Del mismo modo que podemos separar la mejora de la medicina derivada de las guerras mundiales o los progresos de la industria aeroespacial de la Guerra Fría, en la actualidad nuestro combate diario contra la COVID-19 podría ser recordado como uno de esos puntos de inflexión en innovación, desarrollo e investigación aplicada. Avance científico derivado de la adversidad y resistencia.
Para acercarnos al proceso de innovación e investigación aplicada en salud contamos con Felip Miralles, director de eHealth del centro tecnológico catalán Eurecat.
– Para ubicarnos, ¿en qué áreas se centra el trabajo de Eurecat?
Estamos siempre en lo que llamamos ‘estado del arte’ de la tecnología. Lideramos proyectos de I+D, como algunos derivados de Horizonte 2020, lo que nos permite a estar al día de las últimas tendencias desde un punto de vista de investigación aplicada.
– ¿Ha supuesto un antes y un después la aparición del SARS-CoV-2?
Sí. Yo estoy en el ámbito de la salud de forma vocacional. Tengo la suerte de trabajar en un ámbito en que se unen dos disciplinas, las TIC y las ciencias de la vida, dos ámbitos que han experimentado un progreso espectacular en los últimos 10 o 20 años. Y todo lo que veníamos haciendo desde hace años, ahora con la crisis sanitaria de la COVID-19, toma una relevancia aún más amplia.
«Nos hemos puesto a disposición de las administraciones, de los hospitales y de las empresas»
– ¿Qué habéis aportado durante esta crisis? ¿Habéis redirigido parte de vuestras capacidades a esta emergencia?
Sí, aunque prácticamente todos los proyectos que teníamos abiertos continúan porque tenemos la suerte de teletrabajar. Es cierto que nos hemos puesto a disposición de las administraciones, de los hospitales, de las empresas, etcétera. Desde Eurecat hemos impulsado muchas iniciativas, algunas en fases aún tempranas de desarrollo (solo llevamos dos meses de pandemia).
Algunos de los proyectos en los que hemos participado han sido en el desarrollo de respiradores low cost derivados del motor del limpiaparabrisas con SEAT o el desarrollo de distintos tipos de protección individuales con técnicas de impresión 3D. Además, usamos nuestros laboratorios para el testeo de todo tipo de equipos para asegurar y validar los estándares de calidad.
A esto sumamos que hemos puesto a disposición del Departament de Salut los laboratorios de biotecnología para pruebas de diagnóstico de alta calidad (los famosos PCR), y el despliegue de equipos de telemedicina para el seguimiento remoto de pacientes leves a medios y evitar que acudan al hospital.
«En I+D siempre decimos que no está tan bien dotada económicamente como debiera»
Luego, en cuanto a proyectos de más largo recorrido, estamos trabajando en modelos epidemiológicos que nos ayuden a controlar esta pandemia y otras que podrían llegar en el futuro. Por ejemplo, modelos que tienen en cuenta la movilidad anonimizada de las personas pero también otros datos como el análisis de aguas residuales.
– Con este último proyecto ganasteis el Hackathon COVID-19 que tocaba, además de un factor sanitario, el aún presente problema medioambiental.
Sí. Para los estudios de epidemiología analizamos sobre todo datos de salud, de movilidad, ambientales y climatológicos (como pueda ser la polución). Una derivada de esto que ha cobrado vida propia ha sido un proyecto de detección precoz de COVID-19 en el análisis de las aguas residuales en distintos puntos de la geografía. Es una forma indirecta de detectar casos de coronavirus, pero en lugar de analizar a los propios ciudadanos, lo hacemos a través del producto que generamos.
– En estas últimas semanas o meses, ¿han entrado más fondos para poder desarrollar proyectos tan necesarios como este último?
Bueno… Los que trabajamos en I+D siempre decimos que no está tan bien dotada económicamente como debiera, especialmente teniendo en cuenta que es uno de los motores económicos de una economía basada en la innovación. Sí que es verdad que se están abriendo nuevas convocatorias e iniciativas tanto públicas como privadas.
– Porque vosotros no trabajáis solo como centro de investigación puro: sois un nexo entre universidad, administración, empresas…
Sí, nosotros actuamos como hub. Hacemos de puente entre las administraciones públicas, la empresa privada y otros actores importantes. En concreto, en el ámbito de la salud: hospitales, investigación biomédica, los propios pacientes representados por sus asociaciones, etcétera. Somos un puente.
– Con respecto a la epidemiología y los modelos matemáticos, es interesante ver que existe metodología para aproximarnos a ellos sin vulnerar el RGPD.
Necesitamos datos anonimizados. El objetivo es ser capaces de estudiar la evolución de la pandemia con granularidad suficiente por ámbito geográfico y en el tiempo, y cruzarlo con datos anonimizados de movilidad de las personas. Tenemos muchas técnicas para anonimizar datos y asegurar que no estamos incumpliendo ninguna normativa, aunque quizá falte voluntad para ello.
«Tenemos un reto demográfico en cuanto a longevidad y dependencia que pone en cuestión los sistemas de salud tal y como los conocemos ahora»
– Ahora está muy de moda innovar en salud debido a la crisis pero, ¿esto es temporal? ¿Nos olvidaremos si descubrimos alguna vacuna?
Esperemos que no. La innovación en la salud llega tradicionalmente más tarde que en otros sectores, como por ejemplo el multimedia, la banca, el comercio, etcétera. Tiene su razón de ser: la sanidad tiene que atender a la protección de datos. Dicho esto, tenemos un reto demográfico en cuanto a longevidad y dependencia que pone en cuestión los sistemas de salud tal y como los conocemos ahora.
