Que la tecnología es un ámbito en constante desarrollo y que este se produce a un ritmo tremendamente célere es una realidad evidente. Una situación que se disparó hace poco más de cinco años con la popularización de los smartphones y la mejora de las tarifas de datos y que, al mismo tiempo, se plasmó en el nacimiento de cientos de nuevas apps, a cada cual más específica. De hecho, muchas de ellas han conseguido hacerse un hueco en nuestra cotidianidad.
Sin embargo, esto podría llegar a cambiar en breve como consecuencia de la difusión de los bots, que amenazan con convertirse en las aplicaciones del futuro. Una tecnología que, si bien lleva años entre nosotros, ha evolucionado de forma notable durante este último año. Pero, ¿por qué? ¿Para qué pueden utilizarse?
Qué son exactamente
Para empezar, aclararemos a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de bots, un nombre que responde a la aférisis de robots y que describe a un programa informático o software desarrollado para ser capaz de realizar de forma autónoma diversas tareas, incluso como si de un humano se tratase. Unos sistemas dotados de la llamada inteligencia artificial que pueden aprender y mejorar a través del comportamiento de su interlocutor.
Los hay conversacionales, integrados en las aplicaciones, asistentes virtuales y más; ofrecen múltiples servicios, desde ayudar a la compra de un producto, hasta resolver dudas y un largo etcétera que ya nos resulta familiar. De hecho y durante este 2016, se han convertido en un habitual de las redes sociales y de las herramientas de mensajería instantánea, entre otros.
De dónde vienen y a qué se debe su actual éxito
No obstante, para comprender el asunto en toda su amplitud, debemos remontarnos a los orígenes de los bots. Entre los primeros destaca el citado ELIZA, empleado hace décadas (en 1964) para desafiar al test de Turing. Ya más tarde aterrizaron aquellos destinados a las plataformas de chat del momento: los de IRC, MSN Messenger, AIM y ICQ. Uno de los más populares fue Smartchild.
Sin embargo, el momento de los bots es este. Una afirmación que avalan los más de 1.200 millones de usuarios de chat-apps, la reducción en los costes de desarrollo, la relativa familiarización del usuario final con ellos, las posibilidades de personalización y el éxito de los más pioneros; las claves para entender la creciente apuesta por ellos. La mejora de la inteligencia artificial y de las tecnologías de procesamiento del lenguaje natural también han influido notablemente.
La apuesta de las tecnológicas
Prueba de ello son las constantes incursiones que las grandes multinacionales están llevando a cabo al respecto. De hecho, la propia Microsoft anunció ahora hace poco menos de un año lo que reza nuestro título: que los bots serán las apps del futuro. Los de Redmond añadieron que “el lenguaje hablado” se convertirá en la nueva forma de interactuar. Una referencia directa a los conversacionales y un asunto sobre el que incidiremos con más detalle en unas líneas.
El 31 de octubre, asimismo, el gigante tecnológico anunció que estaba listo para lanzar su propio directorio de bots multiplataforma, Microsoft Bot Framework. El desarrollo de Cortana y su integración con Skype han sido otras de sus grandes apuestas.
En este punto cabe mencionar a Siri, uno de los primeros asistentes virtuales y precursora en este ámbito. Twitter y Telegram también fueron de las pioneras, aunque quizás de un modo distinto. Sí, porque inicialmente lo que encontrábamos eran bots que se dedicaban a retuitear como si de personas se tratase pero que podían identificarse de manera muy sencilla.
Sin embargo y en la actualidad, estos han evolucionado para dar lugar a sistemas capaces de recabar desde las últimas locuras del discurso de Trump, hasta otras que nos brindan consejos para llevar una vida más saludable. Se trata de DeepDrumf –por cierto, creado por el MIT- y Tinybot, respectivamente. Incluso existen algoritmos específicos como Bot or Not? que nos dejan dilucidar si una cuenta es real o no.
En cuanto a Telegram, se decidió a introducirlos a principios del verano del año pasado. Desde entonces no han cesado de aparecer nuevas opciones; un contexto en el que debemos mencionar los comandos específicos como /help y demás para acciones concretas. Algo similar ha ocurrido en abril de este mismo año con Facebook Messenger. Hace un mes la red de Zuckerberg dio un pasito más en esta dirección y lanzó un sistema de analíticas para sus bots. Además de en estas, también tienen presencia en WhatsApp y Slack, entre otros.
