La rave más grande de la historia se celebró hace 500 años y duró más de un mes. Corría el año 1518, cuando una extraña y aparentemente inexplicable ‘epidemia de baile’ azotó la ciudad de Estrasburgo, en Francia. 400 personas se lanzaron a bailar en la calle, durante días y días, con el resultado de que muchos cayeron exhaustos y algunos murieron.
Todo empezó con una mujer, Frau Troffea, que una mañana empezó a bailar por las calles de la ciudad, sin motivo aparente. Un baile continuo e incontenible, durante el cual solo se paraba para beber o comer algo rápido. Después se retomaba y seguía todo el día y toda la noche. Indiferente al cansancio, al calor del verano y a las heridas en los pies, el baile de esta mujer continuó día tras día.
Algún conciudadano comenzó a imitarla, hasta que la epidemia de baile llegó a contagiar a cientos de personas. Todos bailaban sin descanso por las calles de Estrasburgo. Después de una semana los bailadores eran unos 30, tras un mes más de 400. Todos pertenecientes a la clase más humilde del pueblo. Pronto se produjeron colapsos y algunos murieron por fatiga, deshidratación y ataques cardíacos. No sabemos exactamente cuántos perdieron la vida, pero según la BBC, se llegaron a contar 15 fallecidos por día.
La epidemia de baile no paraba
Para el asombro y la indignación de los burgueses y las autoridades ciudadanas, la epidemia de baile se prolongaba desde hacía semanas, sin que nadie entendiera lo que pasaba. Los que gobernaban la ciudad empezaron a preocuparse, como se lee en un artículo de ‘The Guardian’. Uno de ellos, el escritor Sebastian Brant, que dedicó un capítulo de su libro ‘Ship of Fools’ a la epidemia de baile, lo consultó con los médicos locales. Su hipótesis era que todo era el resultado del sobrecalentamiento de la sangre en el cerebro.
En resumen, el problema era que hacía demasiado calor. La solución adoptada fue hacer bailar a estas personas hasta que desapareciera su enfermedad. Para ello, se instalaron escenarios en las plazas centrales de la ciudad y se contrataron a bailarines profesionales y músicos. No obstante, cientos de personas siguieron sin inmutarse, bailando y retorciéndose.
Mientras tanto, julio se había convertido en agosto, y septiembre comenzaba a acercarse. Las autoridades se dieron cuenta de que habían cometido un error. La epidemia de baile no podía ser un simple problema causado por el calor. Tenía que ser algo diferente: estas personas estaban sufriendo la ‘ira del Señor’. Se decretó entonces un período de penitencia obligatoria, en el que la música y la danza estaban prohibidas. Las personas afectadas por la epidemia fueron arrastradas por la fuerza a un santuario dedicado a San Vito, en las colinas que dominan la cercana ciudad de Saverne. El remedio funcionó. A las pocas semanas, casi todos dejaron de bailar.
La hipótesis de la intoxicación
Han pasado más de 500 años desde entonces, pero todavía no sabemos qué causó la epidemia de baile. En el artículo de ‘The Guardian’, el historiador y médico John Waller intenta hacer algunas suposiciones. Durante un tiempo se pensó que se tratara de un caso de ergotismo. Es una intoxicación por cornezuelo de centeno, un parásito de las gramíneas que puede contaminar los alimentos y provocar alucinaciones y espasmos violentos. El cornezuelo de centeno, explica Waller, «produce una sustancia química parecida al LSD».
Sin embargo, el historiador considera poco probable que tantas personas contrajeran la misma intoxicación. Y que durara tanto. Asimismo, las reconstrucciones según las cuales la epidemia fue una forma de rebelión orquestada por subversivos de alguna secta religiosa no son creíbles. Era evidente para los observadores de la época que estas personas no querían bailar, pero no podían evitarlo. Por lo tanto, al menos en parte, la epidemia de baile tuvo que ser un caso de histeria colectiva.
Un artículo de la revista científica ‘Lancet‘ explica que no fue un caso aislado, pero sí particularmente extenso. En la historia de la Edad Media, de hecho, abundan los relatos de este tipo, que hablan de personas que bailaron hasta morir en un estado de alteración y trance involuntario. Curiosamente, casi todos los episodios tuvieron lugar cerca del Rin. En esta zona existía una creencia particular: San Vito (ahora patrón de bailarines y epilépticos) castigaba a los pecadores obligándolos a bailar sin parar.
Un caso de histeria colectiva
Probablemente, el inmenso poder de la sugestión y la fe religiosa desencadenaran la epidemia de baile de 1518. Sobre todo si tenemos en cuenta la situación en la que se encontraba la ciudad de Estrasburgo en ese año. En un período ya marcado por violentos conflictos religiosos y sociales, y enfermedades aterradoras, también se sumó una grave hambruna. Por tanto, las personas habrían empezado a pensar que necesitaban bailar para expiar algún tipo de culpa que había desatado la ira de Dios.
Por alguna razón, después del siglo XVII no hubo más casos de epidemias de baile. Pero los episodios de histeria colectiva no cesaron. En 1962, por ejemplo, se hizo famosa la ‘epidemia de la risa’ que azotó el territorio de Tanganica, ahora parte de Tanzania. En la mañana del 30 de enero, algunos alumnos de una escuela de Kashasha se echaron a reír, contagiando rápidamente a 95 de los 159 alumnos, de entre 12 y 18 años.
Los síntomas duraron más de dos semanas, tanto es así que la escuela se vio obligada a cerrar un tiempo. Tanganica acababa de independizarse del Reino Unido y las expectativas de los profesores y los padres sobre los alumnos habían aumentado mucho. Según los psiquiatras, el estrés encontró su salida en esa manifestación incontrolable.
La BBC afirma que la epidemia de baile de 1518 pudo haber inspirado ‘El flautista de Hamelín’, el cuento infantil documentado por los hermanos Grimm. El director Jonathan Glazer le ha dedicado un documental que se estrenó en julio de este año. Y, en 2018, con motivo del 500 aniversario del evento, la ciudad de Estrasburgo organizó una recreación histórica de esos días, con bailes por toda la ciudad.
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