Las tecnologías digitales son un facilitador para transformar el sistema sanitario a las necesidades que se presentan. El reto demográfico es una de esas necesidades urgentes en lo relativo al siglo XXI, y la pandemia de COVID-19 lo es aún más. Ha hecho que la población considere la innovación.
Todos nos hemos acostumbrado a acceder a muchos servicios de forma virtual, y sabemos que la digitalización de la salud es posible tanto para pacientes como para profesionales. Y se va a demandar más.
– Entonces, ¿seguiremos invirtiendo en I+D una vez que no sea algo urgente? ¿Bajará el interés (económico) cuando todo pase?
Los humanos tropezamos mucho con la misma piedra, y creo que la pandemia ha hecho evidente que no estábamos preparados. Efectivamente, había estudios que advertían de que algo así podía llegar. Yo tengo confianza y creo que nos vamos a preparar de la mejor manera posible.
Pensemos en otros retos como el mencionado reto demográfico o el calentamiento global. El primero es un éxito derivado de una mejora continua del sistema de salud, que ha aumentado la esperanza de vida. El segundo, de la economía. Pero disponer de una sociedad envejecida y una tecnología desarrollada traen consigo responsabilidades que no se pueden demorar.
Dicho esto, hay esperanza. Cuando miro a mi alrededor y veo todo el trabajo que se está realizando en investigación parece increíble, y como ejemplo pongo la búsqueda de la vacuna. Las herramientas y el conocimiento acumulado con los que contamos son espectaculares. Ahora bien, hay que ponerse las pilas.
«Estamos luchando contra la pandemia con herramientas del siglo XIX, como el confinamiento»
En gran medida estamos luchando contra la pandemia con herramientas del siglo XIX, como el confinamiento. La telemedicina, la detección precoz de casos, poder realizar la atención de pacientes leves en remoto, contar con herramientas para poder decidir de forma más informada cómo usar los escasos recursos, etcétera; contar con esto nos habría puesto en otra situación.
– Se habla mucho de tecnología contactless, y la telemedicina está dentro de ella. ¿Habéis participado en alguna otra innovación dirigida a minimizar el contacto entre personas para evitar el contagio?
Sí, por ejemplo, nuestros compañeros de Mataró (Cataluña), que trabajan en tecnología de electrónica flexible entre otros ámbitos, están desarrollando un pulsador como el que se usa en los autobuses para avisar de que uno quiere bajar. Pulsamos muchos botones al día en el transporte público, mobiliario urbano, etcétera, y son susceptibles de ser cambiados por elementos touchless.
Y en la agenda de la telemedicina se está trabajando en aumentar el contacto (virtual) con los profesionales por parte del paciente. Integrar elementos sin contacto físico para evitar que el paciente tenga que acudir al ambulatorio para realzar algo tan trivial como la renovación de un medicamento ya prescrito.
«Ver al médico cuando hace falta, así se consigue más tiempo de calidad con el paciente»
La idea no es sustituir lo presencial por virtual, ni evitar ver al médico, sino discriminar por necesidad para evitar que los sistemas sanitarios se saturen con visitas prescindibles. Ver al médico cuando hace falta. De hecho, así se consigue más tiempo de calidad con el paciente. Es algo que tenemos que demandar los propios enfermos, y que ya hemos integrado en otros sectores como el bancario. Ya nadie acude al banco a hacer una transferencia.
– La protección de datos es uno de los mayores retos al que se enfrenta la salud basada en datos. ¿Cómo se refuerza la seguridad de estos sistemas?
La seguridad de los datos y las comunicaciones es uno de los mayores retos, aunque la existencia de vulnerabilidades puntuales no ha impedido el crecimiento de las compras online o los servicios bancarios. Lo cierto es que existe tecnología para asegurar, dentro de un margen razonable, la seguridad. Encriptación en extremos e identificación de dos pasos, por poner ejemplos.
Los ataques de los hackers se van a seguir sucediendo, claro, pero la adopción de estos sistemas es más una cuestión de mentalidad que de falta de seguridad. En otros países más liberales, como los del norte de Europa, hay una mentalidad más proclive para usar los datos en salud. Aquí existe una mentalidad más proteccionista. No será un cambio tecnológico, sino cultural.
«Existe tecnología para asegurar, dentro de un margen razonable, la seguridad»
He aquí un experimento mental: se pregunta persona a persona por la calle si cedería sus datos de salud, anonimizados, para conseguir una vacuna. Yo digo que buena parte daría su consentimiento.
– De hecho, hemos visto este experimento con el avance del estudio de seroprevalencia. El grueso de los pacientes dio su visto bueno, no solo a intervenir, sino que además donó una muestra de sangre.
La gente es reticente a que sus datos se usen, no ya de manera fraudulenta, como sí interesada, y por eso hay que ser muy rigurosos en todos los aspectos éticos y legales. Los datos de salud son datos críticos. Pero el valor que tienen para el avance científico, y por tanto para la sociedad, hacen difícil defender una política extremadamente proteccionista que no da el salto a un uso en investigación.
Como digo, la sociedad va a demandar su uso en sanidad y telemedicina, en parte porque soluciona de forma parcial otros retos paralelos como el reto demográfico que ya teníamos por delante. La COVID-19 solo nos ha aportado un poco más de luz a un escenario que ya existía.
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Imágenes | Felip Miralles, Rich Smith, Science in HD