En estos días, la actualidad se escribe con titulares sobre currículos híper hormonados de cargos públicos, de universidades mercantilizadas que venden al peso másters de nombres exóticos para sanear sus mermadas cuentas y de reputadas escuelas de negocios que se sirven del buen nombre de universidades extranjeras para dar lustre a diplomas expedidos a alumnos que no se han sometido a exámenes para certificar la adquisición de esos conocimientos que luego incluyen en sus perfiles profesionales en LinkedIn.
Que una cosa es adornar el currículum con frases como “nivel medio de inglés” y otra bien distinta hacer que el currículum sea puro adorno en el que apenas pasan la prueba del algodón de la verdad las menciones a sexo, edad y estado civil.
linkedin y la cultura del esfuerzo
Uno esperaba que este escándalo, que pone en cuestión el discurso general de “cultura del esfuerzo” y merma la credibilidad de políticos e instituciones educativas al mismo tiempo que deprime a profesores y a alumnos necesitados de estímulos para afrontar un incierto futuro, tuviera reflejo en forma de comentarios indignados en la red de búsqueda de talento y oportunidades laborales por antonomasia: LinkedIn.
Sin embargo, más allá de consultores de comunicación, hablando de su libro relacionándolo con esta cuestión (“me han entrevistado en La Sexta”), poca cosa se ha hablado en esta red social sobre las titulaciones fantasma de las que se habla en tertulias televisivas, prensa, bares, oficinas y paradas de autobús… Vamos, en el mundo que hay más allá de la pantalla del ordenador o móvil.
Este asunto sí que ha acaparado buen número de conversaciones en otras redes como Facebook o Twitter, lo cual hace aún más estruendoso el silencio en LinkedIn. Quizás sea para que no decaiga el entusiasmo de todos los que participamos de esa red profesional; “siempre positivos, nunca negativos”, que diría un viejo entrenador de fútbol. O puede que no siga a la gente adecuada, o quizás sea que hay miedo a erosionar “la marca personal”.
miedo y transparencia
¿Miedo en la sociedad de la transparencia? Bueno, sobre esto han hablado mucho y bien pensadores como Elisabeth Noelle-Neumann, Byung-Chul Han o Morozov, tomando el testigo de Foucault, que ya alertó sobre “un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder”. Otra pensadora, Remedios Zafra, también nos habla del “entusiasmo” instrumentalizado en un entorno de precariedad y competitividad como forma de domesticación.
Y es que, en el entorno que puede representar LinkedIn, parece que el espacio para la expresión de opiniones, más allá de lo profesional, se limita a un rincón de un cuarto oscuro con aislamiento sonoro en sus gruesos muros. Como me decía una amiga en esa red, “aunque (el escándalo de los másteres) trate sobre temas laborales, opinar abiertamente sobre estos temas en los que lo político prima, puede parecer sacar los pies del plato”. O sea que lo político, entendido como interés por lo colectivo, debe reservarse para el ámbito privado, como si la defensa de valores éticos, incluso políticos, fuera incompatible con superar un proceso de selección. Como si el ejercicio profesional fuera ajeno al ejercicio de la ciudadanía. Raro, ¿no?
¿autocensura en linkedin?
En este punto cabe preguntarse si la autocensura de la comunidad de LinkedIn nos ofrece un retrato fiel sobre la demanda real por parte de las empresas de trabajadores capaces pero acríticos –curioso en un entorno en el que se ha convertido en mantra el concepto de innovación, que surge de un cuestionamiento crítico de lo establecido- o estamos ante una actitud generalizada de autocensura sin justificación real, pero motivada por el miedo a parecer “problemático”.
De confirmarse cualquiera de estas dos hipótesis, nos hallaríamos ante una situación preocupante en la que el silencio pudiera aportar más valor a un currículum que los logros académicos –salpicados por la sombra de la duda debido al escándalo de estos días- o la trayectoria laboral.
¿Es esta una base sólida para afrontar un futuro que exige, más que respuestas a viejas preguntas, nuevas preguntas que deberán ser formuladas y contestadas entre todos? Que cada uno, frente a la pantalla, reflexione.
Finalizo estas líneas recordando que el Primer Ministro Sueco es soldador.