En algún momento hacia finales de 2022, la Agencia Espacial Europea (ESA) hará pública la selección de entre cuatro y seis nuevos astronautas. Y Javier Santaolalla quizá esté entre ellos.
Este ingeniero de telecomunicaciones y doctor en Física de partículas, nacido en Burgos y canario de adopción, es una de las más de 22 000 personas que han solicitado uno de los nuevos puestos de astronauta. En 2008, la última vez que la ESA completó un proceso similar, se recibieron 8400 solicitudes.
Ahora tiene varias semanas por delante que pondrán a prueba su paciencia y, si tiene suerte, pasará a formar parte de un proceso de varios meses al final del cual solo quedarán los elegidos. Solo entonces empezará a prepararse de verdad para ser astronauta.
– Muchas niñas y muchos niños sueñan en algún momento con ser astronauta. Luego vamos poniendo los pies en el suelo. ¿Cuándo decidió que quería serlo?
Son ideas que surgen cuando eres pequeño, pero no es una carrera al uso. No eres astronauta como eres ingeniero, médico o periodista. No hay un proceso lógico ni unos pasos que seguir con determinación. Ser astronauta no depende de ti y los puestos de la ESA salen una vez cada 12 años. Tienes que hacer tu vida mientras esperas la oportunidad.
De pequeño pensaba que me gustaría ser astronauta, pero es la vida la que te acaba colocando en ese camino o no. A lo largo de mi carrera profesional he estado atento a las convocatorias. La anterior salió cuando tenía 27 años y era demasiado joven. Esta es ahora mi oportunidad.
– ¿Por qué le gustaría ser astronauta?
Por dos razones, principalmente. Primero, porque creo que es algo que la humanidad tiene que hacer. Tenemos que salir de la Tierra y ser astronauta sería una aportación muy bonita para la humanidad. Y, segundo, porque siempre me he sentido muy conectado con la idea del espacio, con el universo, con la exploración. Si hubiese vivido hace 500 años hubiese sido explorador, probablemente. Digamos que una razón se debe a un sentimiento colectivo y la otra a un sentimiento individual.
– El plazo para presentar solicitudes para ser uno de los nuevos astronautas de la ESA acabó el 18 de junio. ¿Cuándo sabrán algo?
No nos han dicho fechas clave, pero por cómo han distribuido las pruebas intuimos que será pronto, dentro de poco. Como tarde, a finales de verano debería saberse algo sobre el primer filtrado de solicitudes. Después llegarían otras cinco fases de selección y la decisión final se tomará a finales de octubre de 2022.
– Para presentarse se exigían requisitos físicos, títulos, idiomas, conocimientos… Pero, además, a la ESA hay que convencerla con una carta. ¿Qué les dijo?
La verdad es que fue bastante delicado. Hay que poner pocas cosas, porque tienen poco tiempo para revisarla y escribir demasiado puede ser contraproducente. Pero, a la vez, hay que contar cosas relevantes. Así que lo que hice fui ir repasando mi currículo mientras contaba cómo me sentía hacia el espacio y les hablaba de mi necesidad de explorar. Escribí una historia intentando transmitir mi pasión por el espacio.
– Ahora toca esperar, pero ¿cuáles serían los siguientes pasos?
En caso de ser preseleccionado, hay que ir a Alemania a hacer varias pruebas. La primera es un screening psicológico y luego vienen pruebas psicotécnicas, de inteligencia, específicas y médicas. Las dos últimas fases son entrevistas.
Si después de todo eso consigues ser seleccionado, la formación mínima de un astronauta son cuatro años, aunque suele ser más si incluimos el entrenamiento específico para una misión. Si la asignación de una misión se demora, puede ser un proceso total de hasta ocho o nueve años. Hay que tener paciencia y entrenar y aprender continuamente.
– Así que por delante queda un trabajo duro. ¿A cuánto hay que renunciar para intentar ser astronauta?
Hay que renunciar a muchas cosas. De hecho, te lo preguntan ya en el cuestionario cuando te presentas. Tienes que estar dispuesto a vivir lejos de casa, a viajar mucho por el mundo, a someterte a entrenamientos y pruebas muy exigentes… Realmente, es un sacrificio.
– Un astronauta es mucho más que esa persona famosa que acaba poniendo un pie en la Luna. ¿Cómo es el trabajo diario de un astronauta de la ESA?
No es información a la que se tenga acceso, pero, por lo que sé, es un proceso de continuo aprendizaje. Tienes que estar todo el tiempo formándote sobre electrónica, ingeniera, software, computación, primeros auxilios… Es un proceso para prepararse física y anímicamente y adquirir los conocimientos necesarios para estar listo cuando te asignen la misión. Es una preparación muy amplia y constante.
«Los astronautas son representantes de la humanidad, hablan y operan en su nombre. Por eso es importante llegar a la gente y contagiar la pasión por la exploración espacial».
– Esta vez, la ESA también está haciendo una selección de un astronauta con discapacidad. ¿Estar en el espacio exterior, fuera de nuestro entorno por completo, nos iguala a todos?
