Una red de energía sin cables, una wifi de la electricidad. Ese era uno de los muchos sueños que tuvo Nikola Tesla, a pesar de que decía no dormir más de dos horas al día. Casi un siglo y medio después, todavía no se ha cumplido. Pero muchos otros sueños sí se hicieron realidad. El ingeniero e inventor serbocroata encontraba inspiración en esos escasos 120 minutos que cabeceaba al día. Había llegado a ser capaz de controlar sus sueños con práctica y tesón. Ahora, el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) quiere que todos podamos hackear los nuestros.
Tesla, como Aristóteles, Mary Shelley, Edison, Dalí y muchos otros pensadores, inventores y artistas a lo largo de la historia buscaron ser conscientes en sus sueños y aprovechar la creatividad desbordante de la mente dormida. Ahora, Dormio, uno de los últimos desarrollos del MIT, promete darnos cierto control sobre nuestros pensamientos mientras soñamos.
El sueño del sueño lúcido
Cuando estamos dormidos, el cerebro no está desconectado por completo. Siempre hay una parte alerta, pendiente de algún ruido inesperado o una sensación extraña. Sin embargo, la mayor parte de nuestra mente está a otra cosa. Lo habitual es que el mundo de los sueños sea un universo sin control y casi sin reglas, en el que el cerebro parece pensar por sí mismo.
Algunas personas consiguen despertar su consciencia dentro del sueño e, incluso, dirigirlo. Es lo que se conoce como sueño lúcido y es más común entre niños y adolescentes. La capacidad se va perdiendo con la edad. Los sueños conscientes están relacionados, además, con la autorreflexión, la capacidad de pensar sobre las propias ideas y de terceras personas y llegar a anticipar comportamientos.
De hecho, una de las últimas investigaciones al respecto, del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano y el Instituto Max Planck de Psiquiatría, señala que el córtex prefrontal, desde donde controlamos las emociones y planeamos y tomamos decisiones, está más desarrollado en personas que tienen sueños lúcidos. Los neurocientíficos del instituto alemán dejan, demás, una puerta abierta. Quizá entrenando los sueños lúcidos se pueda potenciar el funcionamiento de la corteza prefrontal cuando no estamos durmiendo.
El control de la imaginación descontrolada
El terror de sentarse ante un folio en blanco. El pánico a quedarse sin ideas. La presión de no inventar nada nuevo. A lo largo de la historia, las tareas creativas han llevado a muchas mentes a probar multitud de métodos para salvar la falta de imaginación. Uno de los más habituales es el control de la hipnagogia. Con él, Dalí consiguió pintar los sueños. Da Vinci (que aseguraba dormir 20 minutos cada tres o cuatro horas) se adelantó siglos a su tiempo. Y Beethoven encontraba inspiración para sus sinfonías.
En realidad, a pesar de que no nos suene la palabra, todos lo hemos probado. Llevas todo el día atascado. Dándole vueltas al mismo problema sin solución. Intentas desconectar, pero no puedes. Ni haciendo deporte, ni leyendo, ni viendo la tele… De repente, cuando te estás quedando dormido, pum. ¿Cómo no se te había ocurrido antes? Pero ya es demasiado tarde, caes en el sueño profundo y por la mañana no te acuerdas de nada.
Hackeando la hipnagogia
Son esos 10 minutos entre la vigilia y el sueño, ese momento de imaginación desbordada en el que todavía nos queda un rastro de consciencia, los que se conocen como fase hipnagógica o, simplemente, hipnagogia. Y es esa fase, en la que el cerebro produce ondas alfa (habituales cuando está despierto y relajado) y theta (asociadas al sueño reparador), en la que Dormio quiere pasar a la acción.
Edison decía que se dormía agarrando bolas de metal en las manos. Cuando se relajaba, estas se caían al suelo y él se despertaba con el ruido. Corría entonces a apuntar las ideas que se le habían ocurrido durante la primera fase del sueño en la que fluyen pensamientos menos lógicos y más desinhibidos. Ese es también, salvando las diferencias, el sistema que ha desarrollado el MIT.
Dormio es una especie de guante que detecta la señales que indican los cambios entre fases del sueño. Son señales como el tono muscular, el ritmo cardíaco o la conductividad de la piel. Cuando son detectadas, es el momento del hackeo de la hipnagogia. Entonces, el smartphone u otro dispositivo inteligente emite un breve audio. Una simple palabra que se puede configurar y que frena momentáneamente la caída en el sueño profundo. Sin llegar a despertar al individuo por completo.
“Si los sueños pudieran controlarse, ofrecerían la oportunidad de generar pensamientos divergentes en ausencia de atención voluntaria y control cognitivo”
“Usamos esta señal de audio como un protocolo de arranque, contribuyendo a este ligero despertar con palabras como tenedor o conejo”, explican desde el MIT. “Y hemos encontrado que esas palabras y conceptos pasaron a formar parte del contenido de los sueños hipnagógicos”.
El objetivo es explorar formas de aumentar la creatividad humana influyendo en los sueños, hackeando el cerebro cuando recorre el camino entre la vigilia y la inconsciencia. “Si los sueños pudieran controlarse, ofrecerían la oportunidad de generar pensamientos divergentes en ausencia de atención voluntaria y control cognitivo”, concluyen desde el MIT.
El proyecto todavía está lejos de llegar a nuestros hogares como producto de consumo. Eso no impide que no podamos construirnos uno. El software es open source y puede descargarse en GitHub. También están disponibles los esquemas del sistema físico. Y el científico computacional del MIT Tomás Vega ha descrito, paso por paso, cómo implementar el sistema. A soñar se ha dicho. El próximo Tesla está en camino.
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