Para encontrarlos fácilmente y dada su variedad, contamos con webs específicas como Botlist y con directorios de las propias aplicaciones y comunidades virtuales. La Telegram Bot Store y la tienda de bots de Kik –que incluso se adelantó a Facebook a la hora de alumbrarla a principios de abril – son algunas de las más destacables.
La facilidad de creación
Al margen de las redes sociales y de los aspectos centrados en el usuario final, han sido también muchas las tecnológicas que han optado por hacerle las cosas más sencillas a los desarrolladores y entidades que desean crear un bot para su negocio. De hecho y al margen de las soluciones más avanzadas, incluso existe la posibilidad de hacerlo sin tocar una línea de código.
Para lograrlo, disponemos de distintas opciones como Rebotify, una web específica que nos permite hacerlo para Facebook, WeChat, Slack y cualquier página; y que cuenta con un sencillo panel en el que arrastrar distintas unidades, con instrucciones incluidas. También nos permite crearlos Botsify, centrado en Messenger y muy fácil de usar.
Las posibilidades de los bots conversacionales
Durante nuestro análisis hemos mencionado a los bots conversacionales, un tipo de sistema que cuenta con múltiples posibilidades y ámbitos de actuación. De hecho, se erigen como una suerte de apps sin interfaces muy ágiles de utilizar a través de una comunicación natural.
El complemento perfecto para los sistemas de atención al cliente pero también para otro tipo de actividades, sobre todo si tenemos en cuenta que este tipo de interacción es la preferida por los más jóvenes según el Pew Research. Por no hablar de las ventajas que supone no tener que descargar app alguna ni aprender cómo funciona de forma específica.
Así, actualmente se emplean como alternativa a las aplicaciones de recordatorios, para aprender idiomas, jugar a rol y hasta para programar una estancia vacacional. Respecto a estos primeros, destacamos a Jarvis –para Faccebook Messenger-, MyPill –para Telegram y no olvidar tomar la medicación-, Twitter Timer, Alertbot, e Isabella –para WhatsApp y Telegram-.
Para aprender idiomas encontramos el recién lanzado por Duolingo –nos deja charlar con diferentes perfiles en varios idiomas- pero también a otros como Andy –para practicar en inglés-, LangLearnBot –compatible con Facebook Messenger y que nos deja guardar traducciones en forma de tarjetas virtuales- y Exactly –una suerte de diccionario en este idioma-, entre otros.
En cuanto a los que nos ayudan a programar la escapada ideal, merecen especial atención el bot de Expedia –para encontrar hotel de forma muy natural-, Kayak y Taylor –muy parecidos al anterior-, y Moovit –para Facebook Messenger y enfocado a los desplazamientos-. De entre los centrados en el entretenimiento, destacamos el que nos permite jugar a rol en Telegram: Dragon Islands.
Al margen de los citados usos, los bots también triunfan en los contextos más creativos. Es el caso de Prisma, la popular aplicación de retoque fotográfico que consigue efectos sorprendentes con unos solos clics. Una herramienta que emplea la IA para lograrlo y que no es única en su especie.
Aquí nos quedamos con Icon8 –que funciona en Telegram y Facebook Messenger y que logra efectos prácticamente idénticos con solo adjuntar una imagen a la conversación-, The Deep Forger –para Twitter y que aplica filtros como si de un cuadro famoso se tratara la captura-, Vinci –también para Telegram y con un amplio abanico de efectos– y Slash –para Slack, de código libre y basado en Shutterstock-.
No es oro todo lo que reluce
A pesar de las posibles aplicaciones de los bots, por desgracia no es oro todo lo que reluce. Es decir, existen algunas desventajas que se han asociado a su uso. Uno de los casos más flagrantes al respecto fue el de Tay, un chatbot desarrollado por Microsoft para interactuar en Twitter con jóvenes de entre 18 y 25 años que, finalmente y fruto de estas conversaciones, aprendió a expresarse de forma racista y tuvo que ser retirado.
No obstante, los hándicaps en el aprendizaje no son los únicos problemas que podrían llegar a plantearse. Nos estamos refiriendo, entre otros, al fin para el que los están utilizando determinados periódicos, que han empezado a “encomendarles” la labor de escribir noticias en marcos tan específicos como las elecciones, los Juegos Olímpicos y similares.
Un empleo que ha suscitado ciertas reticencias y que lleva aparejado cuestiones éticas y similares. En todo caso, estos sistemas podrían suponer una alternativa interesante a la hora de proporcionar a los periodistas una forma de acabar con las llamadas rutinas productivas y sus inconvenientes. De hecho, les brindaría la oportunidad de ahondar en cuestiones que van más allá de la mera narración de los hechos, como análisis y reportajes.
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