuras, sobre todo en jóvenes, emisiones de CO2 del orden de 1.200 kg por lámpara, y el riesgo de incendio en casas que son de paja o madera. Pero lo que más aprecian son las horas de luz extra. Con el queroseno tienen una o dos, y de mala calidad. Esta lámpara les da 10 veces más iluminación y pueden realizar más actividades: estudiar, leer, pescar, trabajar, estar con la familia y verles las caras.
Luego está la familia que no tiene luz. Es impactante llegar a una casa, que estén cenando y estén a oscuras. Les cambia totalmente el paradigma porque les regalas muchas horas de luz.
“Dedicamos mucho tiempo a la educación ambiental y la gestión de residuos”.
– Pongamos pegas. ¿Qué pasa con el vendedor local que antes vendía queroseno?
Que ahora vende lámparas solares. Suele ser una persona que lo compraba en la ciudad y tiene un pequeño comercio al estilo de los ultramarinos. Vende un poco de todo. Formamos a estas personas para que puedan vender esta lámpara y saquen beneficio de ello. Ellos mismos no quieren usar queroseno. No ven una amenaza en la lámpara solar, sino como una oportunidad de emprender.
– ¿Y si una lámpara solar se rompe? Podrían tirarla al río.
Dedicamos mucho tiempo a la educación ambiental y la gestión de residuos. Es importante que la gente sepa que esa lámpara rota tiene un valor. En los puntos de venta tenemos un sistema de reciclado y mantenimiento. Si traes una lámpara antigua o rota, te hacemos un 50% de descuento en la siguiente. O por la mitad de precio te cambiamos la pila.
“Buscamos reducir al máximo los residuos y aumentar la vida útil”.
Buscamos reducir al máximo los residuos y aumentar la vida útil. Estas lámparas pueden llegar a durar más de 10 años con un cambio de batería a los cuatro o cinco años. Es el cuello de botella, porque el panel solar y el led sí están preparados. La batería tiene una degradación del 4-5% anual. Cambiar la batería es muy sencillo, no tiene tornillos, y tardamos dos minutos y medio.
Cuando vemos que la lámpara no tiene posibilidad de reparación, trabajamos con empresas locales de gestión de residuos. Separamos los componentes y esta empresa los cobra al kilogramo. Eso está bien atado, pero lo más importante es la parte de educación. Allí no hay sistema de basura y la basura la tiran al río, cerca de casa, o la entierran.
– Viven en ribera, ¿aguantan las lámparas allí?
Tienen un grado de protección IP56. Aguantan la lluvia y se pueden sumergir durante un periodo de tiempo pequeño (que se te caiga al agua y la puedas recuperar). No es sumergible, pero en el Amazonas las lámparas llevan nueve meses con lluvia y humedad entre el 90 y el 100%.
Estas lámparas están certificadas por Lighting Global, un organismo internacional que se encarga de hacer una auditoría de calidad de los productos destinados a combatir la pobreza energética.
– ¿En cuántos años se podría eliminar la pobreza energética relativa a la iluminación?
Se podría solucionar en un año si hay fondos. En un año podrías entregar estas lámparas a las personas que lo necesitan. Capacidad de producción no falta, no hay cuello de botella tecnológico. Es un tema de captar fondos para arrancar un proyecto que es sostenible.
“Tarde o temprano seremos 100% renovables, pero el control de la energía va a estar en manos de grupos energéticos grandes”.
– Falta voluntad incluso en España. ¿Cómo ves la descarbonización?
Aquí tendríamos para un buen rato. Estaba muy metido en esto cuando di la vuelta a España. Conocí a todos los colectivos que tratan de hacer una transición energética en nuestro país. Tristemente tuvimos una oportunidad de que la gente se instalase autoconsumo en su casa, como ocurrió en Alemania, y se descentralizase la producción.
Ahora lo que va a ocurrir es que, sí, tarde o temprano seremos 100% renovables, pero el control de la energía va a estar en manos de grupos energéticos grandes con influencias políticas que acaban legislando a su favor.
Tenemos una de las facturas más caras de Europa, y no es porque tengamos los costes de producción más caros, sino porque se han ido cometiendo una serie de errores que han inflado las facturas. La parte fija es tan grande que a la gente le da igual apagar unas cuantas luces o usar tarifa valle porque es difícil ahorrar con el consumo.
Por el medioambiente la gente no suele actuar, como sí ocurre por economía. Pero cuando tienes un panel solar en tu casa y ves tu generación y consumo, adquieres ese valor de la energía. Hay que avanzar en educación de la energía y la descentralización para evitar el derroche y acumulamiento de poder. Pero creo que llegamos tarde, las grandes energéticas ya se han sumado a lo solar.
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Imágenes | Light Humanity