En la carrera por desarrollar una vacuna contra la COVID-19 hay 10 alumnos aventajados. Y otros 121 laboratorios y universidades los siguen de cerca. Pero solo unos pocos lograrán superar todas las fases y llegar al final.
En la lucha contra el nuevo coronavirus, cuidar los tiempos es importante. Al igual que un día sin contagios no significa que la epidemia haya desaparecido, un anuncio de un laboratorio no significa que estemos a punto de conseguir una vacuna. Para separar la paja (y la propaganda) del grano, es importante conocer todas las fases y procedimientos que debe superar el desarrollo de una vacuna.
Entonces, ¿cuántos meses tendremos que esperar? Hasta ahora, el récord lo tiene el desarrollo desde cero de la vacuna contra las paperas. Desde las primeras pruebas hasta su aprobación comercial pasaron casi cuatro años. Claro que era 1967 y la ciencia ha avanzado un poco desde entonces. De hecho, han pasado cinco meses desde que se identificó el genoma del SARS-CoV-2 y ya hay 131 candidatos a vacuna en marcha.
Los plazos más optimistas hablan de 12 meses a partir de ahora. Hay quien dice que incluso menos. Todo dependerá de las fases.
Las fases de una vacuna
La pandemia de COVID-19 está lejos de haber sido controlada. Aunque los primeros brotes en Asia y Europa parecen haberse dominado, los números de la enfermedad siguen creciendo. Más de seis millones de casos confirmados en el mundo y cerca ya de 400.000 muertes, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el horizonte cercano, el riesgo de rebrotes locales e, incluso, de una segunda gran ola de la epidemia.
Así, mientras no seamos inmunes a la enfermedad, lo único que nos queda es mantener las medidas de distanciamiento físico e higiene. Seguir siendo prudentes y conscientes de los riesgos. Por eso, nada volverá a la normalidad hasta que tengamos una vacuna que logre inmunizarnos contra el virus. El camino para alcanzarla está plagado de urgencias, pero los protocolos deben cumplirse.
Garantizar la seguridad y la viabilidad de la vacuna es tan importante como que esta nos ayude a neutralizar la enfermedad. A lo largo de la historia del desarrollo de fármacos y vacunas, se han ido estableciendo una serie de pruebas para lograr descartar todo lo que sea peligroso. Para asegurarnos de que el remedio no va a suponer un riesgo para la salud. Son las fases de desarrollo de una vacuna.
La exploración y los ensayos preclínicos
Si lo equiparamos con las fases de la desescalada en España, la fase 0 del desarrollo de una vacuna sería la de exploración y ensayos preclínicos. Es decir, la etapa en que se buscan los candidatos a vacuna y se pone a prueba su capacidad en laboratorio. Existen diferentes procedimientos para seleccionar y desarrollar los antígenos, la sustancia que va a enseñar a nuestro cuerpo a identificar y a atacar el patógeno (el coronavirus, en este caso).
Tras una primera criba, los antígenos seleccionados se someten a una serie de ensayos preclínicos. Básicamente, se trata de experimentos para evaluar que los antígenos y los métodos empleados funcionan y las dosis necesarias y seguras para lograr una respuesta inmunológica. Son estudios que se hacen tanto in vitro (en cultivos celulares) como in vivo (en animales de laboratorio).
De acuerdo con el registro de candidatos a vacuna contra la COVID-19 que elabora la OMS, existen (a 30 de mayo) 121 ensayos preclínicos de posibles vacunas en marcha. Entre ellos, varias candidatas españolas entre las que destacan las dos que desarrolla el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CISC) y las otras dos del Hospital Clínic de Barcelona.
Fase 1 de ensayos clínicos
En base a los resultados de los estudios preclínicos, se evalúa si es seguro probar el antígeno en humanos. En caso afirmativo, se pasa a la primera fase de ensayos clínicos. Tal como explican desde la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas, en esta primera fase, el candidato a vacuna se prueba en un pequeño grupo de voluntarios formado, normalmente, por entre 20 y 80 personas.