No del todo. Estas pruebas también son muy exigentes. Hay algunas operaciones en las misiones, como las salidas extra vehiculares en las que abandonas la estación espacial internacional para hacer algún trabajo y que duran hasta ocho horas, en las que las condiciones son muy duras. Hay que estar muy bien físicamente. Es por eso que le dan tanta importancia al examen médico. No cualquier persona puede acometer estos trabajos. A pesar de que se ha abierto el proceso de selección para personas con discapacidad [lo que la ESA denomina paraastronautas], sigue siendo muy exigente.
– Parece que estamos en los inicios de una nueva carrera espacial, vienen tiempos emocionantes. ¿Cuál cree que será el próximo hito para una misión tripulada?
Volveremos a la Luna, posiblemente en 2025. A final de este año empezará la misión Artemis de la NASA, que tiene como objetivo poner a dos personas de nuevo en nuestro satélite, la primera mujer y el primer hombre negro.
– Hay incluso proyectos para empezar a construir bases lunares. ¿Se ve viviendo en una?
Sí, desde luego. Es el trabajo máximo al que puede aspirar un astronauta. Si fuese elegido para ello estaría encantado de pasar una temporada en una base lunar.
– Ha compaginado su carrera como científico con la divulgación, que siempre ha sido una prioridad. ¿Se ve haciendo un directo en Twitch o participando en ‘Órbita Laika’ desde la estación espacial?
Una de las ideas detrás de querer ser astronauta, una que nombré también en la carta de motivación, es que la exploración espacial necesita involucrar a toda la humanidad. La exploración del espacio conseguirá afianzarse en la medida en que consiga involucrar e integrar al mayor número de humanos. Los astronautas son representantes de la humanidad, hablan y operan en su nombre. Por eso es importante llegar a la gente y contagiar la pasión por la exploración espacial.
La divulgación es una buena forma de conseguirlo. Así que es uno de mis sueños aprovechar una experiencia como esta para transmitir a la gente en qué consiste ser astronauta y explorar el espacio. Contarlo, ya sea a través de un tuit o un vídeo de TikTok. Creo en ello y compartir conocimiento es la base de mi vida.
Tiiiiiooooo
Que soy tiktoker
Un poco de física pal cuerpo pic.twitter.com/Hql411QD9o— Javier Santaolalla (@JaSantaolalla) July 5, 2021
– Hace unos días, tras alejarse unos 80 kilómetros de la Tierra, Richard Branson, CEO de Virgin Group, dijo que el espacio era para todos. ¿Lo será algún día?
Sin duda. Se están dando pasos en este sentido y lo lógico, teniendo en cuenta la mentalidad de exploración del ser humano, el siguiente paso es que más gente pueda llegar al espacio. Y ya están en ello. Poco a poco se irán abaratando los costes, se volverá algo más popular y habitual y llegará un momento, probablemente, en el que haya hoteles orbitando la Tierra.
– ¿En qué sentido cree que puede afectar a la exploración espacial la entrada de estos nuevos magnates del espacio?
Por lo poco que sé, es una buena noticia. Está impulsando de nuevo el sector espacial, está trayendo nuevas ideas, nuevas formas de proceder y, sobre todo, inversión externa. Los países están bastante restringidos por los presupuestos del estado, mientras que las empresas son capaces de dedicarle más financiación y, sobre todo, una forma de trabajar más flexible. Creo que está aligerando y acelerando mucho el desarrollo de la industria espacial.
«Ver la Tierra desde el espacio puede ser un estímulo bonito, pero creo que seguiremos luchando. Si no es por los recursos en la Tierra, será por los territorios fuera de la Tierra».
– Las primeras imágenes del planeta como un todo cambiaron nuestra forma de ver el mundo. Si todos pudiésemos orbitar la Tierra, ¿seríamos capaces de ponernos de acuerdo sobre las cosas más importantes?
La imagen tomada por el Apolo 8 de la Tierra sobre el horizonte de la Luna se asocia en particular a la aparición de un sentimiento ecológico universal. Tuvo mucho poder esa imagen. Capturó la idea de que la Tierra es un lugar frágil, sin fronteras, al que todos pertenecemos. Creo que inspiró a mucha gente.
Aun así, creo que hay partes de la identidad del ser humano que me hacen ser pesimista. Lo mismo que somos exploradores, somos conquistadores. Somos una especie beligerante y lo seguiremos siendo. La guerra ha sido una constante en la historia de la humanidad. Ver la Tierra desde el espacio puede ser un estímulo muy bonito, pero creo que seguiremos en lucha. Si no es por los recursos en la Tierra, será por los territorios fuera de la Tierra.
Muy a mi pesar, me temo que eso forma parte de nuestra naturaleza y nos va a acompañar hasta el final. No soy adivino, claro, pero creo que ir al espacio tendrá un impacto positivo en mucha gente, pero las miserias del ser humano nos acompañarán durante mucho tiempo.
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