Con las aulas ya vacías, muchos reflexionan sobre el devenir de la educación. Si hace unos años se hubiese dicho que surgiría una escuela con una propuesta para dar la vuelta al sistema lectivo, lo hubiésemos considerado una excentricidad. ¿Asistir a clase desde casa e ir a clase para hacer los deberes? ¡Menudo disparate! Es en clase donde se imparte clase, y los deberes se hacen en casa. ¿O no?
Escuelas de educación (y aquí nos referimos a métodos de enseñanza, no a los centros) hay muchas. Las que defienden los deberes, aquellas que los prohíben y otras tantas que no saben muy bien qué hacer con ellos. La Khan Academy propone invertir teoría y deberes. ¿Será así la escuela del futuro?
¿Qué es la Khan Academy?
Se trata de una escuela en red para que cualquiera, en cualquier parte del mundo (y en su idioma), pueda «aprender cualquier cosa. Gratuitamente. Para todo el mundo. Para siempre». Detrás hay una empresa sin ánimo de lucro que solo admite donaciones y que pretende lleva la educación a todas partes, ya que basta un teléfono móvil para conectarse y empezar a resolver los problemas propuestos.
Además, ha conseguido involucrar a alumnos, padres y profesores de todo el mundo (sin que se maten entre ellos). De hecho, dado que la Khan Academy es voluntaria, solo acceden aquellos alumnos interesados en aprender, profesores dispuestos a enseñar y padres con interés sobre la materia educativa de sus hijos.
Creada en 2006 por Salman Khan, hoy la Academia cuenta con traducción a 39 idiomas de gran parte del contenido. Aunque el inglés sigue predominando, el resto de lenguas le siguen la pista de cerca.
El nacimiento de la escuela online
Como suele ocurrir, la Khan Academy surgió de una serendipia. Después de que un par de familiares pidiesen ayuda a Khan en la explicación de distintas materias, él descubrió que sería más fácil grabarse y colgar el vídeo en YouTube. Así ahorraba tiempo, porque un mismo vídeo podía ser visto por todos sus sobrinos, y por otros… 581.522 alumnos a día de hoy, por poner un ejemplo:
Es lo que hoy conocemos como cursos MOOC (Cursos Online Masivos Abiertos, por sus siglas en inglés), que prometen cambiar la educación del futuro. Aunque en aquel momento todavía no estaban de moda.
Poco después de que subiese los primeros vídeos le empezaron a llegar cartas de profesores dándole las gracias y pidiendo temas específicos. Resultaba que los profesores ya no tenían que dar las clases grabadas, y bastaba con pasarles el enlace a sus alumnos.
Los estudiantes podían ver la lección cuándo y donde quisiesen, y el tiempo liberado del aula podía usarse para resolver dudas. Es decir, para hacer los deberes.
El problema de los deberes modernos
No es ningún secreto que los deberes son muchas veces vistos como un engorro. Para empezar, en ocasiones, no están enfocados a la comprensión de la materia, sino a la repetición de la misma hasta conseguir resolver problemas por memoria (y no por entendimiento). Es casi como el caso del aprendizaje por refuerzo de los robots, una tarea automatizada.
Esto, por supuesto, quita mucho tiempo fuera del aula. Algo con lo que muchos profesores (y probablemente todos los alumnos) no están de acuerdo. Dado que los deberes, especialmente a edades tempranas, se mandan de un día para otro, el alumno apenas tiene posibilidad de organizarse. Lo que supone una frustración considerable.
Eso por no hablar del tiempo que muchos padres tienen que dedicar (cuando pueden por tiempo o por conocimientos) a sus hijos. A pesar de que los deberes no son para ellos, todos conocemos lo que supone asistir a un alumno hasta altas horas de la noche con sus deberes. ¿No hay un modo mejor de estructurar el aprendizaje?
Las aulas invertidas, una propuesta de Salman Khan sobre los deberes
La propuesta de Khan viene directamente de las cartas que los primeros profesores le enviaban. Si el alumno ve las lecciones en casa (a su ritmo), el aula se convierte en un lugar donde resolver dudas personales en lugar de una clase donde un profesor imparte una materia a velocidades no adaptadas para cada alumno.
Después de todo, una página web puede impartir una lección, pero lo tendrá más complicado a la hora de ayudar al alumno con las dificultades que surjan con sus deberes. Esto libera mucha tensión doméstica, dado que los padres no tendrían que pasar horas con sus hijos mientras ellos hacen los deberes. Tan solo ayudar al alumno a gestionar su calendario semanal o mensual de lecciones.
Los deberes se harían en el aula, donde profesores con conocimientos pueden orientarles mejor que los padres y resolver las dudas que surgen.
Y es que en este modelo el profesor ya no es un emisor de información que lee la misma lección año tras año, sino una pieza clave en el aprendizaje. Se convierte en un tutor o guía involucrado no tanto en dar una clase, sino en acompañar al alumno en la materia. Dejando que este avance a su ritmo.
El alumno, por otro lado, gana independencia y autonomía. Dado que el trabajo en casa consiste en visualizar las clases, puede organizarse las materias en base a su complejidad particular. Pensemos en un alumno avanzado en matemáticas pero con una literatura que se le atraganta, o viceversa.
La enseñanza tradicional se está quedando obsoleta, y sus conceptos también. Posiblemente porque solo le permite impartir una clase teórica por concepto y materia, lo que hace que la mayoría de alumnos se encuentran perdidos en alguna o varias asignaturas. O bien que se interrumpan las clases para pedir una segunda explicación que quizá el resto de los alumnos no necesitan.
La propuesta del aula invertida puede considerarse un tipo de gamificación del estudiante. Los alumnos pueden competir entre sí según lo que hayan avanzado por su cuenta, lo que fomenta el espíritu de superación personal. Pero también la ayuda entre alumnos, que pueden asistirse entre sí cuando surjan dudas.
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