La seguridad de la sustancia inoculada en estos voluntarios ya ha sido probada antes con modelos animales. Aun así, la dosis aplicada es siempre baja y los candidatos voluntarios deben ser individuos sanos. En esta fase se comprueba la respuesta inmune del organismo, pero es aún más importante asegurar que no se producen efectos secundarios significativos.
Según la OMS, de los 10 candidatos a vacuna en ensayos clínicos, nueve están todavía en fase 1 o acaban de superarla. Tan solo uno, el desarrollado por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca está más avanzado. Así que casi todos los titulares que hemos leído estas semanas sobre posibles vacunas se refieren a candidatos en las primeras fases de desarrollo.
La fase 1 es, además, la más sencilla (entre comillas) del proceso. De hecho, a las otras dos fases se las conoce en la comunidad investigadora como el valle de la muerte. Solo alrededor del 10% de los candidatos a fármacos y vacunas que llegan a la fase 1 terminan siendo aprobados para su comercialización.
Fase 2: en busca de un candidato eficaz
Las posibles vacunas que superen la fase 1 avanzarán al siguiente nivel. Aquí, su eficacia y seguridad pasan a ser comprobadas en pacientes. Aunque todavía se trata de un ensayo clínico sobre una población muy controlada, implica un salto importante en el gasto, tal como se señala en el paper ‘The clinical development process for a novel preventive vaccine: An overview’.
Los ensayos suelen dividirse en varias subfases y se llevan a cabo sobre un grupo de pacientes más amplio, incluso superior a las 1000 personas. Además, en ellos es habitual usar un doble ciego. Es decir, a un grupo se le inocula el antígeno y a otro se le suministra un placebo y ni los investigadores ni los pacientes saben cuál es cuál hasta el final. El objetivo es evitar sesgos en los resultados.
En la fase 2 se busca eficacia. En ella se sigue controlando la seguridad del antígeno y que se genera la respuesta inmunológica adecuada. Pero, sobre todo, se recopila información para establecer las dosis y los métodos de vacunación más eficaces. Dos candidatos chinos, del Instituto de Biotecnología de Beijing y del Wuhan Institute of Biological Products, así como el candidato del laboratorio estadounidense Moderna, estarían iniciando esta segunda fase.
Fase 3: la efectividad de la vacuna
Los candidatos que superan la fase 2 son seguros y son eficaces. Ahora solo falta probarlos a gran escala para ver que estamos ante una solución efectiva, que mejora a las otras soluciones ya existentes. La fase 3 es la última antes de su aprobación comercial y, también, la fase de ensayos clínicos más cara. Implica pruebas con miles de candidatos aleatorios que se someten a diferentes estudios, lo que supone varios millones de euros de inversión.
Aunque es imposible conocer el detalle de las investigaciones, el candidato de la Universidad de Oxford estaría iniciando ya la fase 3 de ensayos clínicos. El laboratorio AstraZeneca ha asegurado públicamente que a partir de septiembre podría empezar a producir esta vacuna a gran escala. De nuevo, estamos ante un movimiento más relacionado con el marketing que con la ciencia. Por prometedor que sea el candidato, hay todavía probabilidades de que no supere esta última fase.
Durante la segunda y la tercera fase, los laboratorios trabajan de forma estrecha con las autoridades sanitarias. Al final del proceso, estas deben revisar la documentación remitida por los investigadores y darle el visto bueno o rechazarla. Si se supera este último escalón, el candidato se convierte en vacuna comercial y empieza su producción en masa.
En fase 4 para siempre
Para las vacunas, la nueva normalidad se llama fase 4. Una vez aprobada su comercialización, el funcionamiento de una vacuna nunca se pierde de vista. Siempre se mantiene la vigilancia, controlando a largo plazo los efectos del antígeno. Estamos ante un producto seguro, que ha superado todas las pruebas, pero aun así pueden existir efectos secundarios o contraindicaciones en algunos grupos concretos que hayan pasado desapercibidos durante los ensayos clínicos.
Así, las prisas no parecen un compañero de viaje recomendable en el desarrollo de la vacuna. Es cierto que la situación de emergencia actual ha acelerado los tiempos y se han presentado multitud de antígenos candidatos. Pero casi todos se quedarán en el camino.
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Imágenes | Unsplash/National Cancer Institute, Dimitri Houtteman, H Shaw, CDC