En los últimos años, la evolución del mundo de las telecomunicaciones –en cuyo desarrollo Orange ha tenido un papel esencial– ha sido vertiginosa, en especial gracias al desarrollo de nuevos servicios sobre redes fijas y móviles de alta velocidad, pero este ritmo de cambio se acelerará aún más con la irrupción del 5G.
Esta tecnología supone una promesa, tanto para los ciudadanos como para las empresas, de una nueva forma de interacción con un entorno hiperconectado, dando paso a una ‘conectividad ambiente’.
Se trata de una evolución y, al mismo tiempo, de una revolución: una evolución porque supone un acceso todavía más rápido a Internet, mayor velocidad, mejor acceso ya que estamos multiplicando por 100 la velocidad, y ello hará posible el crecimiento de la realidad virtual, de la realidad aumentada y de la computación en la nube. Sin embargo, es más importante la revolución que supone porque cambiará la forma en que las personas interactúan, viven, disfrutan y trabajan, y la manera en la que las empresas gestionan sus negocios.
5G permitirá una masiva conectividad IoT (Internet of things o Internet de las cosas) para ciudades inteligentes, smart metering y wearables; también una extrema baja latencia para servicios como el vehículo autónomo, automatización industrial y servicios críticos de emergencia; y necesidades muy bajas de energía. La industria del transporte y de la automoción son dos de los sectores donde sus consecuencias son más fácilmente visibles, aunque se espera ver este impacto también en muchas nuevas industrias y servicios: telecirugía, fábricas inteligentes, logística, energía, ciudades inteligentes, robótica, medio ambiente, seguridad pública.
5g, de la red física a la red software
Por otra parte, 5G supone un cambio de paradigma para los operadores de red ya que ofrece la posibilidad de desarrollar redes virtuales adaptadas a cada caso de uso sobre la misma infraestructura común. De este modo, sobre una misma red física, se podrán ofrecer diferentes redes lógicas 5G con unas prestaciones distintas, involucrando recursos de red variables, en función del caso de uso a ofrecer.
Por ejemplo, una red lógica de muy alta capacidad y con requisitos medios de latencia, apta para el tráfico de vídeo típico de YouTube; otra red de ultra baja latencia, y muy alta disponibilidad, sin necesidades de mucho ancho de banda, para aplicaciones como el coche autónomo; y una tercera red capaz de gestionar información procedente de un volumen muy alto de dispositivos, ubicados en un área geográfica muy determinada, sin requerir ni altas velocidades ni baja latencia, adecuada para la monitorización de sensores en explotaciones agrícolas o ganaderas.
En el caso de Orange, ya nos estamos transformando para pasar de un operador de infraestructura física a ser una “compañía de software”, dando servicios on demand a todos nuestros clientes. Por ejemplo, podremos ofrecer servicios personalizados de conectividad (pay as you need): nuestros clientes podrán entrar en nuestro portal y configurar qué tipo de cobertura quieren, la velocidad y el nivel de calidad para pagar sólo por lo que vayan a necesitar en cada momento. También seleccionarán los servicios añadidos que quieran como, por ejemplo, la traducción simultánea de una conferencia si lo necesitan.
Visto lo anterior, a nadie se le escapa que estamos hablando de una disrupción total, un fin de ciclo (Internet de las personas) y el comienzo de una nueva era de igual o mayor magnitud que la actual: el Internet de las Cosas conectadas.
un reto futuro que se debe afrontar hoy
Los primeros casos de uso con 5G se esperan para 2020 y los operadores ya estamos haciendo todo lo necesario para afrontar este cambio de paradigma que va a transformar nuestra sociedad. Queda por ver, sin embargo, si otras industrias apuestan de igual manera por el desarrollo digital de las sociedad, ya que su impulso marcará, sin duda, el cuándo nos beneficiaremos como ciudadanos de esta revolución. Y es que 5G necesitará inversiones muy elevadas, que requerirán la colaboración de la sociedad, Administraciones e industria.
Por ello, quiero finalizar este breve artículo llamando a la colaboración de todos los actores que deben hacer realidad este nuevo ecosistema 5G, este reto colectivo que, siendo futuro, debe construirse desde ya. Es mucho lo que está en juego, tanto para el liderazgo digital de España como de Europa, así que toca poner-se manos a la obra. En Orange ya estamos en ello y continuamos con nuestro compromiso de seguir invirtiendo para estar a la vanguardia.
Este artículo ha sido publicado originalmente en el diario Expansión.