«El periodismo ha muerto«. Parece el mantra en estos tiempos de despiste informativo en el que, en la balanza de la generación de conocimiento, pesa lo mismo un tuit anónimo que la investigación publicada por un equipo de profesionales tras superar las distintas pruebas del algodón obligadas en las más prestigiosas cabeceras.
Que uno no viene aquí a afirmar que un tuit no pueda, en algunas situaciones, proporcionar información valiosa sobre los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa, pero tampoco conviene confundir la anécdota con la categoría. Que, a ver, no es lo mismo decir que una vieja ha mordido a un perro que explicar que la anciana, desahuciada, llevaba semanas sin probar bocado y el animal era su último recurso para no morirse de hambre. Ya, ya sé que estas cosas no existen en nuestro primer mundo agobiado por los crecientes michelines de su población, pero por poner un ejemplo habitual en la facultad de periodismo -sí, aún existe-, aunque sea loco.
El caso es que lo primero sería un tuit al uso, y el trabajo de investigación y contextualización de lo segundo sí sería algo más parecido a eso que llamamos periodismo, esa profesión que nos permite intuir la profundidad abisal del océano de la realidad interpretando la oculta melodía que surge del ruidoso oleaje de la actualidad.
periodismo finado
A veces, en los momentos más sombríos, invernales y pesimistas, a uno le da por preguntarse si esta premura por considerar como finado el periodismo, si este estado de opinión que hace fortuna también entre periodistas melancólicos, no responderá a una taimada estrategia que pretende silenciar la voz incómoda de los que cuentan lo que nadie quiere que se sepa.
Y no es que el periodismo no se enfrente a graves problemas (aquí debería nombrarlos por enésima vez, pero me van a permitir que les remita a Google o a este otro artículo) pero, con todos sus problemas, el periodismo es, ha sido y será una de las grandes herramientas que tiene la ciudadanía para asegurarse de que el poder, en sus distintas formas, no traspasa los límites que comprometerían la salud de nuestras sociedades democráticas.
«¡Oiga, pero es que el periodismo también es stablishment, es el cuarto poder… luego es poder!«, dicen los más avezados todólogos de la red. Pues sí, tienen razón… ¿pero se les ocurre alguna alternativa que sea igual de eficaz en esta misión de control democrático, para mostrarnos lo que pasa? «Esto, ein…¡las redes sociales!«, gritan un influencer alborozado y, desde el fondo de la sala, emerge otra voz que clama: «¡El periodismo ciudadano!«.
y a ti te encontré en la calle
En este punto, conviene respirar profundamente y con calma y tratar de recordar cuántas grandes exclusivas que hayan afectado a la política, la economía, la justicia o el deporte han surgido de la actividad periodística ciudadana. Cuántos gobiernos ha hecho tambalear un individuo de a pie con su smartphone y 140 caracteres, de cuántas guerras ha podido dar fe analizando sus causas y dando voz a las víctimas, cuántos fraudes fiscales de grandes fortunas han llegado a sus manos para ser publicados…
Que no digo que eso no pueda suceder, pero la realidad es que lo habitual es que esos fenómenos se produzcan en el lado del periodismo que, con sus carencias, es nuestra madre y a ti te encontré en la calle.
Y hasta aquí esta breve pero sentida gloria in excelsis del periodismo que ni los más apocalípticos del siglo XX podrían haber imaginado necesaria para este siglo XXI. Pero así estamos, en estos tiempos de posverdades en los que parece que es lo mismo ocho que ochenta y toca reivindicar lo obvio.
Como decía ese viejo anuncio de detergente: «Busque, compare y, si encuentra algo mejor que el periodismo, cómprelo«. Pero cómpralo. No hagas como ahora que, si no, sea lo que sea eso que hayas encontrado, no podrá pagar sus hipotecas y también se verá en el trance de desaparecer por inanición y ser reivindicado en artículos como este que ya llega a su fin. Con tu atención y dinero, tú decides. Punto y seguido.
Artículo aparecido originalmente en la revista Consumerismo de FACUA
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