La extensión de la economía circular es una necesidad para el planeta y su desarrollo nos puede ofrecer positivas sorpresas. Un equipo de investigación de la Universidad de Córdoba ha creado un biodiésel a partir de los desperdicios de alimentos de restaurantes.
Acostumbrados a la alquimia de nuestros cocineros de élite, que convierten en una delicia culinaria cualquier despojo animal, llama la atención este proceso a la inversa protagonizado por científicos andaluces. Estos han transformado los despojos de alimentos arrojados a la basura por los restaurantes en néctar para alimentar nuestros coches. El método utilizado es de menor coste energético y más sostenible que otros utilizados para la obtención de gasóleo de origen vegetal.
el condensador de flujo
Este método nos remite al cine de ciencia ficción. Así, el famoso condensador de Fluzo (o flujo), de la película Regreso al futuro 2, impulsaba al DeLorean a través del tiempo alimentándose de basura. El reactor de plutonio inicial fue remplazado con un reactor casero «Señor Fusión» que funcionaba con deshechos. La utilización de basura orgánica para transformarla en energía (biogás) no es nueva y ya veremos si llega el día en que podamos arrancar vehículos introduciéndoles directamente los desechos.
De momento, en un artículo publicado por la revista Fuel, los científicos demuestran que la grasa de los desperdicios de comida es adecuada para la producción de un biodiésel que cumple las propiedades fundamentales de la norma europea y que se obtiene con un importante ahorro de energía y tiempo de reacción. En su trabajo, estos científicos han seguido al pie de la letra la regla de las tres “R” de la economía circular: reducir, reciclar, reutilizar.
Este trabajo va en línea con el objetivo de derrochar menos y reutilizar los desechos, tanto agrícolas como urbanos como fuente de nuevos bioproductos (biolubricantes, cosméticos, farmacéuticos, bioplásticos, etc.), tal como pedía en Nobbot, el experto Alfredo Aguilar, miembro del Consejo Ejecutivo de la European Federation of Biotechnology. Aguilar señala cómo la bioeconomía puede reducir la dependencia de los recursos fósiles y el trabajo de la Universidad de Córdoba es una buena muestra de ello.
biodiésel para dar una segunda vida a la basura
Gracias a este método, se podría ofrecer una segunda vida a los residuos de alimentos que acaban en la basura. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alrededor de un tercio de la producción de los alimentos destinados al consumo humano se pierde o desperdicia en todo el mundo, lo que equivale a aproximadamente 1300 millones de toneladas al año. Es decir, una gran cantidad de recursos económicos, humanos y energéticos se tiran a la basura, junto a la comida desechada.
“El aceite que hemos obtenido procede tanto del contenido lipídico de la propia comida desechada como de aceites ya usados, grasas, carnes, sebo de cordero y aceite de pescado. Tras el procesado, el biodiésel que se logra podría usarse en motores comerciales”, indica a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Córdoba Pilar Dorado, responsable de la investigación.
El uso de biocombustibles ha avanzado notablemente en los últimos años. Sin embargo, el 95% de las materias primas de biodiésel provienen de cultivos comestibles como la palma, la soja y el aceite de colza. Esto hace que se haya desarrollado una industria exclusiva para la producción de combustibles vegetales que podría afectar negativamente a la cadena de suministro de alimentos y al equilibrio ambiental por el uso intensivo del suelo. Por ello, la comunidad científica explora otras vías alternativas para la obtención de aceites a partir de productos no comestibles.