En las montañas del norte de Mongolia, las temperaturas ya han subido esos 1,5 °C que el resto del mundo trata de no sobrepasar. Para los pastores dukha, supervivientes de la época de los grandes kanes, el daño puede ser irreversible.
Estos 1,5 °C han supuesto la desaparición de los hielos perennes. Enclaves esenciales para el pastoreo de renos, la actividad base de los nómadas dukha. Al mismo tiempo, el derretimiento está sacando a la luz vestigios del pasado de los pueblos mongoles. Pero los restos, preservados en condiciones únicas hasta ahora, está degradándose a gran velocidad. El cambio climático está abriendo nuevos frentes de exploración arqueológica. Aunque sea brevemente.
El cambio climático del Gran Kan
A día de hoy, el imperio mongol sigue siendo el más extenso que ha existido en la historia. Su fundador, Gengis Kan, logró unificar a una serie de tribus de pastores nómadas y las convirtió en uno de los ejércitos más temibles de Eurasia. Después de Gengis, llegaron otros grandes kanes. Y el imperio alcanzó los 33 millones de kilómetros cuadrados de extensión y los 100 millones de habitantes. En poco más de un siglo, las estepas mongolas conquistaron un territorio que se extendía desde la península de Corea a las orillas del Danubio.
Pero ¿qué llevó a unos pastores nómadas a dominar medio mundo? El cambio climático. Las modificaciones en los patrones del clima acompañan al ser humano desde su nacimiento. La historia mongola no es diferente. Así, las sequías provocaron el auge del pastoreo nómada y la domesticación de los caballos hace miles de años. Y la pequeña edad de hielo mejoró tanto las condiciones de acceso a aguas y pastos de estos pastores que tuvieron la capacidad de expandirse por el resto de Eurasia.
Han pasado más de siete siglos desde el fin del imperio mongol, pero el nombre de Gengis Kan resuena todavía en nuestra memoria. El gran caudillo fue temido y respetado. Pocos pueblos escaparon de su furia. Los nómadas dukha, sin embargo, lograron mantenerse al margen del fervor expansionista. Se refugiaron en las montañas, con sus renos y sus hielos perennes. Hasta hoy.
El futuro de 200 pastores
En mongol, los dukha son conocidos como tsaatan. Aquellos que tienen renos. Hoy, quedan menos de 300 personas (unas 40 familias) dukha en la frontera montañosa entre Mongolia y Siberia. Siguen siendo pastores de renos, aunque también tienen ovejas, cabras, caballos y camellos. La montaña y sus hielos, con un clima y unas dinámicas propias de la tundra, siempre han jugado un rol clave para su actividad.
En verano, cuando la hierba y el agua desaparecen de la estepa, acuden con sus rebaños a las zonas altas, donde los hielos perennes permiten que siga habiendo humedad y sirven, además, de refugio frente a las altas temperaturas y la aparición estacional de insectos que transmiten enfermedades.
Estas condiciones podrían incluso haber espoleado los inicios del primer pastoreo hace miles de años. Aunque son todo conjeturas, porque las mismas condiciones climáticas extremas de esta zona han provocado que hayan llegado muy pocos vestigios arqueológicos hasta nuestros días.
Así era, al menos, hasta hace algunos años. La temperatura se ha disparado en la zona norte de Mongolia. Los hielos perennes están desapareciendo, dejando a los pastores y sus rebaños sin refugios de verano. Pero, también, han descongelado una serie de restos de las primeras poblaciones que domesticaron a los renos. Esta situación única es la que llamó la atención de un equipo internacional de investigadores liderado por el Max Planck Institute for the Science of Human History.
Arqueología contrarreloj
“Estas acumulaciones de hielo y nieve congelan los objetos que han caído dentro y los preservan para crear una serie de conjuntos únicos de datos arqueológicos”, señala William Taylor, autor principal de la investigación, cuyos resultados se han publicado en el paper ‘Investigating reindeer pastoralism and exploitation of high mountain zones in northern Mongolia through ice patch archaeology’ en ‘Plos One’.
La mayoría de los objetos encontrados son herramientas de madera, por lo que una vez expuestos se descomponen rápidamente. Los más antiguos esconden información sobre las primeras domesticaciones. Los más modernos, sobre el cambio climático. Y es que las investigaciones también señalan que hacía casi un siglo que los hielos perennes no se derretían a ese nivel.
Así, los investigadores se apresuran a catalogar el mayor número de artefactos y registrar la máxima información posible mientras la temperatura sigue aumentando. “La arqueología no es algo renovable”, explica Julia Clark, codirectora del proyecto de investigación. “Una vez que el hielo se haya derretido y estos artefactos hayan desaparecido, no podremos recuperarlos”.
La tradición y el pasado de los pueblos mongoles han dependido del hielo en muchos sentidos. Ahora, el cambio climático amenaza su estilo de vida centenario y el poco conocimiento que tiene la humanidad sobre los orígenes del pastoreo.
En Nobbot | Un respiro para el planeta: así es el ‘Great Green Wall’
Imágenes | Wikimedia Commons/Bibliothèque nationale de France, University of Toronto, PLOS ONE